¡®Showgirls¡¯ y el cine malo de culto
El documental 'You Don¡¯t Nomi' rehabilita la incomprendida cinta de Paul Verhoeven y recuerda que nada confiere m¨¢s legitimidad cultural a una pel¨ªcula que una relectura en clave 'camp'
Ni tan mala como se dijo tras su catastr¨®fico estreno, del que se acaban de cumplir 25 a?os, ni tan buena como asegura con insistencia su febril club de fans. Showgirls, la obra m¨¢s inexplicable de Paul Verhoeven, trasciende esas categor¨ªas binarias y exige otras m¨¢s complejas a quien aspire a sentar c¨¢tedra sobre su calidad. Observada desde la gustosa distancia de lo camp, este cuento moral sobre una stripper dispuesta a comerse el mundo que termina convertida en reina de Las Vegas, recordada por sus interpretaciones calamitosas y sus desnudos incomprensiblemente antier¨®ticos, se transforma en un festival de humor c¨¢ustico y subtextos pol¨ªticos. Ni buena ni mala, sino todo lo contrario: Showgirls es una ¡°obra maestra de mierda¡±, como sostiene el documental You Don¡¯t Nomi, reci¨¦n estrenado en Filmin, que relata c¨®mo uno de los mayores fracasos de la historia de Hollywood devino, contra todo pron¨®stico, en un objeto de culto.
El documental sigue la estela de otros intentos recientes de descodificar las se?ales ocultas en el cine de las ¨²ltimas d¨¦cadas, como Room 237 (2012), sobre los significados esot¨¦ricos de El resplandor; Beyond Clueless (2014), que analizaba el contenido, no siempre anodino, de las teen movies, o Romantic Comedy (2019), reflexi¨®n sobre las pol¨ªticas disimuladas en la comedia rom¨¢ntica. You Don¡¯t Nomi parte de la misma econom¨ªa de medios: la voz en off de distintos expertos, a los que nunca vemos en pantalla, comenta im¨¢genes cedidas en nombre del fair use, pol¨ªtica de copyright que permite utilizar gratuitamente fragmentos de pel¨ªculas en los documentales. Entre ellos se encuentran el poeta Jeffery Conway, que convirti¨® la pel¨ªcula en un poema ¨¦pico narrado en sextinas; el cr¨ªtico Adam Nayman, autor del libro It Doesn¡¯t Suck, piedra angular de esta rehabilitaci¨®n; o la drag queen Peaches Christ, quien orquesta desde 1997 un espect¨¢culo anual en San Francisco con el que rinde pleites¨ªa al m¨¢s improbable de los cl¨¢sicos.
You Don¡¯t Nomi subraya la naturaleza sat¨ªrica de la pel¨ªcula, obra de un Verhoeven que dijo inspirarse en la nueva objetividad, la escuela expresionista alemana con un pronunciado gusto por la caricatura social, sofisticada elecci¨®n est¨¦tica que muchos espectadores no lograron captar. Aun as¨ª, tambi¨¦n pone en duda que el director no se tomase en serio lo que contaba. El documental prefiere ver Showgirls, tal vez la ¨²ltima superproducci¨®n que crey¨® en el sexo como argumento de venta, como un fracaso m¨¢s interesante que la mayor¨ªa de ¨¦xitos, y que escond¨ªa, entre el grueso follaje de un sinf¨ªn de escenas fallidas y sensacionalistas, una contundente diatriba contra la corrupci¨®n espiritual de la sociedad estadounidense y los cr¨ªmenes cometidos en nombre del sue?o americano. You Don¡¯t Nomi tambi¨¦n rinde justicia a la actriz que interpret¨® a la inefable Nomi Malone, Eliza?beth Berkley, vilipendiada por comentaristas que fueron bastante m¨¢s all¨¢ de lo meramente interpretativo ¡ªla cr¨ªtica de The New York Times Janet Maslin lleg¨® a escribir que ten¨ªa ¡°la boca abierta y la mirada perdida de una mu?eca inflable¡±¡ª y que nunca se rehar¨ªa de este rev¨¦s, mientras que Verhoeven s¨ª logr¨® renacer de sus cenizas.
