Elena Medel: ¡°?Qu¨¦ quieren los j¨®venes? Llegar a fin de mes¡±
Con 17 a?os se convirti¨® en una de las voces de referencia en la poes¨ªa espa?ola del siglo XXI. Ahora tiene 35 y se estrena como novelista con 'Las maravillas', una historia de familia, precariedad y periferia. Llega a las librer¨ªas esta semana, pero ya se est¨¢ traduciendo a?seis?idiomas
"All¨ª empieza y termina la novela¡±, dice Elena Medel se?alando la estaci¨®n de Atocha desde la terraza del Museo Reina Sof¨ªa. La novela de la que habla es Las maravillas (Anagrama), su estreno como narradora despu¨¦s de firmar tres libros de poemas que la han convertido en una referencia en el g¨¦nero. Las maravillas termina adem¨¢s en una tarde muy concreta, la del 8 de marzo de 2018: ¡°Ese d¨ªa el feminismo se instal¨® en la conciencia de mucha gente y quise subrayarlo desde dos puntos de vista muy distintos¡±. Se refiere a sus protagonistas. Por un lado, Mar¨ªa, cordobesa cercana a la jubilaci¨®n que se gana la vida como limpiadora en Madrid. Por otro, Alicia, treinta?era del mismo origen que recala en la capital para trabajar en lo que salga. Para la primera, la manifestaci¨®n del 8-M es la culminaci¨®n de d¨¦cadas de activismo. Para la segunda, un engorro que satura el metro y retrasa su vuelta a casa.
Las dos viven en la periferia. Como la propia escritora ¡ªtambi¨¦n de C¨®rdoba, tambi¨¦n de 35 a?os¡ª, que ha llegado al centro con un salvoconducto para ir al m¨¦dico y, luego, a la entrevista. Vive en Puerta Bonita, uno de los barrios del distrito de Carabanchel confinados hace d¨ªas por la Comunidad de Madrid. Es, junto a Atocha, Canillejas y el barrio cordob¨¦s de Ca?ero, un escenario clave de la novela. ?C¨®mo se ha vivido all¨ª el confinamiento? ¡°Como una complicaci¨®n m¨¢s en el d¨ªa a d¨ªa. La dicotom¨ªa entre ser virus o vacuna es absurda cuando el 90% de los vecinos tiene que salir a trabajar. Se redujo al clich¨¦ a un barrio que tiene tantos habitantes como A Coru?a. Eso la derecha. La izquierda us¨® el estereotipo inverso: el buen salvaje. Hablaban de Carabanchel y no es que no lo hubieran pisado, es que ni se hab¨ªan metido en Google a ver una foto. Mientras, en el centro de salud de Abrantes faltan m¨¦dicos desde agosto¡±.
Medel es, dice, muy consciente del lugar en el que vive y de la clase a la que pertenece. Tanto que no duda en calificar su novela de ¡°pol¨ªtica¡±. Por si quedaban dudas, como t¨ªtulo de trabajo manej¨® uno inequ¨ªvoco: Ideolog¨ªa. ¡°Luego cambi¨®, como tantas cosas¡±. La que llega a las librer¨ªas el pr¨®ximo mi¨¦rcoles no es la primera versi¨®n de Las maravillas. Hubo otras 10. Tampoco es la primera novela que escribe esta autora que con 17 a?os deslumbr¨® con su primer poemario. Tres novelas m¨¢s terminaron en la papelera. ¡°Escribir poes¨ªa¡±, explica, ¡°me ha servido para descartar sin dolor lo que sobra: sea una escena o un libro entero¡±. La versi¨®n final recoge muchas sugerencias de amigas y amigos, de Anagrama y hasta de Surhrkamp, el sello alem¨¢n que la est¨¢ traduciendo ya. Lo mismo que Einaudi en Italia y otros en el Reino Unido, Holanda, Portugal y Grecia.
Hija de una auxiliar administrativa en paro y de un empleado de una empresa de reprograf¨ªa, de ni?a Medel conviv¨ªa con su abuela mientras sus padres trabajaban. Le gustaba pasar las p¨¢ginas de las revistas y un d¨ªa las sustituy¨® por libros infantiles. La gran revelaci¨®n ser¨ªa la antolog¨ªa de la generaci¨®n del 27 que le regalaron cuando empez¨® el instituto: ¡°Descubr¨ª Poeta en Nueva York. No me enter¨¦ de nada, pero hab¨ªa algo all¨ª que me apelaba. Aquel era el idioma en el que yo quer¨ªa hablar. Y empec¨¦ a escribir¡±. Hasta entonces, sus pinitos con la escritura no pasaban, dice, de ¡°lo normal¡±: cambiarles el final a los cap¨ªtulos de Oliver y Benji.
