Sarah Moon, el sue?o de un sue?o
Sus im¨¢genes pict¨®ricas y et¨¦reas alejaron a la fotograf¨ªa de moda de los estereotipos establecidos por la mirada masculina. Una exposici¨®n recorre el universo on¨ªrico de la artista francesa a trav¨¦s de su cine y su fotograf¨ªa
La fotograf¨ªa es una ficci¨®n para Sarah Moon, (Vernon, Francia, 1941), ¡°un eco del mundo¡± donde resuena una rara y evocadora belleza construida a base de la insinuaci¨®n; una ventana a trav¨¦s de la cual ha dado rienda suelta a un imaginario po¨¦tico que oscila entre lo visible y lo invisible. ¡°A menudo envidio a aquellos que saben fotografiar la vida. Yo la esquivo¡±, asegura la artista francesa que alej¨® la fotograf¨ªa de moda de los clich¨¦s creados por la mirada masculina. ¡°Empiezo de la nada. Me invento una historia que queda sin contar. Me imagino una situaci¨®n que no existe, borro un espacio para inventar otro, cambio la luz, lo vuelvo irreal y luego lo intento. Atenta a lo inesperado, espero ver aquello de lo que no me acuerdo, deshago lo que un¨ª, confi¨® en la suerte, pero m¨¢s que otra cosa, anhelo la emoci¨®n del disparo¡±.
Renovadora de la fotograf¨ªa de moda, durante m¨¢s de tres d¨¦cadas ha ido dando forma a una obra personal a trav¨¦s de la fotograf¨ªa, el v¨ªdeo y tambi¨¦n el cine. Un universo donde el tiempo es continuo, el pasado se funde con el presente presintiendo el futuro, y al que nos abre las puertas Pass¨¦Pr¨¦sent, la exposici¨®n que el Museo de Arte Moderno de Par¨ªs dedica a la artista. Alejada de cualquier planteamiento cronol¨®gico la muestra entrelaza temas, t¨¦cnicas y etapas utilizando como hilo conductor una selecci¨®n de las pel¨ªculas realizadas por Moon. Incluye tambi¨¦n como ap¨¦ndice una sala dedicada a la relevante figura del editor Robert Delpire (1926-2017), destacando su influencia en la vida de la autora de la que fue pareja durante cinco d¨¦cadas.
Sus primeros retratos los realiz¨® en Londres en 1968. De origen jud¨ªo, lleg¨® a la capital brit¨¢nica con su familia huyendo de una Francia ocupada por los nazis. Por aquel entonces era modelo, y hab¨ªa posado para Guy Bourdin, Helmut Newton o Irving Penn. As¨ª mientras los swinging sixties llegaban a su fin y cansada de prestar su cuerpo a la c¨¢mara decidi¨® observar el mundo desde el otro lado del visor. Atr¨¢s dejaba su nombre real, Marielle Hadengue, cuando comenz¨® a trabajar para las firmas Biba y Cacharel, dispuesta a liberar a la mujer de la mirada masculina imperante que la mostraba como objeto de deseo. Las fot¨®grafas Lillian Bassman y Deborah Turbeville la acompa?aban en su empe?o.
Su lenguaje fotogr¨¢fico comenz¨® a distanciarse del glamur codificado y de todo clich¨¦; cuerpos et¨¦reos, miradas esquivas que se resisten a ser totalmente definidas por el espectador, perdidas en una atm¨®sfera melanc¨®lica y rom¨¢ntica que evocan versiones on¨ªricas de la realidad de claros tintes pictorialistas. De ah¨ª que su obra haya sido descrita como un enigma interpretado desde la nostalgia. ¡°?Qu¨¦ es la nostalgia?¡±, pregunta la escritora Dominique Edd¨¦ a la artista en uno de los textos que re¨²ne el cat¨¢logo de la muestra. ¡°Es el sue?o de cualquier cosa que no existe. Es el sue?o de un sue?o¡±.
El punto de inflexi¨®n en su trayectoria art¨ªstica se produjo en 1985, tras la muerte de su asistente Mike Yacel. Su nombre era ya un refrente en el mundo de la moda cuando comenz¨® a centrarse en sus proyectos personales, entregada a una tarea en solitario, m¨¢s libre e imprevisible. De esta forma estableci¨® dos l¨ªneas de trabajo que aunque obedecen a procesos separados su divisi¨®n es porosa. ¡°Los contagios entre estos dos reg¨ªmenes de im¨¢genes contin¨²an enriqueciendo las cuestiones que provocan las fotograf¨ªas de Sarah Moon¡±, se?ala Schulmam.
