23-F, una cuenta sin pagar
Deja perplejo arrastrar sin saberlo una deuda de hace 40 a?os en el bar del Congreso de los Diputados
La noticia de que dejamos una cuenta sin pagar en el bar del Congreso el 23-F, hace 40 a?os, me ha dado mucho que pensar. Yo cre¨ªa que nos invitaba la Guardia Civil; hubiera sido lo m¨ªnimo. A los de la Polic¨ªa Militar (PM) nos metieron all¨ª para apoyarles. Tampoco es que tuvi¨¦ramos alternativa. Con 23 a?os, haciendo la mili, sin tel¨¦fono m¨®vil, un golpe en curso y los mandos sobrexcitados de patria y con la pistola amartillada no est¨¢s para discutir nada, no digamos para hero¨ªsmos. No s¨¦ a cu¨¢nto ascender¨¢ lo m¨ªo del bar, no mucho, imagino, no recuerdo el Mo?t Chandon, pero claro si sumamos los intereses de todos estos a?os¡ ¡°Cuando llegamos nosotros ya no quedaba casi nada¡±, me recalca Ezequiel Gir¨®, al que me basta con cerrar los ojos para verlo otra vez con el uniforme, las trinchas, el subfusil, el casco blanco y la cara de pasmo; ¡°pas¨¦ un hambre¡¡±. Hombre, Zequi, no te hagas el longuis: aqu¨ª pagamos todos o ninguno.
La columna de la que ambos, como Adolfo, Rafa, Carlos, Alfonso, Jaume y Mariano form¨¢bamos parte, se form¨® con las fuerzas reba?adas en el cuartel general de la Divisi¨®n Acorazada Brunete en el Pardo, un centenar entre polic¨ªas militares y soldados de la compa?¨ªa de servicios. Tras circular por un Madrid desierto, temiendo en qu¨¦ sarao nos est¨¢bamos metiendo, llegamos al Congreso, para alucine de la tropa, hacia la una de la ma?ana, con la sana intenci¨®n de comprometer al ej¨¦rcito, a ver si se animaba alguien a un¨ªrsenos con los tanques, y se liaba parda (sic) ya del todo. Esto lo digo yo ahora, entonces no ten¨ªamos ni p¡ idea de lo que estaba pasando y, al vernos en el centro mismo de la noche, hasta nos cre¨ªmos lo que nos dijeron entonces Pardo Zancada y ?lvarez Arenas, un saludo desde aqu¨ª, espero no volver a vernos nunca, de que ¨¦ramos la punta de lanza de un contingente que inclu¨ªa los carros de combate, los boinas verdes, la Legi¨®n, las fuerzas aerotransportadas y hasta los lanceros de Bengala.
Descendidos de los veh¨ªculos y formados ante los leones mientras se nos franqueaba el paso, nos suministraron chocolate caliente en unas ollas que no s¨¦ de d¨®nde salieron. Espero que eso no nos lo cobren tambi¨¦n ahora. Por seguir con el relato gastron¨®mico de la noche, no recibimos m¨¢s provisiones, y es que se hab¨ªan ocupado de darnos muchas balas (yo cargaba cinco peines de munici¨®n, uno puesto en mi subfusil Star Z-70: aqu¨ª mi subfusil, aqu¨ª mi pistola), pero no bocadillos; con esa falta de previsi¨®n c¨®mo iba a triunfar el golpe. As¨ª que, en un gesto de alta intendencia, una vez dentro del Congreso nos recomendaron espabilarnos y alguien sugiri¨® que nos uni¨¦ramos a la Guardia Civil en el bar, que esa s¨ª parec¨ªa buena estrategia. Sub¨ª en el ascensor con Jaume y Alfonso. Hoy pienso que si los leales (fueran quienes fuesen) hubieran realizado un asalto entonces cortando previamente la luz, como tem¨ªa Tejero, nos habr¨ªamos quedado atrapados. No se me ocurre mayor pesadilla claustrof¨®bica que estar en un golpe de Estado atrapado en un ascensor.
En el bar las existencias estaban cerca de agotarse, aunque me dio tiempo a que un guardia civil con mostacho (dudo de que fuera Tejero, tendr¨ªa cosas m¨¢s importantes que hacer) me cortara unas lonchas de un excelente jam¨®n serrano. Otro me suministr¨® una coca-cola y pill¨¦ una caja de barquillos para helados que fue mi plat de r¨¦sistance aquella larga noche. Antes me hubieran quitado el arma que los barquillos. Y eso me lleva de nuevo a lo de la cuenta. He de confesar, se?or¨ªa, que no pagu¨¦; no s¨®lo porque no llevaba suelto, ni la tarjeta (que no ten¨ªa), sino porque me pareci¨® un delito menor dado el contexto.
Zequi me pregunta si no nos van a pedir disculpas, aprovechando el 40? aniversario y el Me Too y todo eso. ?ramos unos chavales, nos llevaron a la fuerza, amenazados y enga?ados, pusieron en riesgo, sin consultarnos y de manera ilegal, nuestras poco patri¨®ticas vidas, y luego tuvimos que acabar la mili como si nada y quedar siempre con el estigma de haber estado del lado de los malos. Si eso no es abuso¡ Desde luego, merecer¨ªamos que alguien, no s¨¦, Armada, Tejero, la Brunete, el Ej¨¦rcito, el Em¨¦rito, nos dijera retroactivamente ¡°chicos, vaya faena¡±. Por lo menos, que alguien se haga cargo de la cuenta.
Babelia
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