El eterno amor de un hijo a su padre asesinado
Fernando Trueba clausura el Zinemaldia con ¡®El olvido que seremos¡¯, adaptaci¨®n de la novela de H¨¦ctor Abad Faciolince sobre su progenitor, al que encarna en cine Javier C¨¢mara
El 25 de agosto de 1987 H¨¦ctor Abad G¨®mez, m¨¦dico y activista en pro de los derechos humanos, fue asesinado en Medell¨ªn. Esa frase, que aparece en muchas enciclopedias, resume de manera inexacta lo ocurrido. El d¨ªa en que dispararon a Abad, mataron tambi¨¦n a un padre y a un marido, a una persona muy querida ¡ªy tambi¨¦n muy denostada desde sectores conservadores¡ª en Colombia. Su cuerpo se qued¨® en la calle, velado durante horas por su hijo, H¨¦ctor Abad Faciolince, que tiempo despu¨¦s, en 2006, public¨® El olvido que seremos, una cr¨®nica de su relaci¨®n paternofilial, una lucha por resucitar sus recuerdos de su progenitor y de su mundo familiar, un universo muy especial. ¡°Durante a?os he estado regalando este libro ¡ªes uno de mis vicios¡ª, creo que es el que m¨¢s he regalado en mi vida¡±, recuerda Fernando Trueba, que ha dirigido su adaptaci¨®n al cine. Junto a ¨¦l, Javier C¨¢mara, que encarna a H¨¦ctor Abad. La pel¨ªcula, que lleva el sello del festival de Cannes, donde habr¨ªa participado si la pandemia no hubiera arrasado el mundo cultural, clausura el Zinemaldia. Estrenada ya en Colombia, a las salas espa?olas probablemente llegue en marzo.
Es la primera vez que Trueba dirige un encargo. ¡°Solo hago pel¨ªculas personales, porque es lo ¨²nico que s¨¦ hacer. Si viene la propuesta de fuera, solo lo dirijo porque pod¨ªa interiorizarla, sent¨ª que ten¨ªa mirada sobre la novela¡±, explica el director. ¡°El olvido que seremos posee muchos ¨¢ngulos para sentir esa ligaz¨®n personal. Por ejemplo, que cuenta la historia de una familia, la relaci¨®n entre un padre y un hijo. Para m¨ª, el filme habla sobre la felicidad, sobre el amor, sobre una burbuja maravillosa, y c¨®mo la realidad acaba jodiendo la fiesta". Adem¨¢s, cuenta, le atra¨ªa el ambiente del chico, H¨¦ctor hijo, en una familia rodeado de mujeres, entre sus cinco hermanas, su madre, las criadas, una monja... ¡°Me hac¨ªa rememorar pel¨ªculas y libros que me gustan¡±. Aun as¨ª, regate¨® en la medida de lo posible aceptar la propuesta del productor colombiano. ¡°Me parec¨ªa imposible llevarlo al cine. No s¨¦, es uno de los dos libros que mi madre reley¨® en su vida¡±, sonr¨ªe. ¡°Asist¨ª a varios encuentros y lo rechazaba, eso s¨ª, con todo mi agradecimiento. Adem¨¢s, es que leer libros para buscar una pel¨ªcula me parece cutre, aunque este no era el caso. Cristina [Huete, su esposa y productora] lo volvi¨® a leer en un d¨ªa, porque ella lo hace muy r¨¢pido, y estaba de acuerdo. Lo cog¨ª yo y pens¨¦: ¡®Imposible, pero habr¨ªa una posibilidad si lo cogemos por aqu¨ª¡¯... Cristina me pill¨®¡±. Y as¨ª acab¨® Trueba en Colombia. ¡°Contando una vida ajena, como dec¨ªa Emmanuel Carr¨¨re¡±.