Paisajes urbanos, relojes que parecen haber dejado de marcar las horas, animales, extra?as criaturas, plantas y hermosas mujeres envueltas en vaporosos vestidos, Caperucita posa en la ciudad tras un bosque imaginario. Un ni?o corre aterrado antes de ser capturado. Todo ello configura un mundo on¨ªrico. Instantes fugaces, tambi¨¦n de pesadilla y de inquietud, envueltos en un aura de misterio. ¡°En el coraz¨®n del drama de tus fotos existe un gran enigma¡±, escribe el fot¨®grafo Duane Michals a la artista.
Autodidacta como fot¨®grafa, aprendi¨® a apreciar la fotograf¨ªa en el cine, donde pas¨® tantas horas de su ni?ez y juventud. ¡°Se aprecian las influencias est¨¦ticas del sovi¨¦tico Sergei Eisenstein, as¨ª como de los alemanes G. W. Bast, Carl Theodor Dreyer y F. W. Murnau. De ellos aprendi¨® a jugar con la extra?eza¡±, destaca la comisaria. ¡°Su b¨²squeda de la belleza es paralela a una profundidad que conecta con desaparici¨®n y tambi¨¦n con la muerte. La belleza es algo muy evanescente que tambi¨¦n puede hallarse en las sombras¡±. En la muestra predomina el uso del blanco y negro al que describe como el color de la memoria.
La est¨¦tica del accidente perseguida por la autora se observa ya en algunos fot¨®grafos de la ¨¦poca victoriana como Julia Margaret Cameron. Una b¨²squeda fuertemente rechazada entonces por ser el ¨¦xito de un error y que entrar¨ªa a formar parte del vocabulario de la fotograf¨ªa de vanguardia a partir de los comienzos del siglo XX. "Siempre me ha gustado el pictorialismo, me han criticado bastante por ello, pero los fot¨®grafos que realmente me gustaron fueron Robert Frank, Diane Arbus y Henri Cartier-Bresson", aseguraba la fot¨®grafa en una conversaci¨®n con Quentin Bajac. El conservador y experto en fotograf¨ªa observa en esa tendencia a mirar hacia atr¨¢s de la autora no ¡°la expresi¨®n de una nostalgia por el pasado, sino m¨¢s bien un laboratorio formal de riqueza hasta entonces insospechada¡±.
As¨ª, las alteraciones creadas a partir de los negativos de la c¨¢mara Polaroid: ara?azos, huellas digitales y manchas, junto con los desenfoques contribuyen a que la imagen se distancie de la realidad. La materialidad de la fotograf¨ªa parece m¨¢s viva y visible al tiempo que dificulta al espectador la capacidad de situarla en una ¨¦poca concreta. ¡°Moon persigue capturar un momento que est¨¦ absolutamente fuera del tiempo, que sea atemporal¡±, se?ala la comisaria. ¡°A esto se a?ade el hecho de que algunas de las im¨¢genes no han sido fijadas intencionadamente, de forma que est¨¢n siendo borradas progresivamente por el tiempo y la luz. El tema de desaparici¨®n de la imagen se encuentra en el coraz¨®n de su b¨²squeda¡±.
Comenz¨® a trabajar en el cine a finales de los ochenta. Mississippi One (1991) ser¨ªa su primer largometraje. Su trayectoria abarca desde la ficci¨®n hasta el cine documental. Cada secci¨®n de la exposici¨®n gira en torno a una proyecci¨®n de las versiones de los cuentos de Charles Perrault y Hans Christian Andersen que la autora ha adaptado dentro de un contexto actual, entre ellos Caperucita Roja (Le chaperon noir, 2010) y Barba Azul (Le fil rouge, 2006). Dichas adaptaciones adquieren un tono bastante dram¨¢tico que alude a la dif¨ªcil acomodaci¨®n de los ni?os al mundo adulto. "Al hacer pel¨ªculas, Sarah Moon elige historias que todos conocen, excepto ella¡±, escribe el actor y guionista Jean-Claude Carri¨¨re en el cat¨¢logo. ¡°Al menos esa es la impresi¨®n que da, las descubre mostr¨¢ndonoslas. En cualquier caso, descubre lo esencial. Su forma de mostrar, es decir, de ver, es la suya [¡] S¨ª, en las pel¨ªculas de Sarah Moon casi se podr¨ªa decir que hay que mirar lo que no se ve. Este es uno de sus secretos¡±.
Sarah Moon. Pass¨¦Pr¨¦sent. Museo de Arte Moderno de Par¨ªs. Hasta el 10 de enero.
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