Por qu¨¦ los humanos somos presa f¨¢cil de las pandemias
El bi¨®logo Juan Botas y el f¨ªsico Juan Jos¨¦ G¨®mez Cadenas aportan perspectiva hist¨®rica a la crisis sanitaria en ¡®Virus. La guerra de los mil millones de a?os¡¯, donde relatan por qu¨¦ la epidemia es solo un episodio m¨¢s en esa contienda. ¡®Babelia¡¯ publica un adelanto
"Hay una guerra", dec¨ªa una canci¨®n del gran Leonard Cohen. Una guerra total, que se daba tambi¨¦n entre los que afirmaban su realidad inminente y los que la negaban.
Durante los primeros meses del a?o 2020, la mayor parte del mundo se aline¨® con los que aseguraban que la guerra ocurr¨ªa en la distante China, desde donde llegaban im¨¢genes de ciudades vac¨ªas y cad¨¢veres envueltos en pl¨¢stico que apenas nos conmov¨ªan: "Murieron otros", reflexiona un personaje de Borges, "pero eso aconteci¨® en el pasado, que es la estaci¨®n (nadie lo ignora) m¨¢s propicia para la muerte". Pues bien, los gobernantes de todo Occidente parec¨ªan convencidos de que la muerte se quedar¨ªa rondando la remota provincia de Wuhan.
Incluso cuando la mano invisible del miedo escrib¨ªa nuestro destino en la pared, segu¨ªamos pretendiendo que nuestro Macondo particular no se hallaba en los mapas de la Parca. Llegaba la plaga a Italia, arrollando a nuestros vecinos como una locomotora y en Espa?a pretend¨ªamos tener "solo unos pocos casos, todos importados, todos bajo control".
Y entonces, de repente, nuestros gobernantes cambiaron de bando, pasando de pacifistas que nada quer¨ªan saber con el enemigo que nos invad¨ªa a generales dispuestos a movilizar a todas sus tropas, empezando por una primera l¨ªnea de fuego de personal sanitario que ha estado combatiendo heroicamente la pandemia desde el principio, jug¨¢ndose ¡ªy perdiendo en no pocas ocasiones¡ª la vida en ello.
Tras meses de confinamiento, se consigui¨® ganar la primera batalla. A finales de junio la prevalencia del virus era muy baja, los contagios hab¨ªan descendido hasta menos de cien diarios (seg¨²n las discutibles cifras oficiales) y el n¨²mero de muertes se contaba con los dedos de las manos. Pero cualquiera que tuviera un m¨ªnimo de inteligencia pod¨ªa comprender que la victoria ¡ªcuyo precio ronda las 45.000 muertes¡ª no era ni mucho menos definitiva.
En el siglo XIV la peste bub¨®nica arras¨® Europa, aniquilando a un tercio de la poblaci¨®n y llev¨¢ndose por delante el viejo orden medieval. Todo ha ocurrido antes, y lo m¨¢s importante, volver¨¢ a ocurrir
Y entonces, sin m¨¢s, nuestros gobernantes mutaron con la facilidad y la rapidez con que lo hace un virus de ARN. El estado de excepci¨®n se troc¨® en "Nueva Normalidad", sin restricciones en las reuniones p¨²blicas y privadas y sin un sistema eficiente de rastreo de casos, una de las claves esenciales para combatir una pandemia. Daba la impresi¨®n de que los gobernantes hab¨ªan decidido que el virus pod¨ªa desaparecer por decreto. Y desde luego, muchos ciudadanos, hartos de tantos meses de secuestro, desinformados y desconocedores ¡ªen mitad de la sobreabundancia de informaci¨®n que tambi¨¦n incluye un repertorio siempre creciente de exageraciones y falsedades¡ª de los mecanismos de propagaci¨®n del nuevo coronavirus, dieron, tambi¨¦n, por terminada la batalla.
Pero la guerra no ha hecho m¨¢s que empezar. Completamos este libro a principios del mes de agosto, cuando la pandemia excede ya los 20 millones de contagios en el mundo y empieza a repuntar una segunda oleada del virus en Espa?a y otros pa¨ªses. El futuro es incierto (quiz¨¢s el futuro es siempre incierto, pero solo nos damos cuenta en tiempos de pandemia). Todos esperamos la vacuna como el man¨¢ celeste, pero nadie sabe exactamente cu¨¢ndo llegar¨¢. El d¨ªa que haya suficientes para vacunar esencialmente a toda la poblaci¨®n mundial, se habr¨¢ ganado esta guerra.