El material que manejaron Trueba (Madrid, 65 a?os) y C¨¢mara (Albelda de Iregua, 53 a?os) requiere de suma delicadeza: hechos reales. ¡°Para ambos fue muy interesante para documentarse, pero yo estoy aqu¨ª para hacer cine, y la realidad es la pista de despegue¡±, dice el director. ¡°Lo primero que pens¨¦, puesto ya a trabajar, era que qu¨¦ pena que Javier C¨¢mara no fuera colombiano. Y justo entonces me lleg¨® un email de Abad cont¨¢ndome que agradec¨ªa que entrara en el proyecto, y que hab¨ªa un actor que se parec¨ªa a su padre, que era el ideal: Javier C¨¢mara¡±. El aludido confiesa que su respuesta fue que a lo mejor deber¨ªan buscar un int¨¦rprete colombiano. Trueba le puntualiza: ¡°Aunque en este caso no hab¨ªa que hacer ni acento colombiano, ni acento paisa de Medell¨ªn, sino hacer el de H¨¦ctor Abad G¨®mez, que es completamente distinto. Y Javier posee la condici¨®n m¨¢s importante de todas, adem¨¢s de ser muy buen actor, que es que como Abad G¨®mez ama a la vida, tiene alegr¨ªa de vivir. Y eso no se puede falsear¡±.
El actor define a su personaje ¡°como eso que dicen los estadounidenses: bigger than life¡±. Y explica sobre su investigaci¨®n: ¡°Habl¨¦ con una de las personas que apareci¨® en la lista de amenazados en la que tambi¨¦n sal¨ªa Abad ¡ªpor cierto, eso nos iguala, porque vivimos en un pa¨ªs en el que tambi¨¦n hubo listas¡ª que me cont¨® que salieron corriendo de Colombia porque si se hab¨ªan atrevido con un s¨ªmbolo, una persona cari?osa, concienciada, ejemplar, qu¨¦ no iba a pasar con el resto¡±. C¨¢mara sinti¨® en un momento el peso del Abad real, del que tuvo que desprenderse para rodar. ¡°Hab¨ªa algo curioso: con cada uno que hablabas se sent¨ªa el m¨¢s querido por H¨¦ctor. Cada hija te contaba que era su favorita de su pap¨¢, porque ¨¦l lograba crear esa emoci¨®n. Uf, era un personaje casi inaprensible".
Realismo m¨¢gico en las calles
Abad Faciolince renunci¨® a participar en el guion porque, explica Trueba, no quer¨ªa volver a pasar el proceso de sufrimiento que transit¨® para escribir la novela y porque dej¨® claro que no sab¨ªa nada de guiones. Y se fue a Europa al inicio de la filmaci¨®n, para no molestar. Al final, s¨ª se acerc¨®. ¡°Tiempo antes, un d¨ªa¡±, explica el protagonista, ¡°se me acerc¨® H¨¦ctor. Yo quer¨ªa que me firmara el libro regalado por Fernando tres a?os antes, y ¨¦l que me hiciera una foto para sus hermanas. Le pregunt¨¦ si hab¨ªan visto alguna pel¨ªcula m¨ªa y me respondi¨®: ¡®No, es que se van a emocionar mucho cuando vean que eres igualito que mi pap¨¢¡¯. Hice la foto, me alej¨¦ un poco y me convenc¨ª: no me pod¨ªa escapar de esa bendici¨®n¡±.
Ambos recuerdan un rodaje lleno de an¨¦cdotas, de gente que se acercaba porque hab¨ªan conocido al doctor real. ¡°Un actor secundario vino con un traje, y me dijo que hab¨ªa estado con el doctor Abad dos veces, que la ¨²ltima llevaba ese traje y que si pod¨ªa pon¨¦rselo para la pel¨ªcula. Otra actriz que eleg¨ª me cont¨® al final que Abad le hab¨ªa salvado la vida a su marido¡±. C¨¢mara subraya: ¡°Es que de esas nos pasaron muchas¡±. Recuerda una relacionada con la gente de la calle toc¨¢ndole como si fuera el doctor real. ¡°El realismo m¨¢gico existe de verdad en Colombia. No solo est¨¢ en los libros, sino que la gente lo posee, y lo notas a trav¨¦s de su mirada¡±. Tambi¨¦n sintieron el odio, en detalles como que la Iglesia se neg¨® a ceder cualquier edificio para filmar el entierro. ¡°Porque a¨²n hay una lucha en Colombia¡±. Trueba incide: ¡°El d¨ªa en que rodamos la ¨²ltima conversaci¨®n entre Abad y su esposa, en la radio anunciaron que se estaban cortando algunas calles. Cecilia, su viuda, lo oy¨®, cogi¨® un taxi, y se plant¨® con un andador delante de una valla policial. Y cuando le preguntaron ad¨®nde iban, respondi¨®: '?D¨¦jeme pasar! ?Soy la protagonista!".
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