Alfredo Bryce Echenique: ¡°He escrito mi letan¨ªa final, como el ¨²ltimo adi¨®s¡±
El escritor peruano publica en Espa?a ¡®Permiso para retirarme. Antimemorias¡¯. ¡°El amor es el pasado¡±, afirma
Alfredo Bryce Echenique (Lima, 81 a?os) es el m¨¢s joven de los que pudieron estar en la lista del boom, pero, como ¨¦l dice en Permiso para retirarme. Antimemorias III (Anagrama, previamente publicado en Per¨²), siempre ha llegado tarde a todas partes. Un mundo para Julius (Seix Barral, 1970) fue un resplandor de su juventud. La mayor parte de sus libros estuvieron luego entre la memoria (su primer libro de memorias, Permiso para vivir. Antimemorias, Anagrama, es de 1993) y la despedida, o al menos la persistencia de la melancol¨ªa (D¨¢ndole pena a la tristeza, La exagerada vida de Mart¨ªn Roma?a¡). Ahora dice desde el t¨ªtulo que ya se retira, aunque en esta conversaci¨®n apunta que quiz¨¢ incumpla su promesa. Durante a?os se estuvo despidiendo de Espa?a (sus amigos le cantaban ¡°¡y te vas y te vas, y no te has ido¡±) hasta que volvi¨® a Per¨² despu¨¦s de una larga ¨¦poca en que Par¨ªs, Madrid y Barcelona fueron los sucesivos escenarios de sus huellas.
Pregunta. En este libro hace una apelaci¨®n a los amores contrariados y a los que m¨¢s ilusi¨®n le hicieron.
Respuesta. As¨ª es. Con alg¨²n cap¨ªtulo muy triste. Pues hay uno que transcurre en Montpellier, a principios de los ochenta, con una chica con la que me acababa de casar. Volv¨ªamos de comer ostras, tuvimos un accidente, ella muri¨® estando encinta de mi hijo. Estuve un a?o entero en el hospital, alg¨²n tiempo sin dormir. Durante mis clases tem¨ªan que pudiera morir de presi¨®n alta mientras hablaba en el estrado. Fue tremenda esa ¨¦poca. Despu¨¦s me fui a Espa?a. Lo cuento con desesperaci¨®n, casi. Fueron momentos muy, muy duros.
P. ?Qu¨¦ repercusi¨®n tuvo ese hecho en su vida?
R. Me ha sido dif¨ªcil escribir sobre aquello. Esta ha sido la ocasi¨®n de deshacerme de recuerdos tan duros. Ha sido como la letan¨ªa final, como el ¨²ltimo adi¨®s.
P. ?C¨®mo se siente ahora?
R. Bien. Era como una joroba, un bulto que uno arrastra, que nunca te abandona. Por eso he querido sacar cuentas con recuerdos antiguos y dolorosos.
P. Podr¨ªa haberlo titulado La exagerada vida de Alfredo Bryce Echenique¡
R. ?Yo dir¨ªa La exagerada vida de Alfredo Bryce Echenique abrumado de recuerdos¡! Por fin pude escribir cosas que antes no hab¨ªa podido escribir. Me he sentido m¨¢s libre, definitivamente, y m¨¢s obligado a escribirlo.
P. ?Hay cosas que no se atreve a contar?
R. Creo que ya no queda nada en el ba¨²l de los recuerdos. Hay una cosa, sin embargo. Acabo de terminar de leer las 3.500 p¨¢ginas de Memorias de ultratumba de Chateaubriand. ?A ver si con los a?os mis propias memorias de ultratumba!
P. As¨ª que apunta a que este no ser¨¢ su ¨²ltimo libro. Este es tambi¨¦n un recorrido por ciudades y amistades, ?de d¨®nde se siente m¨¢s cerca?
R. Un pa¨ªs para m¨ª es Francia. Y all¨ª, Montpellier. En Barcelona viv¨ª en dos oportunidades. En Madrid viv¨ª largo tiempo, y all¨ª mantengo m¨¢s amigos que en cualquier otro lugar. ?Nunca me iba! A lo mejor nunca me fui. En la literatura la evocaci¨®n es muy ¨²til en estos casos.
P. ?Podr¨ªa ser que todav¨ªa se sienta fuera de Per¨²?
R. En cierta forma s¨ª, aunque aqu¨ª tambi¨¦n me han querido mucho. Tengo cantidad de buenos amigos; amo sus paisajes, los recuerdos de infancia. Ahora se est¨¢ poniendo en la radio una serie sobre personajes peruanos, como Mario Vargas Llosa, Julio Ram¨®n Ribeyro y yo mismo. Unos recuerdan a otros, y lo que escucho me hace sentir profundamente lime?o, peruano.
P. ?Y qu¨¦ es sentirse ¡°profundamente lime?o, peruano¡±?
R. Sobre todo, la amistad con mis amigos del pasado. Tengo muy buenos amigos, a los que veo, o que ver¨¦ cuando pase la pandemia. Recuerdo a los amigos de los dos colegios en los que estudi¨¦, los veo, hablo con ellos. Hay muchos escritores, leo sus libros, los releo. Y tambi¨¦n tengo a mi familia, ya muy reducida. Eso es lo que m¨¢s extra?aba de Per¨², y ahora lo tengo.
