Mapa del mundo subterr¨¢neo
Varios libros, entre los que destaca el extraordinario ¡®Bajotierra¡¯, de Robert Macfarlane, exploran los misterios, terrores y maravillas del mundo subterr¨¢neo
En lo alto, en el cielo y las monta?as, residen los dioses. Debajo de nuestros pies, reino de simas, pozos, madrigueras y tumbas, viven los demonios y las criaturas infernales. Las alturas, donde brilla la luz, son el reino de los bienaventurados, el oscuro y tenebroso mundo subterr¨¢neo es el de los que sufren eterna condena. El eje arriba-abajo domina nuestras creencias tradicionales, nuestra psicolog¨ªa profunda, nuestra moral y hasta nuestro lenguaje. Lo que hay por encima de nosotros es positivo; por debajo, negativo. Tenemos sentimientos elevados y bajas pasiones; cuando van mal las cosas nos hundimos mientras que la felicidad posee una calidad a¨¦rea; ascendemos profesional y socialmente, caemos en la tentaci¨®n. En el propio reino animal consideramos que lo que vive bajo tierra es repulsivo, siniestro, amenazador o cuando menos feo y sucio.
Una serie de libros recientes nos invitan a reconsiderar nuestras ideas y opiniones ¡ªesencialmente prejuicios¡ª sobre el mundo subterr¨¢neo. All¨¢ abajo, nos dicen los autores de esas obras, hay tinieblas y misterio, s¨ª, cosas extra?as y peligrosas, y personajes temidos (incluyendo a Hades, Pedro Botero y el indio Joe), y amenazas que conjurar, y cantidad de terrores y tragedias, y mucha claustrofobia. Pero tambi¨¦n cosas fascinantes y maravillas que conocer, espacios que descubrir y explorar, historias que contar y una inesperada belleza. La belleza de r¨ªos sin estrellas, de profundos remolinos azules en el coraz¨®n de los glaciares, agujeros por los que desciende cientos de metros el agua del deshielo; la belleza asimismo de las pinturas de nuestros ancestros en lo hondo de las cuevas. De las cuevas, precisamente, nos explica en Subterr¨¢neo (Cr¨ªtica, 2020) Will Hunt, un autor obsesionado con los t¨²neles, las viejas estaciones de metro, las cloacas, los b¨²nkeres y las sepulturas, que descubri¨® su fascinaci¨®n a los 16 a?os al hallar un pasadizo abandonado de aire lovecraftiano bajo su casa de Providence, ha brotado buena parte de nuestro mundo espiritual. No solo se contacta con los dioses mirando al cielo y el descensus no siempre es ad inferos.
En este viaje descendente encontraremos im¨¢genes de una oscuridad deslumbrante (y valga el ox¨ªmoron), criaturas inesperadamente apasionantes como los topos, a los que ha dedicado todo un sorprendente libro, C¨®mo cazar un topo, Marc Hamer, cazador arrepentido de esos animales (Ariel, 2019); las lombrices, que hechizaron al mism¨ªsimo Darwin ¡ªsu vida sexual, la de las lombrices, es muy intensa: ?sigan leyendo!¡ª, o los perritos de las praderas, capaces de perforar t¨²neles de 160 kil¨®metros de largo en el subsuelo de Wyoming, y que interesaban tanto al general Custer, nada menos, que escribi¨® de ellos en su diario, como si no tuviera nada mejor en qu¨¦ pensar, mientras se dirig¨ªa a un lugar llamado Little Bighorne. Sin olvidar a las arqueas, organismos extrem¨®filos que viven tan abajo que se calientan con el calor del magma de la Tierra, sobreviven y hasta prosperan a 120 grados y mueren de fr¨ªo por debajo de los 90.
Lo de las lombrices, perritos y frioleras arqueas lo cuenta, entre otras muchas cosas sensacionales, el cient¨ªfico David W. Wolfe en El subsuelo, una historia natural de la vida subterr¨¢nea (Seix Barral, 2019), un libro emocionante (habla de la espeluznante mina de oro sudafricana de East Driefontein que se extiende hasta tres kil¨®metros bajo la superficie y en cuyo fondo las rocas est¨¢n a 50?) y lleno de datos sorprendentes. Veneradas por jardineros y agricultores como iconos de un suelo saludable y productivo (y por los pescadores por razones distintas), las lombrices tienen una vida sexual formidable a lo que coadyuvan sin duda las grandes posibilidades de ser hermafrodita. Un ¡°abrazo sexual t¨ªpico de lombriz¡±, un polvo, vamos, que se realiza en posici¨®n de 69, con los bichos yaciendo en paralelo con las cabezas orientadas en sentidos opuestos, nos dice Wolfe, profesor asociado de Ecolog¨ªa Vegetal en la Universidad de Cornell y colaborador del departamento de Agricultura de Estados Unidos, puede durar una hora. ¡°Teniendo en cuenta que las lombrices disfrutan plena y simult¨¢neamente de la experiencia sexual tanto masculina como femenina durante el encuentro (?imaginen!), no es de extra?ar que no tengan prisa por terminar¡±, recalca con tan simp¨¢tico como ins¨®lito entusiasmo el estudioso, que lidera la iniciativa Salud del Suelo patrocinada por el Estado de Nueva York. ¡°En un pu?ado de tierra¡±, sorprende Wolfe, ¡°hay m¨¢s criaturas que humanos en el planeta entero¡±, y ning¨²n otro h¨¢bitat de la tierra sobrepasa el potencial de descubrimientos del subsuelo¡±. Lo que pasa es que somos unos ignorantes de lo que hay bajo nuestros pies, y unos ¡°chauvinistas de la superficie¡±.
