La luna, ese astro solitario al que la Tierra impidio? ser planeta
'Babelia' adelanta la introducci¨®n de 'El libro de la luna' (Blackie Books) de la astrof¨ªsica Fatoumata K¨¦b¨¦, un tributo personal al sat¨¦lite al que ha dedicado su vida
Introduccio?n
En la u?ltima sala de Lascaux, al fondo de la cueva, a una altura de aproximadamente dos metros y medio, en el muro derecho, galopa un caballo. Al principio no se distingue con claridad. Presumiblemente, los primitivos artistas del Paleoli?tico, en su representacio?n del mundo de hace dieciocho mil an?os, quisieron otorgar una importancia concreta a este caballo.
El animal destaca sobre los dema?s frescos y al mismo tiempo esta? casi oculto, tal vez con un cara?cter sagrado. Bajo la cabeza, de los ollares a la quijada, y a lo largo de los flancos hasta la cola, hay una larga estela de estrellas. Los prehistoriadores creen que se trata de una representacio?n de las diversas fases de la Luna, una manera de medir el tiempo, un calendario.
Hasta donde alcanza la memoria escrita del hombre, en Uruk, alla? donde acaba la prehistoria, en las primeras tablas de arcilla que recogen el alfabeto sumerio, se habla ya de la Luna.
Hace cinco mil quinientos an?os, cuando Mesopotamia inventa la civilizacio?n, el comercio y la escritura, sin ma?s recursos que el agua, los juncos y la arcilla, crea tambie?n la astronomi?a. En Ni?nive, Babilonia o Nimrud, los sabios registran las diversas posiciones de la Luna, preve?n sus eclipses y conocen sus fases. Saben que un mes lunar, lo que tarda la Luna en pasar por delante del Sol, dura 29,53 di?as. Han hecho el ca?lculo. Observando la Luna, miden el tiempo con clepsidras.
La Luna se encuentra en el origen de todos los mitos, de todas las religiones, porque siempre ha estado ahi?. Siempre a la vista. No ha cambiado desde que existe la humanidad. Permanente, reconfortante, tambie?n inquietante. Cambia de forma, de colores, hace que el oce?ano crezca, las plantas prosperen y los duendes bailen. La Luna tiene una cara oculta.
Incluso su ge?nero es indistinto. Primero dios, luego diosa, ha tenido todos los nombres: Nannar en Sumeria, Si?n para los asirios. En Ur se le construyo? un templo u?nico, y cientos de ellos en la India, donde los himnos ve?dicos bautizan con el mismo te?rmino al dios Soma y a la planta sagrada que permite entrar en contacto con el ma?s alla?. En China, la Luna es una diosa. En Camboya, depende, a veces Sen?or Mes, a veces Mujer Serpiente, cuando las noches son fri?as y hu?medas y la Luna esparce las lluvias que fecundara?n los arrozales. En Grecia siempre sera? Atenea, ma?s tarde Selene, su hija. Los romanos la llamaban Luna.
Como diosa o como dios, ha sido venerada y atendida desde siempre. La Luna habla. Predice el tiempo. El tiempo que pasa, el tiempo que hace. Marca el ritmo y dirige la vida de la humanidad.
Au?n esta? por escribir una historia de la Luna. Habri?a podido hacerse de mil maneras. Yo he optado por confrontar los enfoques cienti?ficos, astrono?micos y fi?sicos con los mitos que los precedieron. Al cruzar estos caminos con los investigadores que tuvieron la amabilidad de leer este libro, especialmente con Patrick Rocher, he intentado divulgar lo mejor posible unos temas a menudo muy complejos y esbozar aclaraciones o explicaciones. Son, inevitablemente, provisionales. La novela de la Luna lleva escribie?ndose desde que existe el ser humano. Su historia eterna padecera? el hecho de ser au?n incierta.
?La Luna! Como cualquiera de mis lectores, he pasado noches enteras contemplando ese astro solitario al que la Tierra impidio? ser planeta. Siempre he son?ado con pasear por su superficie. Finalmente, le he dedicado mis estudios y mi vida, he aprendido las palabras que hablan de la Luna, el ritmo de su danza y hasta el misterio de su creacio?n.
Es esa novela la que quisiera contar aqui?.
El libro de la luna llega a las librer¨ªas el 9 de septiembre.
'El libro de la luna'
Autor: Fatoumata K¨¦b¨¦
Traducci¨®n: Regina L¨®pez Mu?oz
Editorial: Blackie Books
Formato: Carton¨¦. 198 p¨¢ginas
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