Cuando tuvo suficientes poemas arm¨® un libro, le puso un t¨ªtulo ¡ªMi primer bikini¡ª y lo envi¨® a un concurso. Gan¨®, se tradujo al ingl¨¦s y al sueco y ella empez¨® a ser el perejil de todos los recitales y mesas redondas. ¡°Ahora creo que deber¨ªa haber esperado para publicar¡±, lamenta. ¡°Era una adolescente entre gente de la edad de mis padres¡±. Fue la poeta del momento como antes lo fueron Ana Mar¨ªa Moix, Blanca Andreu o Luisa Castro. ¡°La poeta del momento y el escritor obrero¡±, se r¨ªe, ¡°son como la mujer barbuda: una mezcla de atracci¨®n de feria y cuota para calmar conciencias. Antes hab¨ªa plaza para una sola escritora por generaci¨®n. Eso ha cambiado. Ahora somos decenas, ya no somos tan invisibles¡±.
Ella misma ha contribuido a esa visibilidad. En 2004 fund¨® la editorial La Bella Varsovia, que publica a poetas como Lara Moreno, Mercedes Cebri¨¢n, Luna Miguel o Mar¨ªa S¨¢nchez, cuyo Cuaderno de campo lleva vendidos m¨¢s de 6.000 ejemplares, estratosf¨¦rica cifra para un libro de versos. Su reto es ahora bucear en el pasado: ¡°Quiz¨¢ en el 27 no hubo una mujer que escribiera Poeta en Nueva York, pero ?tuvieron las condiciones para hacerlo? Concha M¨¦ndez se escap¨® de casa porque sus padres no quer¨ªan ni que estudiara ni que escribiera. Luc¨ªa S¨¢nchez Saornil era de clase baj¨ªsima y dej¨® la literatura por el periodismo para comer. ?Qu¨¦ escritora pod¨ªa, como Lorca, pedir dinero a su familia porque estaba en Madrid haciendo carrera literaria? Ninguna. Y luego est¨¢ el canon. ?Son ellas peores que Domenchina y otros de la n¨®mina oficial? No es verdad que no haya autoras, hay que buscarlas¡±.
A esas circunstancias a?ade otra: la maternidad. ¡°Hay escritoras que tuvieron un par¨®n de 15 a?os porque fueron madres¡±, argumenta. Y relata un caso que le parece desgarrador: ¡°Cuando Carmen Mart¨ªn Gaite gana el Premio Nadal le hacen un reportaje en Abc con este titular: ¡®La cena del Nadal¡¯. En la foto sale ella dando de comer a su hija, porque no ha ido a Barcelona al fallo. Fue su hermana, que la llamaba por tel¨¦fono cada vez que pasaba una ronda de votaciones. D¨ªas despu¨¦s, la entrevistan y cuenta su d¨ªa a d¨ªa: cuando la ni?a se acuesta y Ferlosio se va a la tertulia del Gij¨®n, ella se pone a escribir. Y a?ade: ¡®Hay tardes en que paso las horas so?ando con ese momento¡¯. ?Y es Mart¨ªn Gaite!¡±.
Literatura machista y clasista
¡°El machismo ha marcado la historia de la literatura¡±, subraya, ¡°pero tambi¨¦n el clasismo. Y de eso se habla menos. Mujer y pobre, ni te cuento. Se escribe con talento y esfuerzo, s¨ª, pero tambi¨¦n con tiempo. Si no tienes dinero para comprarlo es imposible plantearse proyectos de cierta ambici¨®n. Bueno, es posible a base de robar horas al sue?o, hacer sobreesfuerzos y aceptar un mont¨®n de trabajos que normalmente no aceptar¨ªas¡±. Ella compagina la escritura y la edici¨®n con la correcci¨®n y la lectura para otros sellos. ¡°Pero no soy la excepci¨®n¡±, aclara. ¡°El dinero y la precariedad est¨¢n continuamente en las conversaciones con mis amigas. Hay quien se pregunta qu¨¦ quieren los j¨®venes. F¨¢cil: llegar a fin de mes¡±.
De eso trata en parte su primera novela. Y de eso trataba su ¨²ltimo poemario, Chatterton (2014). Tard¨® ocho a?os en terminarlo. ?Por qu¨¦? Elena Medel utiliza mucho el adjetivo ¨¦pico como sin¨®nimo amable de desastroso, y su respuesta es que aquellos fueron ¡°a?os ¨¦picos¡±. El 27 de diciembre de 2011, mientras Ana Botella tomaba posesi¨®n como alcaldesa de Madrid en la tele de una cafeter¨ªa, ella esperaba en la estaci¨®n de M¨¦ndez ?lvaro para volverse a C¨®rdoba. ¡°En tres meses viv¨ª el derrumbe: me separ¨¦ de mi pareja y perd¨ª todos los trabajos¡±, cuenta. ¡°Cada semana me llamaba alguien para cancelar una colaboraci¨®n. Pas¨¦ de tener un sueldo corriente ¡ª1.200 euros¡ª a ganar cero. El superm¨¦s. Luego vuelves a casa de tus padres y est¨¢s de prestado, intentas construir una vida y no puedes. Viv¨ªa en un simulacro¡±. ?Tuvo sensaci¨®n de fracaso? ¡°Fracaso suena demasiado solemne. M¨¢s bien de frustraci¨®n¡±.