Por su parte, el excazador de topos Hamer, aborda con ¨¢nimo sombr¨ªamente existencial, compar¨¢ndolas con la suya, las vidas de esos animales, campeones de la perforaci¨®n, a los que ha dedicado toda su vida, persigui¨¦ndolos por jardines y campos de golf. Viven cuatro a?os ¡ªeso si no se encontraban con Hamer¡ª y son solitarios. Habitan una atm¨®sfera oscura y h¨²meda con muy poco ox¨ªgeno. Dado su fatigoso trabajo de cavar y cavar, los topos requieren precisamente mucho ox¨ªgeno y lo logran siendo capaces de respirar su propio aliento. En cambio, a su sangre le cuesta mucho coagular y es f¨¢cil que un topo muera desangrado. Ah¨ª queda el dato. Explica el autor, que cultiva una melancol¨ªa digna de mejor oficio, que hay ocasionalmente topos blancos y dorados pero que si matas uno de esos morir¨¢s en el plazo de un mes. Hay un topo al que se atribuye haber matado a un rey: el que cav¨® el agujero que hizo tropezar al caballo de Guillermo III de Orange, con fatales consecuencias para su real jinete. A los topos se los mata con trampas o introduciendo veneno (generalmente pastillas que desprenden fosfina) en sus toperas. ¡°El sufrimiento es inevitable¡±, anota Hamer. ¡°La exterminaci¨®n se resuelve discretamente¡±. El golfista no sabe de la agon¨ªa que se produce bajo sus pies mientras enfila feliz el green.
Tambi¨¦n brotan de all¨¢ abajo historias humanas dram¨¢ticas terribles como la de la vida de la ni?a Alicia Quispe, que trabaja gratis en las minas bolivianas de Cerro Rico de Potos¨ª, en el turno de noche (!), para saldar una deuda de su madre y que cuenta Ander Izagirre en Potos¨ª (Libros del K. O., 2017). Izaguirre es autor de otro libro relacionado con el tema, Los s¨®tanos del mundo, reeditado ahora por Libros del K.O., una cr¨®nica de viajes a los puntos m¨¢s bajos del planeta, las depresiones m¨¢s profundas de cada continente, como el Valle de la Muerte, 86 metros bajo el nivel del mar, el Mar Muerto (-411 metros) o el lago Assal de Djibuti (-157). El empe?o recuerda al de Alain Nadaud y su b¨²squeda geogr¨¢fica y literaria de las legendarias entradas al infierno (Aux ports des enfers, Actes Sud, 2004). Entre los episodios m¨¢s espeluznantes ocurridos bajo tierra figura sin duda la muerte del joven Neil Moss, el caso m¨¢s escalofriante de la espeleolog¨ªa brit¨¢nica, atrapado en un pozo en el sistema de cuevas de Peak Cavern en 1959, y que ah¨ª sigue: no lo pudieron sacar ni muerto y decidieron tirar cemento en la sima. Falleci¨® ahogado por el di¨®xido de carbono que produjo en su ¨²ltima hora de respirar. Probablemente si hubiera sido un topo habr¨ªa sobrevivido.
El impulso de bajar es m¨¢s viejo y primario que el de ascender, afirma Robert Macfarlane, autor de la hermos¨ªsima, conmovedora y emocionante Bajotierra (originalmente Underland, que tiene un conveniente eco como a Alicia en el pa¨ªs de las maravillas), que ha publicado este a?o Literatura Random House, y del que procede la historia del desgraciado Moss. Bajotierra es un estudio del papel del mundo subterr¨¢neo en la cultura y la imaginaci¨®n, a lo largo del tiempo hasta la actualidad misma. ¡°El impulso, la urgencia de descender a las tinieblas es m¨¢s antiguo y m¨¢s misterioso que el de ascender a la luz y la altura de las cimas¡±, dice el reputado autor de Las monta?as de la mente, uno de los libros m¨¢s reveladores y evocadores que se han escrito sobre la pasi¨®n de las cumbres, cuando se le pregunta por qu¨¦ ha cambiado tan radicalmente de sujeto. ¡°Las monta?as siempre estar¨¢n en mi coraz¨®n. Aunque vivo en una las partes m¨¢s planas del mundo, en Cambridgeshire, tengo que ir a menudo a las monta?as. Son lo que m¨¢s he echado a faltar durante el confinamiento, junto con mis padres. As¨ª que el primer libro que escrib¨ª, hace casi 20 a?os, buscaba explicar por qu¨¦ yo, como muchas otras personas, era capaz de arriesgarme a morir como monta?ero, cuando solo trescientos a?os atr¨¢s en Europa se consideraba algo cercano a la locura el deseo de escalar una monta?a¡±.
