Valerie Solanas, algo m¨¢s que la mujer que dispar¨® a Warhol
Sara Stridsberg novela la s¨®rdida vida de la mujer que tirote¨® al artista en 1968 y escribi¨® el radical ¡®Manifiesto SCUM¡¯ contra los hombres
Veinte a?os despu¨¦s de haber descerrajado unos tiros al artista Andy Warhol en su Factory, en la primavera de 1988 el cad¨¢ver de Valerie Solanas fue hallado en un motel lumpen del barrio de Tenderloin, en San Francisco. Llevaba varios d¨ªas muerta. La sordidez de aquel final no desentonaba con la cruda vida de la autora del Manifiesto SCUM. Y es esa desoladora y siniestra escena de su muerte, precisamente, el punto de partida de la novela recientemente reeditada sobre la vida de Solanas La facultad de los sue?os (N¨®rdica), de la autora sueca Sara Stridsberg.
Solanas es una misteriosa y extra?a musa, demasiado rara y extrema para los c¨ªrculos radicales de los sesenta, tampoco encajaba en el circo de artistas e inadaptados de Warhol. Norman Mailer la llam¨® ¡°la Robespierre del feminismo¡±.
Desde la primera frase de su Manifiesto SCUM, Solanas (Nueva Jersey, 1936- San Francisco, 1988) exhortaba a la destrucci¨®n del Gobierno, la eliminaci¨®n del sistema monetario y la destrucci¨®n del sexo masculino. No se andaba por las ramas. S.C.U.M, literalmente escoria en ingl¨¦s, es el acr¨®nimo de Society to Cut Up Men (traducido habitualmente como Organizaci¨®n para el Exterminio del Hombre), que Solanas describi¨® con furia y un extra?o sentido del humor. Trat¨® de ofrecer una respuesta tajante y radical a algunas teor¨ªas de Freud.
En 1967, la propia autora distribu¨ªa copias autoeditadas de su manifiesto por las calles de Nueva York antes de que el editor Maurice Girodias rescatara el texto en Olympia Press. Era la misma editorial especializada en literatura vanguardista que hab¨ªa sacado la primera edici¨®n de Lolita, de Nabokov.
Solanas tambi¨¦n le pas¨® una obra de teatro a Andy Warhol, pero aquello no lleg¨® a nada y, cuando ella fue a reclamarle el manuscrito, el artista asegur¨® que lo hab¨ªa perdido. La invit¨® a participar como secundaria en un par de las pel¨ªculas que rodaba con su tribu en la Factory de Union Square. Y fue all¨ª mismo donde en junio de 1968 Solanas les dispar¨® al artista y al galerista Mario Amaya, que estaba de visita en la ciudad.
Amaya recordaba el incidente de aquella tarde de mucho calor, en el libro de historia oral Eddie, de Jean Stein: ¡°Cuando o¨ª los disparos, deduje que alguien nos estaba disparando a trav¨¦s de las ventanas. Ca¨ª al suelo. Escuch¨¦ a Andy gritar: ¡®?Oh no, oh no, Valerie¡¯. Y pens¨¦: ¡®Oh dios m¨ªo, han debido de disparar a esa chica con la que estaba hablando¡¯. La siguiente cosa que recuerdo fue mirar hacia arriba y ver lo que estaba pasando y a esta mujer de pie encima de m¨ª, con la pistola apunt¨¢ndome. Llevaba pantalones, una chaqueta, y el pelo suelto. Afortunadamente ten¨ªa mala punter¨ªa¡±. Amaya a?adi¨® que la pistola era diminuta, ¡°como de chica¡±, y conclu¨ªa el relato: ¡°Andy y yo sol¨ªamos decir que hab¨ªamos sido las primeras v¨ªctimas del feminismo¡±.
Solanas se entreg¨® en la comisar¨ªa de Times Square esa misma tarde, y la abogada feminista Florynce Kennedy se apresur¨® a representarla, en lo que fue casi el primer contacto cercano de los grupos feministas con Solanas. Antes de ser juzgada por los disparos, la trasladaron al ala psiqui¨¢trica del hospital Bellevue, y cuando finalmente se celebr¨® el juicio la condenaron a tres a?os. Parte del tiempo estuvo encerrada en un centro psiqui¨¢trico.
