Las editoriales en Estados Unidos imponen cl¨¢usulas de moralidad a los escritores
El sindicato de autores y PEN Am¨¦rica advierten del peligro de estas disposiciones, que permiten rescindir el contrato si un escritor se ve envuelto en un esc¨¢ndalo
Son un secreto a voces del que se lleva hablando ya tres a?os en privado, pero sobre el que p¨²blicamente todav¨ªa pesa una cierta omert¨¢. El caso de Blake Bailey ¡ªcuya biograf¨ªa de Philip Roth fue retirada el 29 de abril por la editorial W. W. Norton tras las acusaciones de violaci¨®n y abusos que pesan sobre ¨¦l¡ª volvi¨® a poner el foco en las cl¨¢usulas de moralidad que se incluyen de forma rutinaria en Estados Unidos en los contrat...
Son un secreto a voces del que se lleva hablando ya tres a?os en privado, pero sobre el que p¨²blicamente todav¨ªa pesa una cierta omert¨¢. El caso de Blake Bailey ¡ªcuya biograf¨ªa de Philip Roth fue retirada el 29 de abril por la editorial W. W. Norton tras las acusaciones de violaci¨®n y abusos que pesan sobre ¨¦l¡ª volvi¨® a poner el foco en las cl¨¢usulas de moralidad que se incluyen de forma rutinaria en Estados Unidos en los contratos entre escritores y editoriales, pese a que ninguna de las partes ha confirmado los t¨¦rminos de ese pacto. Estas disposiciones, sujetas a fieras condiciones de confidencialidad, permiten rescindirlo en caso de que un escritor se vea envuelto en un esc¨¢ndalo.
Finalmente, la biograf¨ªa de Roth, escrita por Bailey y cancelada a finales de abril por Norton, volver¨¢ esta semana a las librer¨ªas en formato de bolsillo con Skyhorse. Y la situaci¨®n no ha afectado a las traducciones ni a las ventas de derechos del libro, que gestion¨® directamente la agencia del escritor, la misma que ahora tambi¨¦n dej¨® de representarle. Las ediciones brit¨¢nica y holandesa han estado en circulaci¨®n tras la retirada de los ejemplares de Norton, y la espa?ola saldr¨¢ en Debate.
Pero la sombra de la censura planea sobre estos nuevos t¨¦rminos contractuales cuya definici¨®n de esc¨¢ndalo es lo suficientemente vaga como para hacer sonar las alarmas. Las editoriales en Estados Unidos pueden apelar a esta cl¨¢usula de moralidad para dar marcha atr¨¢s e incluso recuperar el dinero del adelanto y no proseguir con la publicaci¨®n o distribuci¨®n del t¨ªtulo. Esta disposici¨®n no se aplica en otros pa¨ªses.
¡°Todos los agentes piden disculpas a sus clientes, pero explican que lo que est¨¢ en juego es poder cerrar un acuerdo y que no se lograr¨¢ a menos que acepten firmar esto¡±, explica, en conversaci¨®n telef¨®nica, la escritora y cr¨ªtica Francine Prose. ¡°Si echamos la vista atr¨¢s uno ve lo absurdo que es pensar que los escritores deben ser un modelo de conducta: Dostoievski estuvo en prisi¨®n y a punto de ser fusilado, y Dickens tuvo uno de los divorcios m¨¢s feos que se recuerdan. Pero realmente estas nuevas disposiciones tienen poco que ver con la moral; de lo que se trata es de cubrir las espaldas de las editoriales frente a un posible perjuicio econ¨®mico, porque si un autor es se?alado y cancelado en las redes, su libro puede volverse t¨®xico¡±.
Los or¨ªgenes de la controvertida y confidencial cl¨¢usula de moralidad se remontan al Hollywood de los a?os 20 y al actor Fatty Arbuckle, que fue juzgado por asesinato y casi le busc¨® la ruina a la productora Universal Pictures. Su inclusi¨®n generalizada en el mundo literario y editorial ocurri¨® en torno a 2018, y est¨¢ estrechamente vinculada al aluvi¨®n de acusaciones del Me Too en el que se vieron envueltos un buen n¨²mero de autores y editores.
