Si se ha podido dar, la muerte es otra
Tuve la suerte de publicarlo, de compartir la aventura de un libro juntos: ¡®Una mujer mayor¡¯, en 2019
Joan ha muerto, la noticia nos pill¨® a todos esta semana, con el asombroso invierno que nos vuelve tocar vivir: Joan Margarit ha fallecido. Te sientas, te encoges, y entonces asimilas el golpe.
Tuve la suerte de conocerle en esos otros tiempos cuando todav¨ªa pod¨ªamos sentarnos en las terrazas y tomarnos caf¨¦s, mir¨¢ndonos a los ojos, en esos tiempos cuando nos pod¨ªamos llenar de labios, de bocas, de todo lo que hace que seamos vida.
Y tuvimos la suerte de publicarlo, de compartir la aventura de un libro juntos: Una mujer mayor, en 2019, el a?o del Cervantes, y del Reina Sof¨ªa, el a?o en al que Joan le llovieron los premios como si fueran estrellas en un cielo de verano.
El libro se lo entregamos en mano a la Reina Sof¨ªa, y all¨ª estaba Joan, delante, feliz, desplegando cada p¨¢gina, con la alegr¨ªa en el cuerpo, con esos ojos de ni?o que a veces tenemos los adultos, llenos de infancia, de alegr¨ªa, de como si la vida nunca fuera a terminar.
Ese libro le ha hecho una ilusi¨®n tremenda: ¨¦l quer¨ªa conocer a Paula Rego, la pintora portuguesa afincada en Londres. Por aquel entonces yo viv¨ªa tambi¨¦n en Londres, y le tom¨¦ la palabra: buscar¨ªamos hacer un libro, con ¨¦l y ella, con sus poemas y con sus obras, los dos juntos.
?l estaba convencido de que jam¨¢s lo lograr¨ªamos, que Paula se negar¨ªa. Me lo reconoci¨® un a?o despu¨¦s, cuando el libro se hizo tremendamente real. Despu¨¦s de varios intentos, en Londres, conseguimos dar con Paula, contarle el proyecto, y ella se ilusion¨®, el libro arranc¨®. Una mujer mayor, es tambi¨¦n ese homenaje de Joan para Paula, el Premio Cervantes y el Premio Turner, reunidos.
Porque ¨¦l quer¨ªa conocer a Paula, incluso a?os antes hab¨ªa atravesado en coche toda la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica para ir, de Barcelona a Lisboa, a ver una exposici¨®n suya. Pero ello all¨ª no estar¨ªa, no vendr¨ªa, y Joan se regresar¨ªa entonces a su ciudad sin haberla conocido.
El libro ha sido el encuentro: lo compuso todo, eligiendo cada uno de los poemas, y, luego, escogiendo cada obra suya, p¨¢gina tras p¨¢gina, reordenando, cuidando cada detalle, incluso el gramaje de las p¨¢ginas, el tama?o de las letras. Nos ve¨ªamos a menudo, en Barcelona, para el libro, y para todo lo dem¨¢s, tom¨¢ndonos esos caf¨¦s que fueron m¨¢gicos.
Eso es lo que a?oramos: caf¨¦s, sencillos, may¨²sculos, as¨ª de brutales y de asombrosos, como dir¨ªa Joan. La vida es irrepetible: Amar es siempre un lugar, una esquina, una cafeter¨ªa, una ma?ana como si fuera un rel¨¢mpago, plagado de luz y de verdad, esa verdad que ¨¦l tanto amaba, porque ella es despiadada, sin concesiones, abrupta, dulce, sin retorno.
Amar es un lugar.
Perdura en lo m¨¢s hondo: es de d¨®nde venimos.
Y tambi¨¦n el lugar donde queda la vida.
El libro lleg¨®, se public¨®, se present¨®. En Madrid, elegimos la Biblioteca Nacional; en Barcelona, la Academia de Arte creada en la ciudad condal por el pintor Jordi Alama. En ambos casos, estaba Joan, leyendo de pie su poes¨ªa, con la voz tronando, levantando el brazo, apuntando con los dedos hacia el tejado, jug¨¢ndose todo en cada recital, embistiendo, sacudiendo, y entonces, nos qued¨¢bamos at¨®nitos, sacudidos por el oleaje, felices de naufragar.
Porque a ¨¦l, m¨¢s que todo, le importaba lo que sucede en la noche estrellada del verso. Y qu¨¦ versos, siempre esa verdad dura como un pu?o, siempre ese amor que es lo ¨²nico que de verdad importa, el que damos, el que recibimos, el que dejamos pasar de lado, el que por fin nos encuentra, y nos vuelve hacer nacer: ¡°T¨² eres la muchacha que busqu¨¦ / durante tanto tiempo cuando a¨²n no exist¨ªas¡±.
Lo dec¨ªa Joan, mejor que nadie, as¨ª de brutal, as¨ª de asombroso, como la vida misma:
La vida se alimenta de d¨ªas generosos.
De dar y proteger.
Si se ha podido dar, la muerte es otra.
Joan lo daba todo, a cada verso, a cada mirada. Un caf¨¦ con ¨¦l era el fin del mundo, un viaje irrepetible. Alzaba las manos cuando declamaba, golpeando el aire como lo hace un pianista a cada tecla. Porque, todos los sabemos, la partitura es siempre irrepetible. Porque cada d¨ªa es para siempre. Cada ma?ana del mundo es sin retorno.
Javier Santiso, editor de La Cama Sol
Babelia
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