Par¨ªs
Desde la habitaci¨®n de mi hotel ve¨ªa un Boulevard Saint-Germain vac¨ªo. Ahora comprendemos que el tan denostado turismo tambi¨¦n era una manifestaci¨®n de confianza en la vida
Llegu¨¦ procedente de Par¨ªs pocas horas antes de que el temporal de nieve obligara a cerrar Barajas, as¨ª que por los pelos no tuve que quedarme en Orly. He vivido un Par¨ªs con toque de queda, que comenzaba a las ocho de la tarde y terminaba a las seis de la ma?ana. Desde la habitaci¨®n de mi hotel ve¨ªa un Boulevard Saint-Germain sin transeuntes. Tuve un acto en un teatro parisino y me dieron un salvoconducto, as¨ª que una noche pase¨¦ por Par¨ªs a las diez de la noche. Me impresion¨® ver el Pont Neuf vac¨ªo y N?tre Dame parec¨ªa distinta, exhibiendo dos cicatrices recientes: la visible del incendio de hace poco m¨¢s de un a?o y la invisible de la pandemia. No hay turistas en Par¨ªs. Ahora comprendemos que el tan denostado turismo tambi¨¦n era una manifestaci¨®n de confianza en la vida. Toda la cordialidad que hab¨ªamos sido capaces de crear se ha desmoronado.
Entro en la maravillosa librer¨ªa L?Ecume des Pages y me topo con las novedades m¨¢s exitosas. All¨ª est¨¢ la celebrada novela de Camille Kouchner, titulada La familia grande, que est¨¢ siendo el ¨¦xito de la temporada en Francia. A su lado veo el ¨²ltimo premio Goncourt, que gan¨® Herv¨¦ Le Tellier con L?Anomalie. Me hablan con entusiasmo de otra escritora francesa revelaci¨®n, Sarah Chiche, cuya ¨²ltima novela se titula Saturno. Por la tarde ten¨ªa una entrevista de radio con Laure Adler, la decana del periodismo cultural franc¨¦s. Admiro a esta mujer tanto como la temo. Me ha hecho las entrevistas m¨¢s intensas y apasionadas de mi vida. Durante la conversaci¨®n, Laure rescata un fragmento de un discurso de Albert Camus, en donde dice que ¨¦l ha escrito siempre sobre quienes padecen la historia, no sobre quienes la hacen. Me quedo pensativo, porque Camus y sus contempor¨¢neos a¨²n pod¨ªan hacer esa distinci¨®n. Hoy ya nadie sabe qui¨¦n hace la historia, si es que la hace alguien. Tal vez ya no haya voluntades humanas detr¨¢s de la historia, sino una alucinaci¨®n colectiva, as¨ª que me tomo un chocolate caliente en una creper¨ªa enfrente de mi hotel. Una amiga me dice que en ese hotel siempre se hospedaba Ernesto Sabato cuando estaba en Par¨ªs. Aterrizo en Barajas y la nieve me saluda. La nieve, como el turismo, tambi¨¦n expresa confianza en la vida. Escribo un tuit diciendo que la nieve es belleza y que se acompa?a de silencio, y los haters caen sobre m¨ª. Uno me dice que cuando me quede aislado por la nieve y me muera de hambre no piensa venir a rescatarme con su tractor. Otro que ojal¨¢ me caiga un chuzo en punta sobre mi cabeza de chorlito. Pobre nieve, tendr¨ªa que haber elegido otro pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.