Pascal Bruckner: ¡°M¨¢s all¨¢ de los 60 no hay un desierto sentimental ni er¨®tico¡±
El ensayista franc¨¦s defiende una vejez viva e intensa en ¡®Un instante eterno¡¯ y mantiene su batalla contra ¡°la izquierda beata y reaccionaria¡±
En Francia, seg¨²n a qui¨¦n se pregunte, Pascal Bruckner (Par¨ªs, 72 a?os) es visto como uno de los ¨²ltimos resistentes en la defensa de la Ilustraci¨®n frente a los oscurantismos del siglo XXI, o como un viejo dinosaurio que, por sus posiciones contra el nuevo feminismo o el antirracismo, est¨¢ perdiendo el tren de la historia y se resiste a abandonar el escenario.
¡°Hay sitio en la Tierra para varias generaciones, para los muy j¨®venes y los m¨¢s viejos¡±, advierte Bruckner en su angosto d¨²plex en el centro de Par¨ªs, mientras prepara las maletas para pasar unos d¨ªas practicando esqu¨ª de fondo en los Alpes. ¡°Moriremos un d¨ªa, est¨¦n tranquilos, aunque no por eso se sentir¨¢n mejor¡±.
Los miembros de su generaci¨®n, la del llamado baby boom ¡ªnacidos durante la explosi¨®n demogr¨¢fica posterior a la II Guerra Mundial¡ª, se jubilan y se instalan en la tercera edad. Bruckner, con 72 a?os y ningunas ganas de dejar de escribir y polemizar, reflexiona sobre esa etapa en Un instante eterno. Filosof¨ªa de la longevidad, publicado en castellano por Siruela, en traducci¨®n de Jenaro Talens.
Hasta los 65 a?os uno todav¨ªa puede enga?ar a la gente y hacerse ilusiones
El libro es una reivindicaci¨®n de la vejez, una edad que hoy se ha prolongado tanto que ya casi es una vida extra. Y Bruckner sostiene que no debe ser el tiempo de las renuncias sino de una existencia plena e intensa.
Los viejos siempre son los otros, o mejor dicho la mirada de los otros, seg¨²n el ensayista. ?l dice que se dio cuenta de que se hac¨ªa mayor el d¨ªa que empez¨® a recibir publicidad de residencias de la tercera edad y folletos de funerarias. ¡°Hasta los 65 a?os uno todav¨ªa puede enga?ar a la gente y hacerse ilusiones¡±, afirma.
Bruckner recuerda que, cuando sus padres cumplieron 50 o 55 a?os, empezaron a vestirse como viejos y a parecerlo. Hoy, los de su generaci¨®n, que es la de 1968, se visten como los j¨®venes, intentan hablar el lenguaje de los adolescentes y se desplazan por la ciudad en patinete.¡°Tiene un lado rid¨ªculo¡±, admite, ¡°pero tambi¨¦n significa que no renunciaremos¡±.
Su filosof¨ªa del envejecimiento consiste en ¡°renunciar a la renuncia¡± algo que choca con el problema de la enfermedad, de la salud, del crep¨²sculo. ¡°Estamos programados desde la infancia¡±, apunta, ¡°para pensar que a partir de los 60 a?os es el abismo, las tinieblas. Pero llegamos y estamos en forma, nos sentimos a¨²n en la piel de alguien de 30 o 40 a?os. Todos somos ciegos ante nuestro propio envejecimiento, y no entendemos por qu¨¦ debemos limitar nuestras actividades y quedarnos en casa. Hoy hemos empujado la vejez a los ¨²ltimos meses antes de la muerte. Antes llegaba al final del verano y, ahora, en diciembre. El oto?o de la vida puede ser totalmente extraordinario y feliz¡±.
Bruckner ¡ªpadre de dos hijos, con dos nietos, y emparejado con una belga-somal¨ª 25 a?os menor que ¨¦l¡ª dedica un cap¨ªtulo de su libro al amor en la tercera edad. Cita como ejemplo la pareja de Emmanuel y Brigitte Macron, ella 24 a?os mayor que el presidente. ¡°Sacuden los prejuicios¡±, celebra el ensayista. ¡°La gente ve que se puede amar a alguien de m¨¢s edad, y que m¨¢s all¨¢ de los 60 no hay un desierto sentimental, ni er¨®tico¡±.