La parte m¨¢s conmovedora del documental muestra a Berkley reapareciendo delante de hordas de admiradores en una proyecci¨®n al aire libre en Hollywood Forever, el cementerio de las estrellas, para reconciliarse con el filme que le hizo creer que ella tambi¨¦n ser¨ªa una. La actriz, que pas¨® de simular una adicci¨®n a las pastillas de cafe¨ªna en una risible escena de Salvados por la campana a practicar sexo acrob¨¢tico en una piscina con Kyle MacLachlan ¡ªJessie Spano y Dale Cooper: ese debi¨® de ser el apareamiento m¨¢s contra natura de toda la televisi¨®n de los noventa¡ª, se someti¨® sin ¨¦xito al cl¨¢sico rito de paso para toda ni?a prodigio, de Marisol a Miley Cyrus: sexualizar al m¨¢ximo su cuerpo para ser tomada en serio como artista. La pel¨ªcula parece denunciarlo en un interesante segmento, en el que establece un fascinante paralelismo entre la impetuosa interpretaci¨®n de Berkley y la Cobra Woman a la que encarn¨® Mar¨ªa Montez, otra v¨ªctima del implacable juego de Hollywood.
Ante uno de esos fracasos susceptibles de destruir toda una carrera, de los que solo el cine estadounidense parece capaz, una pel¨ªcula suele contar con dos poderosos grupos de apoyo. El primero es la cultura queer, tan capacitada para ensalzar la distra¨ªda belleza de los seres con taras. Solo unos meses despu¨¦s del estreno de Showgirls, la pel¨ªcula revivi¨® en los midnight screenings, esas sesiones de medianoche en las que, en otro tiempo, renacieron pel¨ªculas ridiculizadas o incomprendidas como The Rocky Horror Picture Show, El valle de las mu?ecas o Querid¨ªsima mam¨¢. El documental apunta a la lectura queer que conten¨ªa Showgirls, la historia de una chica de pueblo que se reinventa cambiando de nombre y de identidad, y rode¨¢ndose de una familia postiza, como tantos homosexuales. El segundo de esos lobbies ser¨ªa la cinefilia francesa, siempre dispuesta a sacarle los colores a un Hollywood incapaz de apreciar a sus propios autores. Pas¨® con Hitchcock (gracias a Truffaut) y con Jerry Lewis (de quien Godard escribir¨ªa, en los Cahiers du Cin¨¦ma, que era ¡°el ¨²nico que hac¨ªa pel¨ªculas progresistas¡± en Estados Unidos) y volver¨ªa a suceder con Verhoeven. El estreno franc¨¦s de Showgirls se vio hundido por las cr¨ªticas devastadoras que llegaban del otro lado del Atl¨¢ntico ¡ª¡°el vac¨ªo, incluso si es consciente de su vacuidad, sigue estando vac¨ªo¡±, dijo Le Monde¡ª, pero una segunda ola no tard¨® en salir en su defensa. Otro genio de la nouvelle vague, Jacques Rivette, la calific¨® en 1998 como ¡°una de las mayores pel¨ªculas estado?unidenses de los ¨²ltimos a?os¡± y tild¨® la interpretaci¨®n de Berkley de ¡°asombrosa¡±. ¡°Como todo en Verhoeven, es muy desagradable: se trata de sobrevivir en un mundo poblado por basura¡±, explic¨® Rivette a quienes no lo hubieran entendido.
Este cap¨ªtulo recuerda que nada, ni siquiera una lluvia de oscars, confiere tanta legitimidad cultural a una pel¨ªcula como una relectura en clave camp. A medida que los grandes estudios limitan los riesgos en sus inversiones, los accidentes industriales como el que protagoniz¨® Showgirls se han vuelto m¨¢s escasos. Lo que no significa que ya no los haya, como demuestra el caso reciente de Cats, la gran apuesta para los Oscar de 2019 que se estrell¨® en la taquilla y termin¨® siendo v¨ªctima de escarnio en las redes sociales. Como a Verhoeven, al director Tom Hooper tambi¨¦n le perdi¨® la hibris. Pero hay esperanza hasta para su pavoroso musical: las sesiones golfas de algunos cines ya se han apiadado de ¨¦l.
You Don¡¯t Nomi (2019). Jeffrey McHale. Disponible en Filmin.
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