P. Se redujo al m¨ªnimo aquel grupo al que usted se acerc¨® de joven, donde estaban Ribeyro, Onetti, Cort¨¢zar, el propio Vargas Llosa. ?Qu¨¦ significaron las sucesivas p¨¦rdidas?
R. Un golpe duro, un golpe de nostalgia sobre todo. Me afect¨® much¨ªsimo la muerte de Ribeyro. No se mor¨ªa nunca, sufr¨ªa much¨ªsimo. Es una ausencia, un agujero, un hueco en mi vida.
P. Se atreve con tantas cosas ¨ªntimas que a veces uno llega a creer que ha inventado memorias.
R. No, no hay nada inventado. Todo es real. Solo hab¨ªa un par de datos en los cuales me hab¨ªa equivocado, y en la edici¨®n espa?ola se ha modificado. Hab¨ªa declarado muerta a una persona que segu¨ªa viva.
P. Su literatura va de amor, amistad y memoria.
R. El amor es el pasado. En Lima veo a mi primera esposa; en Madrid me encuentro con mi segunda esposa y a mis amigos del pasado, v¨ªnculos que se mantuvieron a trav¨¦s de los a?os. Este libro trae ecos de cosas que han ocurrido y que ahora se hacen presentes. El fondo del asunto es lo que he dicho siempre: escribo para que mis amigos me quieran m¨¢s. La memoria es mi manera de no olvidar. Y el libro es un adi¨®s a todo aquello, la despedida final.
P. En alg¨²n momento es una secuela de una de sus frases m¨¢s famosas: ¡°D¨¢ndole pena a la tristeza¡¡±.
R. Es la frase de una persona que me crio, que trabaj¨® con mis padres hasta que se muri¨®, viejita. ¡°Aqu¨ª estoy, Chinito, d¨¢ndole pena a la tristeza¡¡±. Cuando entra la tristeza es el punto final de la vida. En mi caso, los fracasos han sido muy importantes. No los olvido, as¨ª que est¨¢n en el libro.
P. ?Cu¨¢l le ha dolido m¨¢s?
R. Probablemente el enamoramiento que me junt¨® a una alumna en Par¨ªs. Se llamaba Sylvie. Sus padres no quer¨ªan que ella se juntara con extranjeros. Se tuvo que casar casi por obligaci¨®n con otro hombre. Yo sufr¨ª inmensamente, ella tambi¨¦n. El d¨ªa de su matrimonio me mand¨® una nota en la que me dec¨ªa que yo era la ¨²nica persona que hab¨ªa tenido el honor de no asistir a su boda.
P. ?Aquel Bryce de Un mundo para Julius sigue vivo en usted?
R. Por supuesto que s¨ª. Y en este libro me visita, claro. El proceso de escritura me hundi¨® en el pasado, fue hundirme y hundirme. Y escribir me levant¨® de ah¨ª. Ahora soy bastante feliz. Satisfecho. No olvido nada de lo vivido. Visito ciudades para ver a los amigos que tengo en ellas. Y visito a amores que quedan; por ejemplo, veo a Sylvie en Mil¨¢n. El tiempo se va y luego vuelve. Ahora vivo enamorado de mis recuerdos, nada m¨¢s.
P. Dijo en La amigdalitis de Tarz¨¢n que ¨¦ramos mejores por carta.
R. Lo inspira tambi¨¦n una chica. Yo estaba encerrado, escribiendo, en Menorca. No soport¨® que yo siguiera escribiendo en su presencia, y se volvi¨® a Lima. Cuando le escrib¨ª ella me devolvi¨® la carta con otra en la que me escribi¨®: ¡°?ramos mejores por carta¡±.
P. Fue acusado de plagio varias veces. ?Se ha librado de esa sombra?
R. Ning¨²n amigo me critic¨®. Fue una reivindicaci¨®n de la amistad, as¨ª que tuvo ese lado positivo.
P. Dijo de s¨ª mismo que se distingui¨® por haber llegado tarde a todas partes. ?A qu¨¦ cosas le hubiera gustado llegar antes o en otro momento?
R. A Lima. Me demor¨¦ mucho en volver, pero es que fui muy feliz en Europa. Fue all¨ª una vida muy cumplida. Se me mezclan los recuerdos de Barcelona, de Madrid, de Perugia, de Montpellier, y eso me hace volver.
P. Cita a C¨¦sar Vallejo, sobre Lima, donde ¡°hace un fr¨ªo te¨®rico y pr¨¢ctico¡±. Dentro de usted, ?qu¨¦ tiempo hace?
R. Verano. Ahora est¨¢ demorando mucho. El cielo est¨¢ cubierto de nubes. Lima tiene cielo panza de burro. Y eso me falta, el verano. El tiempo de fuga, el mar, la infancia, la adolescencia, el balneario¡ Por ah¨ª deambula Julius, claro que s¨ª.
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