H¨¦ctor Abad Faciolince: ¡°Fui un escritor fracasado y alcoholizado, por eso le tengo mucho cari?o al escritor fracasado¡±
El autor colombiano publica en Espa?a sus diarios, mientras se acerca el estreno de la pel¨ªcula de Fernando Trueba basada en su libro, ¡®El olvido que seremos¡¯, donde recuerda el asesinato de su padre


H¨¦ctor Abad Faciolince (Medell¨ªn, Colombia, 62 a?os) conserva en los ojos aquel estupor que, cuando ten¨ªa 27 a?os, marc¨® su vida: el asesinato de su padre en Medell¨ªn. Era el 25 de agosto de 1987. Alg¨²n tiempo despu¨¦s vino a Espa?a, a presentar algunos de sus primeros libros (Basura, Tratado de culinaria para mujeres tristes¡). Aquella nube persist¨ªa y un d¨ªa se hizo libro, El olvido que seremos (Alfaguara, 2006), donde ese muchacho herido por el recuerdo de aquel d¨ªa en Medell¨ªn volc¨® todo lo que hasta entonces fue revolviendo lo imborrable del recuerdo.
Esa historia es ahora tambi¨¦n una pel¨ªcula, dirigida por Fernando Trueba y que se estrena pr¨®ximamente. Mientras se rodaba la historia m¨¢s tremenda de su vida ¨¦l dio a sus editores el libro de sus diarios (1985-2006), que ha permanecido confinado en Espa?a a causa de la pandemia, pues ten¨ªa que haberse presentado hace justo un a?o. De esos diarios (Lo que fue presente, tambi¨¦n en Alfaguara, publicados primero en Colombia) hablamos con ¨¦l en el caf¨¦ Comercial de Madrid.
Pregunta. ?C¨®mo se ha relacionado con el tiempo en estos a?os?
Respuesta. Recuerdo cuando cumpl¨ª los 18, la mayor¨ªa de edad. Aquello ya me parec¨ªa tremendo. Cuando cumpl¨ª 54 dije en casa que ya no iba a cumplir m¨¢s y cada 1 de octubre me dicen: ¡°Felices 54¡±. A mi pap¨¢ lo mataron cuando ¨¦l estaba cerca de los 66, yo ten¨ªa 27. No s¨¦ hasta qu¨¦ punto ese momento rompe o interrumpe mi vida. Hamlet dice que va a olvidar, a borrar de su memoria todo para recordar ¨²nicamente un asesinato. En mis fotos viejas no me parezco al primer ni?o, ni al de los 20 a?os, ni siquiera al de hace diez a?os. Todo cambia en m¨ª. Lo dif¨ªcil es mantener una identidad a lo largo del tiempo. Es muy raro. El olvido es olvidar lo que ocurri¨®, que se combina [como en el libro de Irene Vallejo El pasado que te espera] con un futuro que no ha ocurrido. ?Cu¨¢ndo aquello que ocurri¨® en el pasado de pronto vuelve y domina todo el presente?
P. Para colmo de s¨ªmbolos, hasta ahora este libro de sus diarios ha vivido confinado por la pandemia¡
R. Por muchas cosas que hayan pasado, este es el a?o m¨¢s raro de nuestras vidas. El diario nunca se hubiera podido presentar en Colombia porque la primera vez que lo intentamos hubo un paro nacional. En Madrid se iba a presentar el 14 de marzo de 2020, el d¨ªa en que lo cerraron todo. Mi amigo Gonzalo C¨®rdoba, productor de la pel¨ªcula de Trueba, no quer¨ªa que los publicara, porque no me conven¨ªa. Y dijo, cuando supo que nadie iba a encontrarlo: ¡°Es lo mejor que te puede haber pasado; a ti no te conviene que lean tus diarios¡±. ?l sabe que ah¨ª cuento la verdad, y de alguna manera Gonzalo quiere protegerme de que la gente me confunda con el protagonista de El olvido que seremos, que muchos deduzcan que yo tengo la bondad del doctor H¨¦ctor Abad G¨®mez, porque ese personaje me ha tra¨ªdo muchos amigos, y ¨¦l cree que aqu¨ª parece claramente que no lo soy. Tambi¨¦n lo pienso yo. En este libro se ve que somos dos personas, el de los diarios y el del libro; desde la cubierta se ve que yo mismo soy dos individuos. No soy un ser luminoso, sino una persona con una vida compleja, con claroscuros; no soy un m¨¦dico bueno que lucha por los dem¨¢s, sino alguien muy encerrado, en lucha con la escritura y con un destino propio, pero al mismo tiempo dictado por mi pap¨¢. Antes de que lo mataran le o¨ª una frase que le dijo a sus amigos: ¡°Yo ser¨¦ recordado por haber sido el padre de H¨¦ctor Joaqu¨ªn¡±, as¨ª me llamo. Esa frase se convirti¨® luego del asesinato en una bendici¨®n y en una condena: mi misi¨®n era que mi pap¨¢ fuera recordado. Las palabras de los padres o de alguien a quien quieres mucho son como bendiciones o maldiciones y mi destino como escritor era un poco ese.