Europa no invent¨® la esclavitud, invent¨® su abolici¨®n
Si la eternidad existe, est¨¢ aqu¨ª, en la Tierra, seg¨²n Bruckner. ¡°La inmortalidad es ahora, en los instantes maravillosos que vivimos, en los momentos privilegiados con los dem¨¢s, no vale la pena buscarla en el m¨¢s all¨¢. Porque, como dec¨ªa creo que Kierkegaard, las grandes religiones son unas muy lucrativas agencias de transporte al m¨¢s all¨¢, pero nadie ha regresado para decirnos si el viaje val¨ªa la pena¡±.
La covid-19 ha alterado sus perspectivas radiantes. A Bruckner, ya vacunado, se le han muerto amigos de m¨¢s de 80 a?os.
¡°No me siento reaccionario¡±
?l ha aprovechado estos meses. Los ha dedicado a escribir su ¨²ltimo ensayo publicado en franc¨¦s, Un coupable presque parfait. La construction du bouc ¨¦missaire blanc (Un culpable casi perfecto. La construcci¨®n del chivo expiatorio blanco). Es un texto pol¨¦mico, un alegato en contra de las nuevas corrientes antirracistas como el movimiento Black Lives Matter y feministas del Me too que, en su opini¨®n, hacen del hombre blanco el culpable de los males del mundo.
Bruckner, como en muchos de sus ensayos, habla en realidad de s¨ª mismo. ¡°Se me ha tratado de viejo macho blanco occidental. Pues acepto el veredicto. Lo soy. Es una cu¨¢druple discriminaci¨®n, por la edad, por el color de piel, por el g¨¦nero y por la procedencia geogr¨¢fica. Es otro racismo¡±, dice. ¡°La indiferencia ante el color de la piel es un avance de la Ilustraci¨®n¡±, contin¨²a. Aunque Europa haya cometido muchos cr¨ªmenes, ¡°como todas las grandes civilizaciones¡±, al menos los ha reconocido, apunta Bruckner. ¡°Europa no invent¨® la esclavitud, invent¨® su abolici¨®n¡±.
Este viejo sesentayochista no se inquieta porque le llamen neoconservador, o reaccionario. ¡°Mientras no me llamen fascista¡.¡±, responde. ¡°No me siento reaccionario. M¨¢s bien tengo la impresi¨®n de pertenecer a una izquierda laica y republicana. En cambio, creo que una gran parte de la izquierda francesa, y tengo la impresi¨®n que en Espa?a es lo mismo, es una izquierda beata y, de hecho, reaccionaria¡±.
Yo no digo que el hombre blanco sea v¨ªctima, digo que es un chivo expiatorio
?Beata y reaccionaria? ¡°S¨ª, consideran que el islam es la religi¨®n de los oprimidos y que, por tanto, hay que permitir el velo¡±, dice. ¡°Consideran que los musulmanes son los nuevos proletarios: como la revoluci¨®n ha fracasado con la clase obrera, la haremos con el islam¡±.
Ley¨¦ndole, parece por momentos que Bruckner caiga ¡ªcomo hombre blanco, mayor y europeo¡ª en el victimismo que hace dos d¨¦cadas criticaba en La tentaci¨®n de la inocencia, s¨ªntoma de una ¨¦poca en el que todo el mundo, incluso los privilegiados, aspiraban al estatus de v¨ªctimas, a la inocencia del perseguido. ?l lo niega con rotundidad. ¡°Yo no digo que el hombre blanco sea v¨ªctima, digo que es un chivo expiatorio¡±, replica. ¡°Lo necesitamos para sentirnos mejor¡±.
Bruckner reconoce que tampoco puede quejarse. Le siguen invitando a hablar en televisi¨®n y escribe en los medios de comunicaci¨®n. Se siente afortunado. Y aqu¨ª vuelve sobre la cuesti¨®n de la edad. ¡°El verdadero temor para un escritor, y lo veo en las conferencias, es que su p¨²blico tenga el cabello blanco¡±, dice. ¡°La felicidad es tener lectores y lectoras j¨®venes¡±.
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