Valerie era solitaria y marginal, arrastraba una dura infancia marcada por las violaciones de su padre desde los siete a?os y la prostituci¨®n que ejerci¨® desde la adolescencia. Licenciada en psicolog¨ªa en la Universidad de Maryland, abandon¨® el doctorado y se volc¨® en el texto de SCUM. No ten¨ªa seguidores, ¡°llegaba demasiado pronto o demasiado tarde a cada escena¡±, apunta la acad¨¦mica Avital Ronell en el pr¨®logo a una las ediciones recientes del Manifiesto.
En los noventa Sara Stridsberg se encontr¨® con ese mismo texto enfebrecido de Solanas cuando pasaba unos meses en Camboya visitando a un amigo. La prostituci¨®n infantil que ve¨ªa en las calles creaba un eco extra?o con el viejo y furioso escrito. No lo pudo soltar. Ah¨ª surgi¨® la idea de La facultad de los sue?os (N¨®rdica), el libro en el que imagina la vida de Solanas, una existencia de pobre diabla contra la que se rebel¨® y ante la que sucumbi¨®.
Odiaba a los hombres
¡°Yo pensaba que ser¨ªa algo aburrido, pero el Manifiesto es divertido, aterrador, oscuro, extra?o, antipedag¨®gico, una s¨¢tira pol¨ªtica como las que escribi¨® Jonathan Swift, en la que describe a los hombres en los mismos t¨¦rminos en los que han sido descritas tantas veces las mujeres, como seres humanos incompletos¡±, explica por videoconferencia desde Estocolmo Stridsberg. ¡°No pude resistirme a la fuerte paradoja que entra?a Solanas. Ella era muy intelectual, pero puta; ultra-feminista, pero sin contacto con los colectivos feministas; pacifista, aunque dispar¨® a Warhol; odiaba a los hombres, pero se ganaba la vida como prostituta. No cre¨ªa en dios, en la familia, en la pol¨ªtica o en la psicolog¨ªa, en todo lo que a los dem¨¢s nos importa¡±, se?ala.
Publicada originalmente en 2006 ¡ªtambi¨¦n en espa?ol hace una d¨¦cada con el t¨ªtulo La escuela de los sue?os, por 451 Editores¡ª la novela le vali¨® a Stridsberg el prestigioso Nordic Council Award, y ella la transform¨® m¨¢s adelante en una obra teatral. El a?o pasado La facultad de los sue?os fue traducida al ingl¨¦s y publicada con gran ¨¦xito en Estados Unidos y Gran Breta?a, donde qued¨® finalista al Man Booker Internacional.
Una nueva Medea
¡°He escrito cinco novelas despu¨¦s, pero Solanas siempre vuelve¡±, dice. ¡°En Suecia no era conocida, pero conmigo eso cambi¨®, y empezaron a verla como una especie de Medea¡±. La escritora admite sentirse hoy algo alejada del personaje. ¡°Hay algo extra?o, ese libro es mi juventud¡±.
Al escribir La facultad del sue?o, Stridsberg no quiso enredarse en archivos, sino capturar el tono de Solanas. Viaj¨® por las ciudades donde ella vivi¨® y se aloj¨® en ese inmundo motel donde muri¨®. Tambi¨¦n recal¨® en el hotel Chelsea de Nueva York, el ¨²nico lugar donde la recordaban. ¡°Segu¨ªan furiosos, hablaban de ella como de esa mujer violenta, pero ten¨ªan un retrato de Sid Vicious, que asesin¨® a su novia en una de las habitaciones. La violencia de una mujer solitaria y pobre parece que les resultaba m¨¢s hostil¡±, apunta. ¡°Ella ten¨ªa esa fuerza y ese fuego. Me interesan los personajes que no encajan¡±, explica. ¡°Hoy veo el peligro que tiene una terrorista en la sociedad, pero mi coraz¨®n siempre se estremecer¨¢ con los menores que sufren abusos¡±.
Solanas lo advirti¨® en su manifiesto: ¡°Las actividades de SCUM ser¨¢n criminales no por simple desobediencia civil, por violar abiertamente la ley, sino para ir a la c¨¢rcel, para llamar la atenci¨®n sobre la injusticia¡±. Cumpli¨® su palabra, pero curiosamente su atentado contra Warhol no dio ni 72 horas de titulares. Dos d¨ªas despu¨¦s de los disparos en la Factory cay¨® abatido en Los ?ngeles Robert Kennedy, flamante candidato a las primarias del partido Dem¨®crata. Y Warhol sobrevivi¨®, pero seg¨²n su colaborador en la Factory, Taylor Mead, los disparos de Valerie con su diminuta pistola acabaron con ¨¦l: ¡°Muri¨® cuando Solanas le dispar¨®¡±.
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