El testamento del m¨²sico Rafael Berrio se escucha en el cine

Los cables de una mesa de sonido, un bloc de notas, un bol¨ªgrafo y una vieja edici¨®n de la colecci¨®n Austral, plastificada y manoseada, del tratado de Baltasar Graci¨¢n Agudeza y arte de ingenio. As¨ª arranca Escuchando Ni?o Futuro. Bueno, as¨ª y con la desafiante mirada del protagonista absoluto de esta pel¨ªcula-disco-performance, el m¨²sico Rafael Berrio, quien mientras muerde un pl¨¢tano mira a c¨¢mara con toda la sorna de sus risue?os ojos. Sin pronunciar una sola palabra, el compositor vasco, fallecido a los 56 a?os la pasada primavera, se pone a los mandos de este particular testamento de 48 minutos y diez canciones.

Distribuida por Los Ilusos Films, la productora del cineasta Jon¨¢s Trueba, se trata de ¡°un golpe de efecto final y, a todas luces, magistral¡±, en palabras del propio Trueba, de un artista que se sabe ya enfermo y al que se le ocurre un gesto de despedida lanzado contra los tiempos: una escucha filmada, una acci¨®n musical destinada a tomarse el tiempo que requiere un disco completo. Un ¨¢lbum, el ¨²ltimo, editado en 2019, por el que sobrevuelan las obsesiones y la sabidur¨ªa de su autor y que aqu¨ª revive acompa?ado de un arsenal de sutiles gestos mudos. Un documento de m¨²sica que no tiene nada que ver con los documentales de m¨²sica y que propone una manera in¨¦dita de escuchar un disco en el cine. Dirigida por Andr¨¦s Daniel Sainz, la pel¨ªcula-disco podr¨¢ verse este fin de semana en la Cineteca de Madrid. ¡°Berrio nos convoca de nuevo al viejo ritual de escuchar un disco; un disco entero y de principio a fin (como ya no sabemos o nos hemos olvidado que se escuchaban los discos: de la primera a la ¨²ltima canci¨®n)¡±, explica Trueba en un texto dedicado a un proyecto que define como ¡°voluntad, capricho y ¨²ltima vanidad¡± de un artista empe?ado en ¡°sentar a los amigos en una sala y poner el volumen bien alto¡±.

Escuchando Ni?o Futuro es un curioso y sin duda emocionante experimento. Un solo personaje en un ¨²nico plano fijo cuyo tiempo fluye gracias al coqueto juego de Berrio. A los mandos, frente a la mesa de mezclas y chupa chups en mano, el m¨²sico sigue los compases y acordes de sus canciones. Ni un solo di¨¢logo. Dadme la vida que amo abre esta catarsis de hermosas letras y grandes dosis de encanto. De vez cuando, Berrio levanta la mirada y se dirige a la c¨¢mara socarr¨®n y a la vez triste, siempre con los ojos brillantes. Observarle es una inesperada delicia. Un ¡°maestro de ceremonia¡± que dirige ¡°su propia orquesta invisible¡±, escribe Trueba, para quien la mesa de mezclas casi parece un artefacto del futuro, ¡°es como si Rafael Berrio regresara en su particular nave espacial¡±.

Una nave espacial que ser¨¢ el primero de los homenajes dedicados al m¨²sico vasco: el 20 de mayo se reunir¨¢n en el Teatro Victoria Eugenia de San Sebasti¨¢n una quincena de m¨²sicos y amigos del exmiembro de grupos como UHF, Amor a Traici¨®n y Deriva para interpretar algunos de sus temas. Berrio colabor¨® con Jon¨¢s Trueba en su cuarta pel¨ªcula, La reconquista (2016), donde sus canciones casi funcionaban como voz narradora y donde el propio m¨²sico ten¨ªa un papel. Con Andr¨¦s Daniel Sainz trabaj¨® en el cortometraje El tercer hombre, inspirado en la pel¨ªcula de Carol Reed. El septiembre pasado tambi¨¦n se public¨® en la editorial La Veleta una antolog¨ªa de sus canciones de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas y que, bajo el t¨ªtulo Absoluci¨®n (nombre elegido por el propio artista antes de fallecer), se presentaba as¨ª: ¡°Intentando crear alguna canci¨®n nueva me he venido a recluir a una aldea del oriente de Asturias. Junto a la casona donde estoy, muy cerca, aunque no alcanzo a verlo, hay un asno que de cuando en cuando rebuzna. La oportunidad de tal rebuzno, que a mis o¨ªdos suena como un escarnio, me parece sin embargo como ca¨ªda del cielo. Esto est¨¢ muy bien, me digo, mientras torpemente ensayo una progresi¨®n de acordes demasiado vista o trato de escribir una l¨ªnea inspirada. Y el burro vuelve a rebuznar a mis espaldas. Cu¨¢n conveniente, cu¨¢n necesario resulta, queridos amigos de la profesi¨®n, tener un asno siempre a nuestro lado. Yo no s¨¦ c¨®mo har¨¦ cuando me regrese a la ciudad. Qui¨¦n har¨¢ de mi conciencia con tal gracia y de tan insobornable manera como lo hace el burro de esta bendita aldea¡±.