Los agentes piden disculpas a sus clientes, pero les invitan a firmar las condicionesFrancine Prose, escritora
En enero de 2019 el sindicato de autores hizo p¨²blico un comunicado en el que alud¨ªa a la censura que impuso el macartismo en los a?os 50 en EE UU y planteaba sus objeciones a las cl¨¢usulas morales. ¡°Las editoriales insisten en que las necesitan. Pero la mayor¨ªa de estas cl¨¢usulas son demasiado amplias y permiten que la editorial rescinda el contrato bas¨¢ndose en acusaciones individuales o la vaga noci¨®n de condena p¨²blica, algo que puede ocurrir con bastante facilidad en estos tiempos de redes sociales virales¡±, se?alaba el escrito. ¡°La ambig¨¹edad y subjetividad de estas cl¨¢usulas abren la puerta al abuso. Las editoriales no deber¨ªan tener la exclusiva a la hora de decidir si una acusaci¨®n es verdadera. Y si no son verdaderas las acusaciones, no se deber¨ªa poder rescindir el contrato¡±.
Al fin y al cabo, el sindicato sostiene, las obligaciones de un escritor tienen que ver con entregar el libro que se ha comprometido a escribir a tiempo. ¡°Este tipo de disposiciones socavan la libertad de expresi¨®n¡±, conclu¨ªa la declaraci¨®n. Tambi¨¦n PEN Am¨¦rica ha hecho p¨²blico un comunicado en el que alerta sobre los peligros que entra?an estas cl¨¢usulas: ¡°Como organizaci¨®n dedicada a celebrar y defender la libertad de escribir, nos preocupan seriamente las medidas que pueden penalizar a los escritores por expresarse¡±.
Algunas agencias literarias importantes pelean para relajar los t¨¦rminos, pero no acaban de lograr que desaparezcan. No hay constancia tampoco de que alg¨²n autor superventas, aut¨¦ntico peso pesado en el sector, haya forzado la retirada de esta disposici¨®n en su contrato.
Como organizaci¨®n dedicada a celebrar y defender la libertad de escribir, nos preocupan seriamente estas medidas¡±PEN Am¨¦rica
Al mismo efecto de amedrentamiento que citaba el sindicato de autores y a cierta par¨¢lisis de la libertad de expresi¨®n se refiere al tel¨¦fono Suzanne Nossel, responsable de PEN Am¨¦rica. ¡°Se puede apelar a estas cl¨¢usulas si un autor dice algo controvertido o pol¨¦mico, los t¨¦rminos son vagos y es el editor quien decide¡±, explica. ¡°Hay alguna variaci¨®n en estas disposiciones; no son todas iguales, pero el temor es que pueden servir de excusa para que un editor rescinda el contrato. Hay bastante margen para el abuso¡±.
Nossel habla de casos preocupantes, como que determinados autores hayan sido se?alados por los trabajadores de un sello que los va a editar o por otros escritores que no quieren verse asociados a ¨¦l, como ocurri¨® con Woody Allen y sus memorias. ¡°Al final una editorial peque?a lo sac¨®, pero parece que se est¨¢ replicando el modelo de las cadenas de televisi¨®n, donde se establecen dos bandos y hay dos conversaciones totalmente distintas¡±, explica. ¡°Antes, en el mundo editorial un mismo sello publicaba una amplia variedad de obras, y solo espero que esa apertura no quede sacrificada en el actual clima pol¨ªtico¡±.
Francine Prose no duda en se?alar que ¡°se ha impuesto un ambiente de juicio moral y puritano¡± que puede empa?ar ¡°la buena causa¡± de la que surgi¨® originalmente. Ante el caso de Bailey identifica una peligrosa deriva. ¡°Lo ocurrido con ¨¦l fue censura y tiene un cierto eco a lo que pasaba en la URSS, en la China comunista y en Europa del Este. ?Cu¨¢l es la diferencia? Bueno, pues que ahora es una empresa privada y no el Estado quien la ejerce, y que, al fin, la prohibici¨®n no es tan estricta¡±, apunta. ¡°El libro de Bailey es importante no solo porque habla de Roth y su vida, sino porque da cuenta de un periodo en la historia literaria de EE UU y de los jud¨ªos aqu¨ª¡±.
La vieja idea de que aunque se hable mal de un libro eso puede ser positivo porque, al fin y al cabo, la pol¨¦mica es tambi¨¦n publicidad no est¨¢ hoy del todo vigente. Las grandes casas editoriales incluyen en sus c¨¢lculos los da?os reputacionales y muchos temen verse asociados con determinados autores o posturas que producen un fuerte rechazo, y que pueden acabar resultando t¨®xicos para la cuenta de resultados. Su efecto colateral puede ir m¨¢s all¨¢ de la moral. El veterano editor y agente Ira Silverberg concluye: ¡°Estas cl¨¢usulas son un punto fascinante en los contratos y las editoriales dar¨¢n ejemplos de por qu¨¦ las necesitan, pero la sombra de la censura est¨¢ ah¨ª. Y moralidad, ?en serio? Por favor¡±.