Jos¨¦ Luis Alexanco, el artista ajeno al ruido
Era un artista de exteriores, de estar afuera con otros, viendo la vida, llev¨¢ndola y sobrellev¨¢ndola, como si ¨¦l mismo fuera el hombro donde pod¨ªan reposar los otros.
![Jos¨¦ Luis Alexanco, en septiembre de 2020 en su exposici¨®n en la Sala Alcal¨¢ 31 de Madrid.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/I4IKWOOMMFA27H4QR3V5HWTTEM.jpg?auth=31558e328cb185ea374baaeee8037c4c341afb28d9a2c1284df200940fc943f2&width=414)
Lo ¨²nico que le faltaba a Alexanco para ser Alexanco, ante las inmensas paredes de la Sala Alcal¨¢ 31 de Madrid, cuando ¨¦l mismo estaba entre las obras de su ¨²ltima exposici¨®n, era el cigarrito. Como si fuera un visitante m¨¢s de aquel despliegue de imaginaci¨®n, arte, adivinaci¨®n y tecnolog¨ªa, este hombre que, como Kim de la India, fue el amigo de todo el mundo, explicaba esas combinaciones que lo convirtieron en uno de los m¨¢s avanzados artistas modernos de la generaci¨®n de Cuenca (y de Nueva York y de otras ciudades), como si ¨¦l no estuviera all¨ª, sino, precisamente, fum¨¢ndose afuera su cigarrito.
Era un artista de exteriores, de estar afuera con otros, viendo la vida, llev¨¢ndola y sobrellev¨¢ndola, como si ¨¦l mismo fuera el hombro donde pod¨ªan reposar los otros.
Uno de esos grandes amigos, con los que hizo arte, y ayud¨® a muchos otros a hacer visible sus obras, Jos¨¦ Luis Fajardo, contaba ayer algunas de las pasiones de las que Alexanco [fallecido el domingo a los 79 a?os en Madrid] tampoco alardeaba. Aquellas obras que expuso en Alcal¨¢ 31, por ejemplo, fueron el producto de un proceso de conocimiento tan audaz como el de otros contempor¨¢neos suyos, pero en su despliegue no presumi¨® de curr¨ªculo, y tampoco hizo mucho para que ese magn¨ªfico curr¨ªculo que constitu¨ªa la propia exposici¨®n circulara por los mundos conc¨¦ntricos del arte espa?ol, m¨¢s abiertos a lo que sonara desde fuera.
En el taller que ¨¦l y Fajardo tuvieron en Arganda (y que fue parte de una amistad y de un trabajo que han durado medio siglo), se hicieron m¨¢s visibles obras de colegas suyos que fueron subrayados con el mismo ¨¢nimo o tino con que llegaron a la estampa sus propias creaciones. Eran, dec¨ªa ayer Fajardo, tiempos en que resultaba imposible la distancia o la rencilla, as¨ª que todos colaboraban con todos, y desde todas las artes, porque en aquellos tiempos comer, trabajar, vivir, bastaba, y pocos pod¨ªan competir por ser ricos: ¡°El problema era subsistir; as¨ª, qu¨¦ sentido ten¨ªa acariciar el ego¡±.
El mismo Alexanco era, hasta el final, ¡°antiart¨ªstico¡±, m¨¢s preocupado por el viaje exterior, que fue internacional, aunque se centrara en momentos decisivos de su vida en una excursi¨®n plet¨®rica, la que le llev¨® muchas veces a Siria, un territorio que am¨® y donde dej¨® la semilla que estimaba m¨¢s que el arte mismo: la amistad. Desde Siria llegan en el tiempo de su muerte condolencias como de hermano en el momento de la despedida. Fue amigo, por ejemplo, de Adonis, el gran poeta; de Rifat Upt¨¦, traductor principal de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez en Oriente. Esas amistades siguieron durante la ahora interminable guerra. Jordania tambi¨¦n fue parte de ese territorio amistoso. Cuando lo vimos mirar su obra el a?o pasado en Alcal¨¢ 31, Alexanco pon¨ªa sus ojos en el mundo m¨¢s que en sus obras, y mucho m¨¢s a¨²n en los amigos, uno a uno, como si los contara mientras caminaba hacia la calle, a buscar un sitio donde fumarse el cigarrito.
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