El CSIC excava en la vida cotidiana de los presos y obreros que construyeron el Valle de los Ca¨ªdos
Los trabajos arqueol¨®gicos en el poblado que alberg¨® a los trabajadores y que fue demolido comenzar¨¢n a mediados de abril, durar¨¢n un mes y cuentan con el permiso de Patrimonio Nacional
Los barracones y las casas se cerraron y se demolieron a finales de los a?os cincuenta, cuando se concluy¨® el monumento propagand¨ªstico pol¨ªtico-religioso del Valle de los Ca¨ªdos, en Madrid. Comenz¨® a construirse en 1940 y se inaugur¨® 19 a?os m¨¢s tarde. Eran las humildes construcciones que formaban los cuatro poblados donde viv¨ªan los obreros ¨Dtanto voluntarios como presos pol¨ªticos¨D que horadaban el gran farall¨®n p¨¦treo de Cuelgamuros, en la Sierra del Guadarrama (San Lorenzo de El Escorial, Madrid), donde se levantar¨ªa la bas¨ªlica de la Santa Cruz de Valle de los Ca¨ªdos. Se necesit¨® el trabajo de unas 20.000 personas para cumplir el sue?o del dictador Francisco Franco. El mes pr¨®ximo, el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) va a iniciar la excavaci¨®n arqueol¨®gica de aquella ciudad de unas dos o tres hect¨¢reas de extensi¨®n para ¡°conocer in situ la vida de los que levantaron el Valle¡±, seg¨²n explica el director del proyecto, el arque¨®logo del CSIC Antonio Gonz¨¢lez Ruibal. ¡°Una cosa puede ser la documentaci¨®n y otra la realidad¡±, a?ade.
El CSIC ya cuenta con los permisos de excavaci¨®n de Patrimonio Nacional ¨Dpropietario del conjunto¨D y espera obtener en breve la autorizaci¨®n del Ministerio de Cultura y Deporte. Est¨¢ previsto que los trabajos se inicien el 26 o 27 de abril y que a mediados de mayo se hayan alcanzado ya las estructuras constructivas del poblado que se oculta en el subsuelo.
Franco siempre so?¨® con levantar una gran bas¨ªlica que rememorase la Guerra Civil ¨D¡±Gloriosa Cruzada¡±, en la terminolog¨ªa del r¨¦gimen¨D, y que en ella descansase el fundador de la Falange, Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera, que hab¨ªa sido fusilado por los republicanos al principio de la contienda. Franco tambi¨¦n fue enterrado en este monasterio escurialense; pero, en aplicaci¨®n de la Ley de la Memoria Hist¨®rica, sus restos fueron trasladados en 2019 al cementerio de Mingorrubio, en El Pardo (Madrid). En la bas¨ªlica tambi¨¦n se inhumaron despu¨¦s de la guerra los restos mortuorios de soldados de ambos bandos. Oficialmente, se enterr¨® a 33.847 personas, formando una gigantesca fosa com¨²n que los forenses nunca han podido desenmara?ar por la descomposici¨®n de los cuerpos y la humedad que aqueja a la bas¨ªlica, uno de los monumentos m¨¢s visitados de Espa?a.
Franco encarg¨® el proyecto a los arquitectos Pedro Muguruza y Diego M¨¦ndez. El escultor Juan de ?valos fue el encargado de dise?ar la gran cruz que coronar¨ªa la obra y que est¨¢ rodeada de las impresionantes figuras de los evangelistas.
La financiaci¨®n corri¨® a cargo de aportaciones voluntarias, presupuestos del Estado y la Loter¨ªa Nacional. La mano de obra ser¨ªa civil. Sin embargo, pronto se hizo patente que resultaba insuficiente, por lo que se ech¨® mano de los presos pol¨ªticos. Las constructoras fueron a buscarlos a las c¨¢rceles. Han pervivido numerosos testimonios. Por cada jornada de trabajo en Cuelgamuros, se redim¨ªan entre dos y seis d¨ªas de c¨¢rcel. Adem¨¢s, se ofrec¨ªa a los reos el mismo sueldo que a los voluntarios. El arque¨®logo Gonz¨¢lez Ruibal explica: ¡°Las constructoras [las m¨¢s importantes del pa¨ªs en ese momento] pagaban al Gobierno lo mismo por cada trabajador, fuera libre o reo. Lo que ocurri¨® es que el Estado se quedaba con el dinero de los presos y solo les entregaba el importe de las horas extras y las ayudas por hijo. Una miseria¡±. De hecho, como el sueldo de las constructoras no era malo del todo para la posguerra y las posibilidades de encontrar trabajo al salir de la c¨¢rcel eran m¨ªnimas, muchos presos, tras quedar libres, volvieron a la obra voluntariamente.
Para alojar a los trabajadores se levantaron cuatro poblados. Cada uno de ellos llevaba el nombre de la constructora que lo hab¨ªa terminado: Agrom¨¢n, Ban¨²s y Huarte. Y en medio de ellos, el llamado ¡°Poblado Central¡±, que es donde ahora actuar¨¢n los especialistas, un equipo de diez personas entre las que se cuentan fundamentalmente arque¨®logos e historiadores.
Se calcula que en los 20 a?os que duraron las obras unas 20.000 personas trabajaron en la construcci¨®n, lo que permite calcular que el poblado alojaba a unos 1.000 o 1.500 habitantes por a?o, sin contar las numerosas chabolas que rodeaban el complejo y donde tambi¨¦n habitaban los penados, algunos con sus familias. Todos hac¨ªan la vista gorda a ese respecto.
Gonz¨¢lez Ruibal lo explica as¨ª: ¡°No hab¨ªa garitas controlando a los trabajadores en el interior. En todo caso, en el exterior. Viv¨ªan juntos tanto trabajadores libres como presos¡±. De hecho, exist¨ªa cierta libertad de movimientos, aunque en general las condiciones de vida resultaban muy duras por las baj¨ªsimas temperaturas y la altura, los enormes vol¨²menes de roca que se mov¨ªan y el peligro de la silicosis, una enfermedad producida por el dep¨®sito de s¨ªlice en los pulmones, uno de los elementos de los que se compone el granito que los penados volaban con barrenos. Se calcula que una veintena de personas murieron por esta causa.
Antes de emprender la excavaci¨®n se ha acometido un profundo trabajo de documentaci¨®n hist¨®rica por parte de Luis Antonio Ruiz-Casero. ¡°Estamos a punto de acabar¡±, concluye el director del proyecto. ¡°Pero la zona donde se alzaban los poblados es la que ahora ocupan las casas de los trabajadores de la bas¨ªlica¡±, en la parte sur. La investigaci¨®n tiene un presupuesto de 12.000 euros.
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