O tal vez deber¨ªamos decir esta escaramuza, ya que, en el contexto de la contienda entre los virus y el resto de las formas de vida, la actual pandemia mundial no es m¨¢s que un episodio insignificante. Esta guerra lleva libr¨¢ndose m¨¢s de mil millones de a?os y sigue provocando, a d¨ªa de hoy, aut¨¦nticos holocaustos (por ejemplo, en los oc¨¦anos, donde los cad¨¢veres de las bacterias y las arqueas exterminadas por los virus contribuyen de manera muy significativa a las emisiones totales de carbono). Comparado con la contienda entre bacteri¨®fagos y bacterias o arqueas, las luchas entre los virus y el resto de los seres vivos son casi amistosas.
En toda contienda es necesario conocer al enemigo. Cuando el enemigo es un virus, "conocer" adquiere un matiz profundo. A los virus no se les derrota con balas y ca?ones, sino con antivirales y vacunas. Nuestras armas, en esta contienda, son las que nos proporciona la ciencia, y la ciencia se basa, en primer lugar, en observar y comprender.
Los virus son uno de los seres vivos ¡ªo casi vivos, la discusi¨®n a ese respecto no es balad¨ª y la abordaremos en estas p¨¢ginas¡ª m¨¢s antiguos y m¨¢s sencillos de la historia del planeta, poco m¨¢s que una pizca de c¨®digo gen¨¦tico envuelta en una c¨¢psula de prote¨ªna, aunque esa sencillez es enga?osa, como todo lo que les concierne. En realidad, son nano-robots asombrosos, dotados de poderosas estrategias evolutivas para infectar a sus hu¨¦spedes y multiplicarse a sus expensas.
En la primera parte de este libro nos ocuparemos de entender mejor estos nanobots prodigiosos. Veremos c¨®mo funcionan, cu¨¢les son los mecanismos de los que se sirven para infectarnos y c¨®mo nuestras formidables defensas se enfrentan a ellos. Veremos tambi¨¦n que sus estrategias son muy diferentes. Algunos virus, como el TTV, coexisten con nosotros sin da?arnos y, de hecho, todos llevamos en nuestro genoma rastros de antiguos invasores que se quedaron all¨ª. Otros, como el del ¨¦bola, lanzan un ataque suicida, que, si prospera, destroza literalmente a su v¨ªctima en cuesti¨®n de d¨ªas. Hay virus asesinos, okupas, hackers y mutantes, virus cuyo efecto no pasa de unos estornudos o un grano en la nariz y otros capaces de licuar nuestros ¨®rganos internos. Hay incluso virus esquizofr¨¦nicos, que conviven con nosotros pac¨ªficamente durante d¨¦cadas y de repente nos provocan un c¨¢ncer fatal. Los virus son par¨¢sitos de todos los animales y plantas, de las bacterias y las arqueas e incluso de otros virus. Peligrosos como pueden llegar a ser, no dejan de asombrarnos.
La segunda parte de este libro narra ¡ªsiguiendo una perspectiva hist¨®rica que arranca hace milenios¡ª algunos de los episodios cruciales en la guerra contra los virus, que, dicho sea de paso, no pueden desligarse de las batallas libradas contra las bacterias y otros pat¨®genos, no solo porque estos ¨²ltimos son en ocasiones tan peligrosos como los nanobots que protagonizan nuestra historia, sino porque, como veremos cuando hablemos de los bacteri¨®fagos, se pueden dar extra?as alianzas entre enemigos mortales como los virus y los humanos a la hora de enfrentarse con un tercero, las bacterias.
La perspectiva hist¨®rica es esencial. El SARS-CoV-2 es la primera noticia que muchas personas, en particular las m¨¢s j¨®venes, tienen de un virus peligroso. En los pa¨ªses occidentales, los virus ¡ªo las bacterias¡ª se consideraban hasta hace seis meses problemas de otra gente. Y, sin embargo, la gripe espa?ola mat¨® a 50 millones de personas hace solo cien a?os, y enfermedades como la polio, la viruela o la tuberculosis han segado incontables vidas ¡ªlos n¨²meros se cifran en cientos de millones¡ª en los ¨²ltimos dos siglos. Comparada con algunas de estas armas de destrucci¨®n masiva, la COVID-19, con toda su gravedad, no deja de ser un peso medio. Saber de d¨®nde venimos ¡ªcomprender el sufrimiento que virus y bacterias han ocasionado a las generaciones que nos precedieron¡ª es importante para comprender mejor los tiempos que nos ha tocado vivir.
