Andy Warhol: "Soy el mismo que hace diez a?os, pero mas flaco"
El pintor norteamericano visita Espa?a por primera vez
La d¨¦cada prodigiosa, la que se inventaron en los Estados Unidos una serie de artistas de varios g¨¦neros, periodistas imaginativos, escritores y gente en general en los primeros a?os sesenta, parece volver. Eso al menos piensa Andy Warhol, el pintor-personaje que lleg¨® ayer a Madrid para visitar su exposici¨®n en la galer¨ªa Fernando Vijande, y dejarse agasajar por toda la alta sociedad moderna. "Yo soy el mismo que hace diez a?os", dijo Warhol, "pero m¨¢s flaco". "Y Am¨¦rica, tambi¨¦n se parece mucho a la que vio aparecer el arte pop".
ROSA MARIA PEREDA, "Am¨¦rica sigue siendo la misma", manifest¨® Warhol a su llegada al aeropuerto de Barajas. "Cada noche", trivializa, "se abre un restaurante nuevo en Nueva York, y una galer¨ªa, y hay una fiesta... Hasta la minifalda est¨¢ volviendo. La ¨²nica diferencia est¨¢ en que han desaparecido los hippies, pero al fin y al cabo, cuando nosotros comenzamos con el pop, ¨¦llos estaban empezando. Ahora ellos han terminado: en ninguno de los dos momentos los hab¨ªa, as¨ª que viene a ser igual".
Warhol es un hombre de pocas
palabras, que ha entrado en Madrid por una misteriosa sala de vips. Es, efectivarriente, un extra?o vip que carga con sus maletas, que lleva mochila, que deja at¨®nitos a los porteros de un lujoso hotel madrile?o, porque sale del rolls maravilloso que le ha ido a recoger al aeropuerto y no cede sus bolsas de lona verde; que se desayuna, des pu¨¦s de un viaje contra el sol y visiblemente cansado por el jet lag, un caf¨¦ fuerte y con muchas tostadas, y que llega con un equipo reducido: el fot¨®grafo Christopher Makos, y el periodista Fred Hugues.
Barrera cordial
Ellos ofrecen un curioso contraste con el pintor, al que van a servir de barrera cordial: Fred Hugues viste una convencional y bien cortada chaqueta cruzada, de franela gris. Makos, aunque lleva una mochila, deja ver una corbata de firma, nada espectacular. En cambio Warhol es la imagen de los sesenta: la guerrera. vietnamita de los pacifistas, bajo la cual hay un jersey azul que cuelga en alg¨²n momento, bajo el cual hay un chaleco casi granate, bajo el cual asoma una camisa rosada, cerrada por una pajarita a cuadros, que entona con la mochila de nylon color burdeos, y posiblemente hay alguna prenda m¨¢s sobre los tejanos y las botas camperas.
Todo eso se mira cuando uno ya ha visto su cara: esos ojos peque?os y huidizos, puntos negros que hay que mirar mucho para ver que son azules: y se tiene la sensaci¨®n de que el resto es justo para aparentar. la atenci¨®n de ellos: el pelo, que ya no es rubio sino blanco, punk desde tanto tiempo antes que los punkies; las gafitas de las fotos. Warhol habla muy bajo, mientras desayuna en un comedor de murales pintados, el realismo tradicional de los cartones cortesanos. Est¨¢ cansado y no tiene ganas de declaraciones.
Una agenda apretada
La verdad es que la llegada ha sido un poco apote¨®sica. No ha habido flases de fot¨®grafos, la sala de importantes de Barajas no dejaba entrar al ¨²nico periodista presente, y ni siquiera Fernando Vijande, su anfitri¨®n en Madrid, consigue pasar la frontera. Mientras se intenta la intercesi¨®n del comisario de pasaportes, el p¨¢jaro vuela: vuela en un Rolls Royce cl¨¢sico, negro y blanco, desde el que saludar¨¢ despu¨¦s, en un di¨¢logo de coche a coche, en mitad de la autopista de Barajas. La Am¨¦rica de Reagan es, b¨¢sicamente, la misma Am¨¦rica de Kennedy. "Adem¨¢s", dice, "a lo mejor hay un presidente nuevo pronto". Y el propio Warhol sigue siendo el mismo. Se interesa ahora por Factory, la discoteca moderna titulada como un homenaje a su taller americano. Va ser dif¨ªcil encontrar una noche para ir a verla, porque la agenda de este viaje de Warhol a Espa?a est¨¢ ya muy apretada.
A la Prensa la despacha hoy, a las cinco de la tarde, y luego se queda para los amigos. En programa, varias fiestas privadas, con distintos sectores de la high life madrile?a, cultural y enamorada de Nueva York. Visita al Prado, visita a Liria, visita los salones de Manolo March o de las m¨ªticas hermanas Fierro. Quiz¨¢ tenga tiempo para escaparse a Mallorca: quiere darse una vuelta por la Fundaci¨®n Bartolom¨¦ March. En cualquier caso, este es ¨²n viaje que, para Warhol, est¨¢ lleno de expectativas. Casi tantas como el reciente a Hong Kong, donde expuso sus retratos. "Aquel s¨ª que ha sido cansado", dice. "M¨¢s de veinte horas de avi¨®n".
Aunque en Espa?a se han realizado varias muestras de Warhol, en especial de su obra gr¨¢fica, en colectivas dedicadas al movimiento pop o a la pintura norteamericana contempor¨¢nea, es la primera vez que se presenta una individual de pinturas y dibujos, en total cuarenta obras.
A ello hay que sumar la particularidad de que Madrid ha sido el escenario de la presentaci¨®n mundial de su ultima serie pict¨®rica, dedicada a tres temas: rev¨®lveres, cuchillos y crucifijos, realizados con la t¨¦cnica caracter¨ªstica del artista a partir de la imagen serigrafiada sobre tela.
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