¡°Pero en Bajotierra¡±, contin¨²a Macfarlane, ¡°quer¨ªa explorar una pr¨¢ctica mucho m¨¢s antigua. Porque hemos ido a la oscuridad del mundo subterr¨¢neo en busca de visiones, refugio y poder desde incluso antes de ser anat¨®micamente humanos modernos¡±. El escritor recuerda que la evidencia m¨¢s antigua indisputada de enterramientos intencionados se remonta a los neandertales, hace 130.000 a?os. ¡°Todav¨ªa hoy, como especie, vamos al mundo bajo tierra por tres grandes razones: para guardar lo que es precioso, para obtener lo que es valioso, y para deshacernos de lo que es nocivo o peligroso¡±. La idea de Bajotierra se le ocurri¨® a Macfarlane en 2010, un a?o de cat¨¢strofes emergentes: el terremoto de Hait¨ª, el derrame de la plataforma petrol¨ªfera Deepwater Horizon, la explosi¨®n del volc¨¢n Ejafjallaj?kull y el drama de los 33 mineros chilenos atrapados bajo el desierto de Atacama. ¡°Me era imposible no pensar en lo que yace bajo la superficie, y en los traumas, disrupciones y revelaciones que ocurren cuando las fronteras entre arriba y abajo sufren una brecha¡±. La casualidad quiso que empezara a escribir su libro en junio de 2018 con millones de personas pendientes de la suerte de los 13 j¨®venes jugadores tailandeses de f¨²tbol atrapados con su entrenador en el complejo de cuevas de Tham Luang Nang Non ¡
En Bajotierra, Macfarlane, que escribe habitualmente sobre las relaciones entre el paisaje y el coraz¨®n humano, viaja f¨ªsicamente a puntos del planeta en los que se puede penetrar en el mundo subterr¨¢neo. Su selecci¨®n es muy especial. Un intrincado y laber¨ªntico sistema cavernario en los montes brit¨¢nicos Mendips en el que se adentra con un espele¨®logo, y en donde se encuentra Aveline¡¯s Hole, que no es un bar de mala fama, sino una necr¨®polis; una mina de potasa en Yorkshire en la que un joven f¨ªsico rastrea la materia oscura del universo; los t¨²neles bajo la ciudad de Par¨ªs, donde medra toda una asombrosa subcultura de las profundidades y se despliega la catacumbafilia (estuvo en lugares que no puede revelar); un r¨ªo en Italia que discurre en algunos tramos a m¨¢s de trescientos metros bajo tierra; unas simas en los hayedos eslovenos y los Alpes Julianos que guardan secretos y horrores de varias guerras; una cueva con pinturas prehist¨®ricas en las islas Lofoten denominada ¡°agujero del infierno¡±; el almac¨¦n subterr¨¢neo fin¨¦s de residuos nucleares llamado el Escondite¡ En el trayecto, el autor echa mano de compa?eros como Poe, Julio Verne, Lewis Carroll, Fitzroy Maclean o el Kalevala, el poema ¨¦pico fin¨¦s.
