La ¨²ltima batalla de Alberto el Conquistador
Escribo estas l¨ªneas desde el m¨¢s literal abatimiento, puesto que perder a un amigo es como recibir un bofet¨®n demasiado fuerte como para soportarlo estoicamente
Mejor mirar hacia atr¨¢s, a la vida, cuando Alberto consigui¨® el Premio Nacional de Dise?o en un lejano abril de 1989. En aquella ocasi¨®n escrib¨ª una glosa para el cat¨¢logo que titul¨¦ Alberto el Conquistador. Modestamente, creo que acert¨¦ en el calificativo. Yo mismo conoc¨ª en persona sus capacidades conquistadoras, as¨ª como sin duda todos cuantos han sido sus ¨ªntimos, amigos, compa?eros de fatigas en tantas causas, clientes, editores, mecenas y promotores varios, distribuidos en los c¨ªrculos conc¨¦ntricos correspondientes, testimonios todos del poder de seducci¨®n del conquistador nato que fue Alberto Coraz¨®n.
Vital y arrollador, sus argumentos, con el sentimiento y empe?o que pon¨ªa en ellos, le hac¨ªan invencible e irresistible a cualquier oposici¨®n. Como comunicador visual muy pronto descubri¨® la potencia gr¨¢fica de las definiciones de los diccionarios de papel, de la cual se sirvi¨® a menudo, tanto en sus dise?os como en sus obras de arte. Sabiendo de esa fuente expresiva predilecta, a la hora de escribir la apolog¨ªa solicitada consult¨¦ previamente en el diccionario la voz conquistador; m¨¢s all¨¢ de la referencia principal al guerrero, que adquir¨ªa o ganaba a fuerza de armas territorios o pa¨ªses, registraba otra cualidad que me llam¨® la atenci¨®n porque parec¨ªa talmente escrita pensando en ¨¦l: Dec¨ªa simplemente: ¡°Ganar la voluntad de una persona o traerla uno a su partido¡±.
Estimo que fue debido a esa voluntad de ganarse a una persona y traerla a su partido que nos hicimos amigos enseguida, pese a que al principio esa amistad ¡ªque ha crecido en cincuenta a?os de pr¨¢ctica sentimental¡ª era m¨¢s que improbable, ya de por s¨ª dif¨ªcil, entre colegas de la profesi¨®n. Por aquel entonces las circunstancias tend¨ªan directamente a la confrontaci¨®n: ¨¦l trabajaba para editores de Barcelona y yo para editores de Madrid. Dise?ador como yo, pintor como yo (aunque nunca he ejercido realmente) y escritor como yo (¨¦l en las variantes de memorias, impresiones y reflexiones, y yo en historia y divulgaci¨®n del dise?o gr¨¢fico), compart¨ªamos generaci¨®n, pero hay que decir que cuando yo aparec¨ª Alberto ya estaba all¨¢ en lo alto. ?l sembr¨® la semilla del dise?o gr¨¢fico en los terrenos bald¨ªos de nuestra juventud, y yo empec¨¦ a recoger con ¨¦l los primeros sabrosos frutos. Aunque mira por donde, y contra todo pron¨®stico, esa causa no hizo mella alguna en nuestra relaci¨®n y nos hicimos amigos para siempre (como decimos los catalanes desde Barcelona¡¯92) superando ol¨ªmpicamente los apriorismos m¨¢s pesimistas.
Con el paso de los a?os he comprendido que si Alberto ha ejercido de conquistador ha sido por ser persuasivo y con frecuencia irrefutable; porque su conversaci¨®n ha sido instructiva y su silencio educativo; porque m¨¢s bien ponderado, ha sabido ver lo que muy pocos: en lo bueno alg¨²n defecto y en lo malo alguna virtud; y porque sin ser ecu¨¢nime ha sido siempre lo bastante justo. En resumen, un tipo interesante que ya me llam¨® la atenci¨®n al present¨¢rmelo en Barcelona hacia 1971.
As¨ª ha sido para m¨ª Alberto, y as¨ª seguir¨¢ siendo en muchos corazones, porque ¡°todas las cosas, cuando las perdemos, dejamos de tenerlas; en cambio los amigos de coraz¨®n no se pierden ni con la muerte¡±. As¨ª pensaba Petrarca, y a partir de ahora voy a comprobar cu¨¢nta raz¨®n ten¨ªa.
Enric Satu¨¦ es dise?ador y escritor.
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