La colecci¨®n Wallace, El Dorado londinense
El legado de los marqueses de Hertford atesora joyas de Tiziano, Rubens, Rembrandt, Vel¨¢zquez y Canaletto, entre otros muchos
El 25 de junio de 1900, la colecci¨®n Wallace abri¨® sus puertas en Hertford House, en Manchester Square, con m¨¢s de 5.000 piezas recopiladas a lo largo de los a?os por cuatro generaciones de la aristocr¨¢tica familia Hertford. El palacio hab¨ªa sido la residencia londinense de los donantes, sir Richard Wallace y su esposa, Julie Am¨¦lie Charlotte. Desde entonces, solo ha cerrado sus puertas durante las dos guerras mundiales y ahora durante la pandemia, desde el 18 de marzo. La reapertura, el 15 de julio, ofrece un horario reducido y el aforo no puede superar las 210 personas (1.500 en tiempos de normalidad). La entrada a la colecci¨®n permanente es gratuita.
Considerada como la colecci¨®n m¨¢s refinada de arte franc¨¦s del siglo XVIII, la Wallace es una suma de aportaciones de los sucesivos marqueses de Hertford, quienes desde el siglo XVIII fueron amantes del arte, franc¨®filos y muy cercanos a la Corona. Richard Wallace (1818-1890) fue su ¨²ltimo descendiente, aunque por su condici¨®n de bastardo no pudo lucir el t¨ªtulo nobiliario que le hubiera correspondido. No obstante, se dio el lujo de legarla al pueblo brit¨¢nico con el apellido materno: Wallace.
La historia de Richard Wallace re¨²ne todos los ingredientes para convertirse en una de esas maravillosas serie de ¨¦poca de la televisi¨®n brit¨¢nica. La suya fue una vida cincelada por prejuicios, traiciones, conspiraciones y dinero a espuertas. Hijo ileg¨ªtimo del cuarto marqu¨¦s de Hertford, las conveniencias sociales hicieron que pasara sus primeros a?os en Par¨ªs. Aunque no hay versiones oficiales, parece que el ni?o vivi¨® con su padre, Richard Seymour-Conway, y alguna nanny de su aristocr¨¢tica familia de sangre. Bautizado en Londres bajo el falso apellido de Jackson, ¨¦l mismo se ocup¨® de registrarse con el apellido de su madre en 1842 en la iglesia anglicana de Par¨ªs. Con idas y venidas a su pa¨ªs de origen, Francia fue el escenario desde el que se agrand¨® la colecci¨®n familiar con la intervenci¨®n directa de Richard Wallace como secretario y asistente de su padre. Entre 1843 y 1870 adquirieron pintura europea del siglo XIV hasta mediados del XIX. De esa ¨¦poca proceden las incorporaciones de las joyas de la colecci¨®n: ¨®leos de Tiziano, Rubens, Rembrandt, Hals, Vel¨¢zquez, Poussin, Canaletto, Gainsborough o Lawrence, entre muchas otras.
Richard Wallace se divirti¨® y compr¨® ingentes cantidades de obras de arte y antig¨¹edades en Par¨ªs. Pero tambi¨¦n ha pasado a la historia por su labor filantr¨®pica durante el asedio de las tropas prusianas en el Par¨ªs de 1870. Cre¨® hospitales de campa?a, reparti¨® comida entre los civiles y, entre otras muchas cosas, hizo instalar en el centro de la ciudad numerosas fuentes de agua potable, conocidas como las wallace. En este tiempo se cas¨® con Julie Am¨¦lie Charlotte, actriz a la que hab¨ªa conocido en una perfumer¨ªa y con la que tuvo un hijo, Edmond, que muri¨® de un ataque al coraz¨®n antes de cumplir los 24 a?os.
Xavier Bray, director del museo, cuenta que el traslado del grueso de la colecci¨®n desde Par¨ªs a Londres se hizo a escondidas para esquivar el enfado de los franceses. Mientras el palacio quedaba disponible como residencia, expuso todas las obras en Bethnal Green, un espacio situado al norte de Londres habitado por clase trabajadora y pobres de solemnidad. Se calcula que m¨¢s de cinco millones de personas pasaron por las salas a lo largo de tres a?os. La colecci¨®n, cuenta Bray, tuvo siempre un aura legendaria. Fue recibida como si fuera El Dorado. Su fama trascendi¨® hasta el punto de que puede afirmarse que la colecci¨®n Frick de Nueva York es un calco de la Wallace.
Como ocurre con muchas donaciones, los mecenas impusieron una serie de condiciones que van m¨¢s all¨¢ del nombre y ubicaci¨®n. La m¨¢s importante exige que la colecci¨®n tiene que permanecer unida sin modificaciones. Hasta ahora se hab¨ªa entendido que quedaba prohibida la posibilidad de prestar o recibir pr¨¦stamos para exposiciones temporales, las ¨²nicas por las que se cobra en una instituci¨®n p¨²blica en la que el Estado aporta el 40% del gasto. Para completar el resto, el museo tiene que buscarse la vida. Pero la pandemia dificulta totalmente esa entrada de dinero, de manera que una reciente interpretaci¨®n de las condiciones de cesi¨®n supone que es posible permitir la salida y entrada de obras. ¡°Wallace era un hombre muy generoso, nada restrictivo. Estoy seguro de que nunca quiso enclaustrar su colecci¨®n¡±, aclara el director. Una de las salidas m¨¢s notables ha sido la del Perseo y Andr¨®meda de Tiziano para la exposici¨®n Tiziano: amor, deseo, muerte en la Galer¨ªa Nacional de Londres, que en marzo de 2021 se podr¨¢ ver en el Museo del Prado.
El director de la Wallace no cree que el Brexit empeore la vida de los museos ingleses. Recuerda que la Wallace es un ejemplo de colecci¨®n europea y se?ala el hecho de que el matrimonio Wallace descansa junto a su hijo en el cementerio parisino del P¨¨re Lachaise.
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