La noticia del a?o
Messi es una celebridad. Solo el anuncio de que quer¨ªa abandonar el Barcelona corri¨® un poco a la pandemia de las primeras planas
El terror nunca produce tedio. Lo sab¨ªa Hitchcock, un cineasta refinado que supo fascinar a los p¨²blicos m¨¢s amplios y diversos. Tambi¨¦n, siglo y medio antes, lo supo Poe. En cambio, el miedo y el aburrimiento son parientes muy cercanos. Ambos se aliaron en estos meses de encierro. Todos los d¨ªas, en todos los medios y todas las plataformas, lo mismo, con leves variantes: alg¨²n m¨¦dico h¨¦roe, alguna maestra que se compromete con sus alumnos. Historias que emocionan pero, al repetirse, dan la impresi¨®n de que ya se han le¨ªdo la semana anterior. No es casual que, en ingl¨¦s, a las noticias se las llame news. Y tampoco es casual que el follet¨ªn inventara argumentos que, en cada entrega, suspendieran a los lectores al borde de lo desconocido. Con esos trucos naci¨® el primer gran p¨²blico de masas, seguramente m¨¢s fiel que el de las series de televisi¨®n, que no inspiran sino una lealtad de corto plazo.
Durante los primeros meses de la pandemia, aburrimiento y miedo al contagio estuvieron unidos. Seguimos curvas de crecimiento y penetraci¨®n del virus, mapas de pa¨ªses donde se dan esas curvas, esperanzadores ¨ªndices de disminuci¨®n de los contagios o de supervivencia de los afectados. Miramos fotograf¨ªas de m¨¦dicos y param¨¦dicos enfundados en t¨²nicas blancas, que ofrec¨ªan un escenario de ciencia-ficci¨®n a nuestros miedos. Estuvimos subyugados, en el sentido m¨¢s autoritario del t¨¦rmino: la cerviz aplastada por el yugo de la pandemia.
Pero un d¨ªa Messi hizo p¨²blica su decisi¨®n de abandonar el Barcelona. Considera que ha terminado su ciclo en el club al que lleg¨® hace 20 a?os. Aunque los rumores fueran conocidos por la inmensa mayor¨ªa que sigue vida y milagros del jugador, la noticia recibi¨® el tratamiento y la extensi¨®n de una primicia. Un gran diario argentino le destin¨® media tapa y 8 p¨¢ginas, de las 51 que integraron su edici¨®n de la fecha en que se hizo p¨²blica la decisi¨®n del H¨¦roe. Me pregunto qu¨¦ noticia habr¨ªa conseguido ese espacio y no alcanzo a decidirme. Quiz¨¢s algo muy improbable: una guerra entre Argentina y Brasil, por ejemplo. O una invasi¨®n de extraterrestres.
?Habr¨ªa Borges obtenido sus ocho paginitas si le hubieran dado el Premio Nobel que le fue tan esquivo? Supongo que las habr¨ªa obtenido en un suplemento literario, pero ocho p¨¢ginas en el cuerpo del diario son una cantidad a la que Borges no hubiera accedido. Y seguramente lo habr¨ªa aliviado, porque, nacido el 24 de agosto de 1899, Borges no se hab¨ªa entrenado para la desmesura biogr¨¢fica, pese a que, en sus ficciones, fuera capaz de imaginar otras desmesuras. Era un escritor a la antigua, aunque su iron¨ªa siempre impidi¨® que pareciera viejo. Hoy, de estar vivo, seguramente habr¨ªa preguntado con una expresi¨®n ingenua y traviesa al mismo tiempo: ?qui¨¦n es Messi?, sin temer que esa pregunta lo colocara dentro de una ¨¦lite aristocratizante que, por otra parte, ya no existe porque los arist¨®cratas son futboleros devotos y gritan en los estadios con el vigor de cualquier mortal del bajo clero.
O sea que, en efecto, todos sabemos que Messi se ha ido del Barcelona y le damos a la noticia la trascendencia hist¨®rica que merece. Ha cortado la secuencia de la pandemia. Ocupa en los diarios argentinos mucho m¨¢s espacio que en los espa?oles. Habr¨ªa que sacar alguna conclusi¨®n de ello. Excepto nuestras crisis, cuando estallan; excepto los golpes militares, en las d¨¦cadas que ritmaron la pol¨ªtica, hoy, por suerte, ninguna otra noticia pone a la Argentina de ese modo descomunal y generoso en los diarios. Por supuesto, el primer motivo es Messi. El segundo es que tanto Espa?a como Argentina son naciones futboleras. Si esos dos motivos no vinieran juntos, Messi tendr¨ªa algunas columnas y algunas im¨¢genes menos en la prensa.
No estoy diciendo, por favor, cr¨¦anme, no estoy siquiera sugiriendo que Messi no merezca la atenci¨®n que despierta su salida del Barcelona. No estoy hablando de su calidad (y aqu¨ª agr¨¦guense los adjetivos en modo superlativo que parezcan adecuados) ni de su productividad econ¨®mica all¨ª donde pise el c¨¦sped. Se?alo simplemente que en la tabla con que hoy se organizan los h¨¦roes y las celebridades seg¨²n los valores que posean, Messi tiene todos los atributos necesarios, porque sus virtudes se dan en el f¨²tbol, no en el box, los toros o la literatura. Messi es hoy, como lo fueron The Beatles en los a?os sesenta, excelente y famos¨ªsimo. Sin rivales, porque, hasta ahora, ser rival de Messi implica instalarse en ese lugar subordinado de quien compite con alguien que no compite.
Es una celebridad como las del cine de Hollywood de los a?os cuarenta y cincuenta. Es Humphrey Bogart. Es Marilyn Monroe. Que no se queje Borges desde el cielo de los poetas, porque sus relatos son intransitables para las mayor¨ªas. Cuando fue verdaderamente conocido m¨¢s all¨¢ de los libros, lo hicieron famoso sus pases cortos y precisos: esas respuestas en los medios, infinitamente citables, como ser¨¢n infinitamente reproducibles los pases y los goles de Messi.
Solo esta noticia corri¨® un poco a la pandemia de las primeras planas. ?Qu¨¦ mejor prueba?
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