¡°El itinerario lo conceb¨ª como un descenso, seguido por un per¨ªodo bajo la superficie y por un retorno a la luz¡±, explica Macfarlane. ¡°Quiero que el lector me siga en esa kat¨¢basis; que sienta claustrofobia, que entienda qu¨¦ y c¨®mo es posible ver en la oscuridad, y eventualmente celebre conmigo el retorno al mundo de arriba llevando el conocimiento de las profundidades¡±. Habla de claustrofobia, esa es una palabra esencial cuando bajamos a ese mundo subterr¨¢neo. Obviamente ¨¦l no la sufre. ¡°Jajaja, bueno, antes de escribirlo le ped¨ª a un amigo que me llevara a una expedici¨®n espeleol¨®gica para hacerme un test de claustrofobia. Y aunque pasamos por alg¨²n punto muy complicado, emerg¨ª exultante con la experiencia, y confiado en que, en general, pod¨ªa tolerar el encierro. Claro que a¨²n no sab¨ªa lo que me iba a encontrar bajo los Mendips o en el laberinto de catacumbas bajo el sur de Par¨ªs¡¡±. Precisamente ah¨ª, los lectores lo pasamos pero que muy mal a su lado. ?No ten¨ªa miedo de perderse? ¡°Es un halago que se sufra con mi libro. Me parece fant¨¢stico que haya que dejar Bajotierra y no se pueda seguir leyendo. Eso es que la escritura funciona. El cap¨ªtulo de Par¨ªs parece ser el pasaje que provoca claustrofobia m¨¢s intensa en muchos lectores. La claustrofobia me interesa mucho como escritor, por su poder para afectar intensamente a los lectores de manera vicaria, por cuenta ajena. M¨¢s que del v¨¦rtigo, leer sobre claustrofobia es impactante. Se relaciona con lo que William Golding denomin¨® kinestesia solidaria o simp¨¢tica: las extremidades empiezan a temblar, el ritmo cardiaco aumenta, la respiraci¨®n es m¨¢s r¨¢pida. Todos los escritores quieren conmover al lector, de una manera u otra; escribir sobre claustrofobia permite eso de una manera que puede aproximarse a lo siniestro¡±.
?Son los fans de las profundidades gente m¨¢s extra?a que los de las cimas? ¡°Buena pregunta. Creo que los verdaderos obsesos de la profundidad, los buceadores de las cuevas en particular, son incluso m¨¢s extremos que los verdaderos obsesos de las alturas, alpinistas de las cumbres m¨¢s altas y amantes de la escalada libre, pero justito. Me encanta hablar de todos ellos. Siempre me ha gustado escribir sobre gente, tanto como de lugares¡±.
Es inevitable preguntarle por cu¨¢l le ha parecido el peor lugar all¨¢ abajo. ¡°Las regiones de Italia y Eslovenia de las que hablo en el libro, donde los agujeros, los abismos de piedra caliza, se usaron como lugares de ejecuci¨®n y masacre en la II Guerra Mundial, y donde las propias monta?as fueron convertidas, llen¨¢ndolas de t¨²neles militares subterr¨¢neos como un gruyere alpino, en m¨¢quinas de guerra durante la Primera¡±. Curiosamente la historia del subsuelo que m¨¢s ha impactado a Macfarlane es tambi¨¦n la que m¨¢s emociona a David Wolfe: la red de conexiones de micorrizas, asociaci¨®n de hongos y ra¨ªces, que une a los ¨¢rboles bajo tierra y los convierte en una entidad mayor colectiva, el bosque interconectado. ¡°Esa idea cambi¨® para siempre mi sentido de la tierra sobre la que camino¡±, se?ala Macfarlane. El pueblo saami, recuerda, cree que los muertos viven cabeza abajo en el subsuelo, de manera que caminamos sobre sus pies, como sobre un espejo. La ciencia y la exploraci¨®n nos demuestran que la realidad de lo que hay all¨¢ abajo es a¨²n m¨¢s asombrosa¡
BAJOTIERRA
Autor: Robert Macfarlane.
Traductora: Concha Carde?oso S¨¢enz de Miera.
Editorial: Literatura Random House, 2020.
Formato: tapa blanda (512 p¨¢ginas, 23,90 euros) y e-book (10,99 euros).
EL SUBSUELO
Autor: David W. Wolfe
Traductor: Javier Calvo Perales.
Editorial: Seix Barral, 2019.
Formato: tapa blanda (352 p¨¢ginas, 20 euros) y e-book (9,99 euros).
C?MO CAZAR UN TOPO
Autor: Marc Hamer.
Traductora: Beatriz Ruiz Jara.
Editorial: Ariel, 2020.
Formato: tapa dura (208 p¨¢ginas, 19,90 euros) y e-book (9,99 euros).
POTOS?
Autor: Ander Izagirre.
Ilustrador: Javier Mu?oz.
Editorial: Libros del K. O., 2017.
Formato: tapa blanda (204 p¨¢ginas, 15,90 euros) y e-book (6,99 euros).
LOS S?TANOS DEL MUNDO
Autor: Ander Izaguirre.
Ilustradora: Mar¨ªa Castell¨®.
Editorial: Libros del K. O., 2020.
Formato: tapa blanda (404 p¨¢ginas, 19,90 euros) y e-book (7,99 euros).
SUBTERR?NEO
Autor: Will Hunt.
Traductor: Efr¨¦n del Valle.
Editorial: Cr¨ªtica, 2020.
Formato: tapa dura (288 p¨¢ginas, 19,90 euros) y e-book (9,99 euros).
AUX PORTES DES ENFERS
Autor: Alain Nadaud.
Editorial: Actes Sud, 2004 (en franc¨¦s).
Formato: tapa blanda (304 p¨¢ginas, 22,40 euros).
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