Dedicamos la tercera parte de este libro al SARS-CoV-2. Se trata de un bicho sofisticado, con un imponente repertorio de trucos, que le han permitido ¡ªayudado por nuestra falta de previsi¨®n, arrogancia e insolidaridad¡ª expandirse por todo el planeta. Como todos hemos aprendido a las bravas, la ¨²nica forma eficiente de combatirlo es desarrollar f¨¢rmacos ¡ªvacunas y antivirales¡ª eficientes. El esfuerzo para desarrollar una vacuna contra el virus, as¨ª como mejorar los sistemas de diagn¨®stico, es una de las m¨¢s impresionantes proezas cient¨ªficas de la Historia, que relataremos con cierto detalle.
La pandemia no ha infectado a todo el mundo, pero todos estamos enfermos de incertidumbre. Hay un poema de Francisco Brines que captura con precisi¨®n estos sentimientos.
?Fueron largos y ardientes los veranos!
Est¨¢bamos desnudos junto al mar,
y el mar a¨²n m¨¢s desnudo. Con los ojos,
y en unos cuerpos ¨¢giles, hac¨ªamos
la m¨¢s dichosa posesi¨®n del mundo.
[¡]
Hoy parece un enga?o que fu¨¦semos felices
al modo inmerecido de los dioses.
Parece un enga?o que solo hace unos meses pudi¨¦ramos pasear cogidos de la mano, besar al amigo que encuentras por la calle, apretarnos en la barra del bar o el estadio de f¨²tbol. Parece un enga?o que nos fuera bien el negocio y durmi¨¦ramos de un tir¨®n por la noche.
Pero todo esto ya ha pasado antes. En el siglo XIV la peste bub¨®nica arras¨® Europa, aniquilando a un tercio de la poblaci¨®n y llev¨¢ndose por delante el viejo orden medieval y posiblemente la fe en un Dios todopoderoso y benigno. Todo ha ocurrido antes, y lo m¨¢s importante, volver¨¢ a ocurrir.
La tentaci¨®n de olvidar lo que estamos aprendiendo a sangre y fuego es grande. El riesgo de reaccionar a la cat¨¢strofe rechazando la globalizaci¨®n y escondiendo la cabeza debajo del ala es enorme. A fin de cuentas, Macondo era tan peque?o que no figuraba en los mapas de la muerte. Entonces ?por qu¨¦ no regresar a la aldea, cerrar las fronteras y confiar en un Gran Hermano gubernamental que nos proteja? Todos esos escenarios dist¨®picos, adem¨¢s de terribles, no sirven para nada. El siguiente virus volver¨¢ a saltar desde un murci¨¦lago, un cerdo, una rata o cualquier otro animal a los humanos, o ser¨¢ liberado por bioterroristas. Puede que se trate del producto de una sofisticada manipulaci¨®n gen¨¦tica, pero bastar¨ªa con el viejo virus de la viruela para provocar una cat¨¢strofe de dimensiones inconmensurables. Los escenarios son numerosos y algunos muy aterrorizantes, pero si algo es cierto es que la pr¨®xima pandemia es inevitable y, posiblemente, inminente.
?Qu¨¦ hacer entonces?
Este libro est¨¢ escrito por un bi¨®logo y un f¨ªsico. Los autores se conocieron hace m¨¢s de treinta a?os cuando coincidieron en su estancia postdoctoral en la Universidad de Stanford, en Estados Unidos. A lo largo de estas tres d¨¦cadas hemos mantenido la amistad personal y el inter¨¦s por el trabajo del otro, pero solo ahora hemos empezado a colaborar, y no ¨²nicamente en este libro, sino en el desarrollo de sensores y sistemas de prevenci¨®n contra el SARS-CoV-2. Nuestro caso es com¨²n. En todo el globo, cient¨ªficos de muy diferentes especialidades ¡ªm¨¦dicos, bi¨®logos, f¨ªsicos, qu¨ªmicos, inform¨¢ticos, nanotecn¨®logos, ingenieros¡ª est¨¢n trabajando juntos, a menudo aparcando sus anteriores proyectos, en la batalla contra el virus. Esta llamada a las armas de la ciencia mundial nos llena de esperanza. Tambi¨¦n es esperanzador el creciente n¨²mero de art¨ªculos escritos por fil¨®sofos, economistas, soci¨®logos y muchos otros intelectuales analizando las herramientas sociales, no menos necesarias e importantes que las tecnol¨®gicas que vamos a necesitar para combatir esta y las pr¨®ximas pandemias.
Juan Botas es doctor en Biolog¨ªa y ejerce como profesor en el Baylor College of Medicine de Houston. Juan Jos¨¦ G¨®mez Cadenas es doctor en F¨ªsica. En la actualidad es profesor Ikerbasque en el Donostia International Physics Center (DIPC).
'Virus. La guerra de los mil millones de a?os'
Autores: Juan Botas y Juan Jos¨¦ G¨®mez Cadenas
Editorial: Espasa, 2020
Formato: Tapa blanda. 352 p¨¢ginas
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.