Las respuestas que caen del cielo
El ser humano ha buscado la sabidur¨ªa en las estrellas desde la Edad de Piedra
EL PA?S lanza la colecci¨®n Los Exploradores del Espacio el domingo 7 de febrero, una serie de libros dirigidos a ni?os de entre 8 y 12 a?os con los que podr¨¢n descubrir los secretos del universo.
El ser humano siempre ha alzado la vista al cielo en busca de respuestas. El misterio de la b¨®veda celeste ha estado presente desde la Edad de Piedra, en la que los primeros hombres construyeron megalitos que les serv¨ªan para observar las estrellas. No hay que irse hasta Stonehenge, en Gran Breta?a; en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica abundan estas construcciones, en las que los arque¨®logos han identificado una disposici¨®n com¨²n que ampl¨ªa el uso funerario que se les hab¨ªa otorgado tradicionalmente. Es m¨¢s, hace 5.000 a?os una comunidad ya grab¨® la luna en piedra. La obra se encontr¨® en Knowth, Irlanda.
Unos 300 a?os a.C. los fil¨®sofos griegos empezaron a calcular el lugar que la Tierra ocupaba en el universo, midiendo la distancia entre el planeta y su sat¨¦lite gracias a las sombras que produce el Sol. No se equivocaron mucho, pero hubo que esperar hasta el siglo XX para que la astr¨®noma Henrietta Swan Leavitt encontrase un m¨¦todo riguroso y poder configurar un verdadero mapa del universo.
No importa a qu¨¦ regi¨®n o tiempo se desplace la lente, todas las comunidades han mirado al cielo. Los mayas construyeron observatorios astron¨®micos y calendarios gigantes, como la popular pir¨¢mide de Kukulk¨¢n, en Chichen Itz¨¢, que sigue marcando con sus 365 escalones los cambios de estaci¨®n. Divid¨ªan su tiempo con gran exactitud, seg¨²n los movimientos de la Wakah Chan, para los griegos la V¨ªa L¨¢ctea, creada por la leche derramada del pecho de la diosa Hera. Y es que en ese intrigante espacio habitaba y habita lo espiritual, las respuestas de la vida, sean concebidas como dioses, fuerzas misteriosas o la pura ciencia.
Al Sol y al resto de estrellas le cantan desde los poetas cl¨¢sicos a los traperos, casi todos contraviniendo las leyes f¨ªsicas. ¡°No existen m¨¦todos para tocar el cielo / pero aunque te estiraras como una palma/ y lograras rozarlo en tus delirios/ y supieras al fin como es al tacto/ siempre te faltar¨ªa la nube de algod¨®n¡±, escribi¨® Mario Benedetti.
Van Gogh pint¨® algunas de las estrellas m¨¢s famosas y la ciencia ficci¨®n viaj¨® muy pronto al espacio, concretamente a la Luna. En 1865 lo hizo Julio Verne con la novela, y en el cine repiti¨®, en 1902, George M¨¦li¨¨s. Hace solo 50 a?os que esas aventuras se hicieron realidad.
Gracias a Galio Galilei, que invent¨® el primer telescopio, la humanidad ha visto m¨¢s all¨¢ de la b¨®veda celeste. El Hubble lleva 30 a?os orbitando en el espacio, descubriendo los billones de galaxias que existen en un Universo que se expande a velocidad de v¨¦rtigo hasta unos confines que desconocemos. Ser¨¢ sustituido por el James Webb y qui¨¦n sabe qu¨¦ nuevas preguntas responder¨¢.
El tama?o inconmensurable del cosmos convierte al ser humano en una an¨¦cdota, pero como dijo uno de los grandes so?adores del universo, el f¨ªsico Stephen Hawking, aunque solo seamos ¡°una raza avanzada de monos en un planeta menor de una estrella promedio, podemos entender el universo y eso nos hace algo especiales¡±.
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