Detr¨¢s de la torre de Correos
Hoy, cuando somos ya conscientes de que cualquier cosa puede pasar, sabemos que no debemos desatender ciertas amenazas. ?O no se ha vuelto todo bien raro ¨²ltimamente?
Novela breve, pero en ning¨²n caso ¡°obra menor¡± como la han calificado algunos, El silencio, de Don DeLillo, se abre con una intuici¨®n de Einstein: ¡°No s¨¦ con qu¨¦ armas se librar¨¢ la Tercera Guerra Mundial, pero la Cuarta se librar¨¢ con palos y piedras¡±. La idea de El silencio (Seix Barral) le lleg¨® a DeLillo a principios de 2018 y el libro no lo concluy¨® hasta mediados del pasado mes de marzo, justo cuatro d¨ªas antes de que irrumpiera la pandemia. La trama vino hacia ¨¦l en el vuelo de Par¨ªs a Nueva York cuando se qued¨® con la vista puesta en la pantallita con todos los datos del vuelo y comenz¨® a preguntarse qu¨¦ ocurrir¨ªa si un d¨ªa fallara el sistema y toda aquella din¨¢mica informaci¨®n quedara de pronto reducida a cero; en definitiva, qu¨¦ suceder¨ªa si se produjera un fulminante apag¨®n tecnol¨®gico global.
La pregunta la veo a veces conectada con la que formulara en enero del a?o pasado Tom McCarthy en Casa vac¨ªa del estornino, su exposici¨®n en la Whitechapel de Londres, donde propon¨ªa que pens¨¢ramos en la amenaza que se cern¨ªa sobre nuestros s¨®lidos sistemas de control y vigilancia de masas, no tan infalibles como cre¨ªamos y m¨¢s bien siempre prestos a derrumbarse por un simple fallo.
¡°La amenaza, la amenaza¡¡± me parece estar ahora oy¨¦ndole decir al economista Antonio Flores de Lemus, aquel amigo del que hablaba Juan Benet en Barojiana, el mismo que por las calles del Madrid de postguerra, se echaba de pronto a correr y acababa refugiado en un portal desde el que, por detr¨¢s de una rendija, observaba temerosamente el cielo. ¡°La amenaza, est¨¢ all¨ª detr¨¢s de la torre de Correos, ?es que no la veis?¡±. Aquella amenaza, seg¨²n Benet, era en realidad una desamparada y desorientada nubecilla blanca que, extraviada en el luminoso cielo de la ciudad, hab¨ªa optado por inmovilizarse sin esperanza de llegar al crep¨²sculo.
Hoy, cuando somos ya conscientes de que cualquier cosa puede pasar, sabemos que no debemos desatender ciertas amenazas. ?O no se ha vuelto todo bien raro ¨²ltimamente? ?No hemos entrado en paranoias desenfrenadas? A los dos meses de inaugurar McCarthy su exposici¨®n y cuatro d¨ªas despu¨¦s de dar por terminado DeLillo El silencio, se produjo, en forma de pandemia, un fallo grave en el sistema, lo que a veces me lleva a preguntarme si no caer¨¢ pronto sobre nosotros el apag¨®n tecnol¨®gico y el corte de toda posibilidad de comunicaci¨®n que describe la novela de DeLillo. Todo podr¨ªa ser. M¨¢s altas torres cayeron. Dado que tantas de las intuiciones que tuvo Einstein han acabado confirm¨¢ndose, no ser¨ªa raro que, por ejemplo, tras un tercer gran conflicto mundial por el que cruzar¨ªamos a ciegas con todas nuestras pantallas en blanco, siguiera una guerra de palos y piedras al estilo de 2001: Odisea del espacio, lo que nos dejar¨ªa irremisiblemente viviendo a la luz de las velas, con iluminaci¨®n natural, no artificial, como en los tiempos de Barry Lindon. ?Gran cat¨¢strofe? Qui¨¦n sabe, tal vez no est¨¦ tan mal vivir en una pel¨ªcula de Kubrick.
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