Le rechazaron un libro de cuentos que le hab¨ªa pedido una editorial y escribi¨® Chatterton con la sensaci¨®n de ¨²ltima oportunidad. Tambi¨¦n se lo rechazaron. Prob¨® suerte en el Premio Loewe y gan¨® la categor¨ªa para j¨®venes. Meses despu¨¦s public¨® su poes¨ªa reunida y la titul¨® con un verso de Louis Aragon: Un d¨ªa negro en una casa de mentira. En 2015 volvi¨® a Madrid ¡°m¨¢s consciente del peso del dinero¡±. Tanto que su falta es la espina dorsal de Las maravillas, una novela formalmente muy arriesgada en la que, adem¨¢s, se narra la Transici¨®n desde la periferia: ¡°Volv¨ª a ver Laberinto de pasiones y repar¨¦ en que aquello no ten¨ªa nada que ver con la juventud de mis padres. Hab¨ªa un pa¨ªs entero en ciudades de provincia o en barrios de las afueras. Sin embargo, la historia se ha contado no ya desde Madrid, sino desde el centro de Madrid¡±. Por eso, junto a la obra de Rafael Chirbes, Bel¨¦n Gopegui o Marta Sanz, cita como influencia clave el cine feminista de Cecilia Bartolom¨¦: ¡°Carmen de Carabanchel marc¨® esta novela¡±.
Aunque la protagonista joven de Las maravillas naci¨®, como ella, en 1985, Elena Medel sostiene que su generaci¨®n tiene una visi¨®n de la pol¨ªtica m¨¢s cercana a la de la protagonista mayor, volcada en el asociacionismo. ¡°Lo social y lo pol¨ªtico se relacionan cada vez menos¡±, argumenta camino de la parada del autob¨²s, en Atocha. ¡°Se vio en el 15-M y se ha visto en el estado de alarma: las despensas vecinales actuaban mientras los partidos no mov¨ªan un dedo¡±. Luego se ajusta la mascarilla, se lava las manos con gel hidroalcoh¨®lico y dice: ¡°En tres cuartos de hora estoy en Puerta Bonita¡±.
Las maravillas. Elena Medel. Anagrama, 2020. 228 p¨¢ginas. 17,90 euros. Se publica el 7 de octubre
El 'anti-Cu¨¦ntame'
La otra Transici¨®n. "?No crees que alguien contar¨¢ esto alg¨²n d¨ªa?", pregunta un personaje de Las maravillas. La frase es clave en una novela que relata episodios como la muerte de Franco o la victoria del PSOE desde el punto de vista de los que los vivieron sin ¨¦pica y sin desencanto porque el encantamiento les pill¨® en el trabajo. Una amiga le dijo a Elena Medel que hab¨ªa escrito el anti-Cu¨¦ntame y a ella le parece una buena definici¨®n.
?Espasa es poes¨ªa? "La poes¨ªa siempre se est¨¢ muriendo y siempre vienen a salvarla: primero fue la mezcla con el rock; luego, la poes¨ªa esc¨¦nica, y ahora, Internet. Los salvadores se diluyen y la poes¨ªa sigue. ?El Premio Espasa? Hubiera preferido que fuera un bot. En Espa?a exist¨ªa la novela comercial, pero no la poes¨ªa comercial. Ya existe. No va conmigo. Hay que distinguir canales, obras, tipo de lector. Como editora not¨¦ ese boom porque algunos libreros apostaron por ese tipo de poes¨ªa, que se vend¨ªa mejor, y nos ped¨ªan menos libros. Pero nos hemos ido recuperando".
Publicar a una mis¨®gina. Empe?ada en demostrar que las escritoras aparecen cuando las buscas, Elena Medel acaba de publicar en La Bella Varsovia, su editorial, Empe?o de ser Medusa, de Mar¨ªa Nicolasa de Helguero y Alvarado, una "monja mis¨®gina" del siglo XVIII que arremet¨ªa contra las mujeres ilustradas. Justo lo que era ella: "La suya es escritura conventual femenina, pero neocl¨¢sica. Y est¨¢ muy bien. No hay un solo estudio sobre ella. La descubr¨ª practicando uno de mis deportes favoritos: bucear en las hemerotecas".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.