A mi pap¨¢ lo mataron cuando ¨¦l estaba cerca de los 66, yo ten¨ªa 27. No s¨¦ hasta qu¨¦ punto ese momento rompe o interrumpe mi vida
P. ¡°El libro es un retrato de Colombia, no solo el autorretrato de una persona haci¨¦ndose¡±, le dijo su amigo Carlos Gaviria cuando ley¨® los diarios.
R. No lo pretend¨ªa. No soy soci¨®logo ni polit¨®logo ni antrop¨®logo. Soy solo uno que cuenta historias, y en general muy ¨ªntimas. Pero la historia se cuela muchas veces en la historia ¨ªntima, m¨¢s en este caso donde se cruza con mi vida. Si ese cruce no hubiera ocurrido as¨ª, tan brutal, yo hubiera sido otro escritor, tal vez desgraciadamente m¨¢s fr¨ªvolo. Escrib¨ª dos libros m¨¢s fr¨ªvolos tras la muerte de mi pap¨¢; quiz¨¢ fue para recorrer el camino hasta llegar a un libro inevitable. Me habr¨ªa gustado ser un escritor de muchos libros, pero me doy cuenta cada vez m¨¢s de que soy un escritor de uno solo. Me pregunto si no habr¨ªa sido mejor que hubiera escrito un solo libro y ya est¨¢, y luego haberme dedicado a beber y no escribir m¨¢s.
P. Hace 20 a?os escribe en su diario: ¡°S¨ª, voy a escribir un libro sobre mi pap¨¢¡±. Ya entonces era un escritor, conoci¨® a otros, como Garc¨ªa M¨¢rquez o Vargas Llosa. Ya era una persona mayor. ?Qu¨¦ le pareci¨® esa vida?
R. Me obsesionan dos tipos de escritores: el del fracaso y el del ¨¦xito. Has mencionado a dos de ¨¦xito que en alg¨²n momento de sus vidas tuvieron fracasos. Un escritor fracasado como lo hubiera sido Irene Vallejo que iba a dejar el oficio de escribir porque ya no pod¨ªa m¨¢s, no ten¨ªa c¨®mo ganarse la vida escribiendo¡ Yo fui un escritor fracasado y alcoholizado, por eso le tengo mucho cari?o al escritor fracasado. Umberto Eco dec¨ªa que no hay grandes libros desconocidos, sino grandes libros p¨®stumos, como El Gatopardo. Los libros de Joseph Roth tienen ¨¦xito cuando ya ¨¦l se est¨¢ muriendo de delirium tremens en Par¨ªs y sin dinero. En un territorio intermedio est¨¢ Onetti: no sabes cu¨¢l es de esos tipos que te cuento. A m¨ª la vida me ha permitido ser un fracasado en todos mis libros y un escritor de ¨¦xito en una solo. ?No s¨¦ cu¨¢l de los dos me gusta m¨¢s! [risas].
Hubiera querido ser el autor de muchos libros, pero me doy cuenta de que soy el escritor de uno solo
P. Cuenta en sus diarios sus distintos encuentros con Garc¨ªa M¨¢rquez¡
R. Tuve la suerte de ver a Borges en una entrevista y de haber conocido a Garc¨ªa M¨¢rquez, s¨ª. Con ambos tuve la sensaci¨®n de estar ante dos genios inmensos del siglo de oro latinoamericano. Pens¨¦: si Homero existi¨® seguramente quienes vieran en Homero el cielo literario sintieran lo que yo estaba sintiendo por ellos dos. Cuando conoc¨ª a Garc¨ªa M¨¢rquez era un escritor con demasiado ¨¦xito y demasiado consciente de que lo ten¨ªa. Como hab¨ªa sido pobre y siempre en v¨ªsperas de ser un escritor fracasado, se le volvi¨® un poquito en contra, sobre todo en Cuba, no as¨ª en M¨¦xico o en Colombia. En Cuba fue como de nuevo rico, de los que ganan mucha plata y de repente se visten de blanco y tienen casa y carro del mismo color. Y all¨ª estaba Fidel, con sus zapatos con alzas para parecer de 1.90, para que no hubiera nadie m¨¢s alto en la reuni¨®n. Me parece dram¨¢tico que uno exagere lo que no es. Y yo tan solo conoc¨ª a ese Fidel¡ Mi pap¨¢ le ten¨ªa simpat¨ªa y respeto. Yo no: fue muy valiente, pero me parece que sigui¨® siendo un arrogante que se vengaba de algo del pasado. Sin embargo, Garc¨ªa M¨¢rquez est¨¢ reivindicado en mi interior.
P. Escribe esta l¨ªnea en sus diarios: ¡°Tuve el pap¨¢ perfecto para dar todo lo que he dado, pero no soy capaz de dar m¨¢s. ?l me perdonar¨ªa. Yo no me perdono¡±. Pasado el tiempo y a los 62 a?os, ?qu¨¦ l¨ªnea se dedicar¨ªa hoy?
R. De ni?o y adolescente nos ense?an mucho a obedecer y a perdonar. Lo que tenemos que aprender en la vida es a no obedecer y a perdonarse. Contra eso que escrib¨ª en el diario, creo que estoy aprendiendo a perdonarme, a no obedecer la permanente lecci¨®n de autoculpa y cr¨ªtica, muy cat¨®lica, para llegar a perdonarme.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.