¡°La literatura debe exponer el mal¡±, defiende Joyce Carol Oates
La escritora estadounidense recibe virtualmente el Premio Carvalho del Festival BCNegra
Llama la atenci¨®n en los libros de Joyce Carol Oates que la violencia y el mal se parecen mucho, demasiado, a los de la vida real. La ¨²ltima encarnaci¨®n de ese mal que ella ha sentido a su alrededor ha sido en forma de los estrictos responsables de aduanas de Estados Unidos, que han impedido que la estatuilla del detective con gabardina y sombrero que simboliza el premio Carvalho, que otorga el Festival BCNegra de novela policiaca, organizado por el Ayuntamiento de Barcelona, le llegara estos d¨ªas a las manos, viviendo una odisea que ni la figurilla de El halc¨®n malt¨¦s, de Dashiel Hammett. Aun as¨ª, y con el coronavirus, adapt¨¢ndose y sobreviviendo a la vida misma, como hacen la mayor¨ªa de sus personajes, la escritora estadounidense acudi¨® virtualmente a la cita en el Sal¨® de Cent del Consistorio para recoger simb¨®licamente el reconocimiento de la 16? edici¨®n. Oates inscribe su nombre, junto a los no menos ilustres de James Ellroy, Dennis Lehane, Andrea Camilleri, Donna Leon y P.D. James, entre otros.
Quiz¨¢ para compensar la frustraci¨®n de no poder estar presente como quer¨ªa en el festival, a pesar de sus 82 a?os, la autora de Qu¨¦ fue de los Mulvaney y La hija del sepulturero se ha mostrado generosa al contar la trastienda de su obra que, sutilmente, refleja siempre la trascendencia psicol¨®gica y social de la violencia y que hace caminar al lector ¡°por unas arenas con tijeras enterradas¡±, como ha definido de manera inquietante el comisario de BCNegra, Carlos Zan¨®n. ¡°La literatura debe exponer el mal, debe basarse en la vida; escribo sobre gente muy real, que tiene aspiraciones y dudas, se enamora, tiene hijos¡ Separar la violencia de todo este tejido de la vida no es realista¡±, ha asegurado la autora. Para sentenciar: ¡°El crimen es la violaci¨®n del tejido social; y el arte, por otro lado, se basa en el conflicto¡±.
¡±Tambi¨¦n hay violencia y pesadillas terribles en la Alicia de Carroll¡±, ha ilustrado, recordando la que fue su primera lectura a plena conciencia, a los ocho a?os, en un contexto de una casa humilde y padres con estudios muy elementales donde ella hac¨ªa dibujos como suced¨¢neo de unas letras que ve¨ªa que escrib¨ªan los mayores, pero que a¨²n desconoc¨ªa. ¡°Leer es so?ar y una manera de ampliar la imaginaci¨®n¡±, sostiene. Y tambi¨¦n, como en Alicia, de aprender el sentido de conceptos clave como el de justicia, algo para la escritora ¡°tanto o m¨¢s importante que la familia misma¡±. Era una referencia velada a la protagonista de su ¨²ltima novela, Delatora, donde una joven recuerda su vida despu¨¦s de que, con 12 a?os, ofreciera su testimonio sobre el asesinato racista de un ni?o afroamericano por parte de sus hermanos mayores y ello comportara que la apartasen de su familia.
¡°Es necesario que la sociedad valore eso: vemos c¨®mo el nepotismo, el chantaje, la corrupci¨®n, una actuaci¨®n criminal, en definitiva, han sido constantes y se hace dif¨ªcil denunciar y luchar contra ello, m¨¢xime cuando el delincuente m¨¢s grande era el presidente¡±, ha sostenido, neg¨¢ndose expl¨ªcitamente a pronunciar el nombre de Trump. Un episodio de la historia de EE UU que, asegura, s¨®lo se supera ¡°apelando a la idea de moralidad¡±, a lo que hoy, cree, pueden ayudar mucho las redes sociales, donde ella misma ostenta 200.000 seguidores en Twitter, tras haber simbolizado la resistencia de los intelectuales contra el innombrable. ¡°Twitter, que empez¨® como un lugar jocoso y surrealista, se ha convertido en un cataclismo para el poder, destruyendo los muros del establishment y su monopolio discursivo¡±.
Marilyn y el entorno
En esa l¨ªnea, Oates cree que ¡°siempre he escrito para dar voz a los que no ten¨ªan¡±, recordando que, durante muchos a?os, al inicio de su carrera literaria a finales de los sesenta, ¡°la gente no quer¨ªa escuchar la voz de una mujer violada, por ejemplo, y entonces atacaban al mensajero, que era yo¡±. Ferviente defensora de que ¡°la literatura transforma y puede rescatarte de experiencias devastadoras¡± (como la que vivi¨® ella misma con la muerte de su marido, en 2008, de la que primero sali¨® con poes¨ªa, ¡°porque es m¨¢s directa; y luego lleg¨® la prosa, a partir de un diario¡±), confiesa sentirse atra¨ªda por ¡°la diversidad del ser humano y su capacidad de adaptaci¨®n al entorno, que en este siglo XXI es a¨²n m¨¢s dif¨ªcil con los constantes cambios tecnol¨®gicos y, ahora, el clim¨¢tico¡±.
Siempre con voz pausada ante un fondo cargado de libros con estanter¨ªas de su casa en las afueras de Princeton, donde imparte escritura creativa, se ha definido como ¡°una persona sin una personalidad fuerte, soy transparente¡±, en contraste con ¡°gente que hace cosas incre¨ªbles en la vida, como Marilyn Monroe, sabiendo de c¨®mo creci¨®, la trastienda de su infancia, los detalles¡¡±, ha enumerado de la actriz a la que dedic¨® una de sus mejores novelas, Blonde. ¡°La adaptaci¨®n del ser humano quiz¨¢ sea el tema de fondo de mi obra¡±, dice. O sea, pura novela negra.
Sexta autora en un palmar¨¦s ¡°impresionante¡±
Joyce Carol Oates es uno de los grandes nombres de la narrativa estadounidense contempor¨¢nea. Lo ratifican galardones de prestigio que constan en su abultado curr¨ªculo, como el National Book Award, el PEN/Malamud Award o el Prix F¨¦mina ?tranger. En 2011 recibi¨® la National Humanities Medal, el m¨¢s alto galard¨®n civil del Gobierno estadounidense en el ¨¢mbito de las humanidades. Y su nombre es casi un cl¨¢sico de las quinielas del Nobel. A pesar de ello, y contrariamente a lo que podr¨ªa parecer, Oates se ha mostrado muy feliz desde el primer momento de recibir un galard¨®n de novela negra, un premio Carvalho en el que se inscribe como la sexta mujer que lo obtiene, tras P. D. James (2008), Maj Sj?wall (2013), Alicia Gim¨¦nez Bartlett (2015), Donna Leon (2016) y Claudia Pi?eiro (2919). ¡°El cat¨¢logo de autores que me han precedido es impresionante¡±, asegura Oates, que no ha podido ocultar su sorpresa por el hecho de que hubiera tantas f¨¦minas. ¡°En EE UU, lo m¨¢s normal es que los premios recaigan en hombres¡±.
Babelia
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