Rafael Berrio: ¡°El nihilismo es una maniobra para espantar la angustia¡±
Tras coquetear con la 'chanson', el cantautor vuelve al rock de guitarras. Y persiste en escribir letras que ahondan en las zonas umbr¨ªas de la existencia
Jaime Gil de Biedma en la cama¡¯¡¯, repet¨ªa mec¨¢nico el verso de una canci¨®n, titulada como el poeta barcelon¨¦s, que finalizaba mentando a G¨®mez de la Serna. Ven¨ªa impresa en el primer ¨¢lbum de Amor a Traici¨®n, el grupo que Rafael Berrio (San Sebasti¨¢n, 1963) lider¨® sin suerte durante los a?os noventa. En aquel contexto de frondosa sonoridad deudora del Bob Dylan mercurial y del m¨¢s punzante Lou Reed, celebrar a un autor tan nuestro anclaba el temario de un letrista, y m¨²sico, resabiado ante las zonas umbr¨ªas de la existencia.
Admiradores como Mikel Erentxun le ped¨ªan textos para sus discos, pero Berrio ser¨¢ otro talento maldito en la minoritaria y desmembrada escena rock estatal hasta que, en 2010, aparece el ¨¢lbum 1971. L¨ªrica obra de cantautor a la vieja usanza, arropado por orquesta de c¨¢mara, afrancesado y letraherido, el disco recibe cr¨ªticas excelsas pero vende modestamente. Tras la estremecedora secuela Diarios, Paradoja recobra al urbanita electrificado en una selecci¨®n que arranca urgente con Cambios a mansalva y decadencia y ya no rebaja su verboso nihilismo.
Berrio no tiene nada que perder: le horrorizar¨ªa vivir de la m¨²sica y pagar el peaje de las giras. Es un escritor privado, consciente del entorno vital y del rol que jugamos en ¨¦l, normalmente desinteresados en afrontar la verdad, inesperadamente l¨²cidos por unos instantes. ?l dice que solo quiere matar el aburrimiento en una ciudad de provincias, pero sus canciones exhalan firmeza po¨¦tica. Y una voz ¨ªntima, necesaria, le¨ªda, tajante. La de un elitista de arrabal proyectando su estoica mirada sobre el huidizo presente.
Soy reci¨¦n un cincuent¨®n y lo correcto ser¨ªa que practicase el pensamiento positivo. No es el caso. Me preocupa la muerte¡±
PREGUNTA. ?Por qu¨¦ regresar al rock? ?Demandaban las canciones ese choque el¨¦ctrico?
RESPUESTA. Soy un cantante que ha crecido en la contracultura underground. No tengo influencia ninguna de la Nueva Trova, ni de la bossa, ni del jazz. En todo caso, he podido coquetear con la chanson existencialista francesa, cosa rara en el panorama actual. Ahora he vuelto a hacer un disco de guitarras el¨¦ctricas y canciones de tres acordes porque se lo promet¨ª a mis amigos, y porque es lo que he hecho siempre, desde hace 25 a?os. Simplemente rock.
P. Se considera un hacedor de versos tradicional, con rimas y pareados. ?Qu¨¦ poetas coet¨¢neos lee?
R. Soy muy mal lector de novedades. Reconozco que lo actual me interesa poco, lo mismo en narrativa que en poes¨ªa. He le¨ªdo de todo aunque de manera muy distra¨ªda, digamos. Siglo de Oro, modernistas, generaci¨®n de la posguerra, el grupo de Barcelona, la gran poes¨ªa portuguesa o argentina. No dir¨¦ nombres porque siempre queda muy cursi. O dir¨¦ solo uno que vale por muchos: Pessoa. En mi heter¨®nimo favorito que es Ricardo Reis.
P. En Mis ayeres muertos canta ¡°todo lo he visto, de todo me acuerdo¡¯¡¯. ?No ser¨¢ este el reto de la madurez? Transformar la carga vital en autoenga?o creativo, trascendencia curativa?
R. Me han dicho que mis canciones pueden llegar a ofrecer un cierto auxilio o consuelo a quien las escucha. Yo no llego a cre¨¦rmelo del todo. Lo que s¨ª he notado es que muchas veces una lectura devastadora de Cioran puede reconciliarte con el mundo. Esto es cierto. Es una paradoja, pero ocurre. En cuanto a Mis ayeres muertos, yo la veo como un canto a la mirada humana sobre los seres y las cosas. Como el testimonio del hombre corriente que da fe de su existencia. Pero la opini¨®n del autor es la m¨¢s irrelevante.
Me han dicho que mis canciones pueden llegar a ofrecer un cierto auxilio o consuelo a quien las escucha. Yo no llego a cre¨¦rmelo del todo"
P. En su conjunto, Paradoja rezuma ese desencanto l¨²cido del que sabe que en la verdad hay cierto alivio. ?Es el absurdo la ¨²nica escapatoria a esa clarividencia?
R. Creo que salidas hay muchas. La m¨ªstica, la filantrop¨ªa¡, cada cual elige la suya. A m¨ª, est¨¦ticamente, me interesa mucho el culto al absurdo, la mirada dada¨ªsta sobre la realidad, el acto gratuito y todas esas cosas que conectan con el nihilismo y que no son sino maniobras para espantar la angustia. Creo que es un buen tema para una canci¨®n. Al fin y al cabo el punk, el ruidismo, tambi¨¦n tiene mucho de eso. De aberraci¨®n, como dec¨ªa Poch.
P. ¡°Soy el que soy y niego el olvido¡¯¡¯, canta en El animal que has sido. ?C¨®mo hacer m¨¢s llevadero el peso de la memoria?
R. No lo s¨¦, francamente. La psicolog¨ªa new age nos machaca con el autoperd¨®n. Yo no estoy tan seguro. El pasado vuelve una y otra vez. De eso habla la canci¨®n. En realidad no hay m¨¢s que pasado. No me creo que el presente pueda vivirse de un modo pleno, como dicen. Esto no es cre¨ªble porque est¨¢ la conciencia, precisamente. La conciencia que anticipa la futura melancol¨ªa de ese instante. Un bucle enfermizo. Puede ser que un gato o un p¨¢jaro vivan un eterno presente, pero un hombre de ning¨²n modo.
P. En Inanimados contempla las reliquias que nos sobrevivir¨¢n, mudos testimonios de que hemos vivido. Objetos, libros, utensilios, fetiches. ?No es un poco pronto?
R. Bueno, son pensamientos que los puede tener muy bien un adolescente. Incluso dir¨ªa que son propios de la adolescencia. Yo soy reci¨¦n un cincuent¨®n y lo correcto ser¨ªa que practicase el pensamiento positivo, la vida activa, y bueno, no es el caso. Al menos cuando me pongo a escribir. Tampoco hay que confundir al personaje con el autor. Y s¨ª, me preocupa la desaparici¨®n, la muerte. ?Por qu¨¦ no decirlo? En el fondo soy un sentimental que ha le¨ªdo a S¨¦neca.
Paradoja. Rafael Berrio. Warner.
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