Las odaliscas vuelven a danzar en la Alhambra
El palacio de Carlos V expone 50 obras sobre las esclavas del mundo isl¨¢mico, de Ingres a Picasso, como reclamo para que el turismo retorne a Granada
En la compleja red de mujeres esclavas del mundo isl¨¢mico, las odaliscas ocupaban el puesto m¨¢s ¨ªnfimo. Eran menos que nada. J¨®venes y bellas, su misi¨®n era servir a las esposas y concubinas del sult¨¢n. A sus jaulas de oro llegaban en forma de regalo con el que se obsequiaba a los hombres m¨¢s poderosos. Su figura, m¨¢s fant¨¢stica que real, aliment¨® sin descanso las fantas¨ªas masculinas de los artistas europeos de los siglos XIX y XX y fueron utilizadas por muchos pintores para sus experimentaciones pl¨¢sticas en un tiempo en el que las mujeres reales empezaban a luchar en las calles para reclamar sus derechos civiles. Ingres, Delacroix, Picasso, Matisse, Chass¨¦riau, Bernard, G¨¦r?me y Constant fueron algunos de los grandes maestros que abordaron el tema. Todos ellos est¨¢n representados en la exposici¨®n Odaliscas. De Ingres a Picasso, inaugurada este jueves por los reyes Felipe y Letizia y que se podr¨¢ ver desde el 11 de junio hasta el 11 de septiembre en el palacio de Carlos V de la Alhambra. Esta muestra temporal y gratuita se plantea como un aliciente para que el conjunto monumental de la Alhambra vuelva a llenarse del murmullo de los visitantes, despu¨¦s de las restricciones impuestas por la pandemia.
Comisariada por Mar¨ªa L¨®pez sobre un montaje de Juan Pablo Rodr¨ªguez Frade, la exposici¨®n se empez¨® a gestar hace dos a?os, antes de la pandemia, cuando el conjunto monumental de la Alhambra recibi¨® 2.474.231 personas, cifra que le pon¨ªa a la cabeza de los museos m¨¢s visitados en Espa?a, pero que hac¨ªa temer por la masificaci¨®n. Dos a?os despu¨¦s, la situaci¨®n ha cambiado radicalmente y sin el turismo internacional no se alcanza el aforo del 65%, l¨ªmite al que todav¨ªa est¨¢n sometidos los espacios p¨²blicos andaluces. El pasado mi¨¦rcoles, eran muy pocas las personas que aguardaban su turno bajo un calor desaforado y el denso perfume de los tilos que dan acceso a los palacios nazar¨ªes.
Repartida en tres salas del palacio de Carlos V, el primer espacio est¨¢ ocupado casi en exclusiva por 18 dibujos de Jean Auguste Dominique Ingres, prestados por el Museo Ingres-Bourdelle de Montauban, junto a una de las m¨¢ximas joyas de la muestra, la ic¨®nica y peque?a pintura Petit Harem, cedida por el Museo del Louvre. El centro franc¨¦s, en cambio, no ha prestado en esta ocasi¨®n La gran odalisca, que se pudo contemplar en el Prado en 2015. Para intentar compensar el vac¨ªo se incluye una copia de la ¨¦poca.
Ante los dibujos nunca antes vistos en Espa?a de Ingres, llenos de detalles de cuerpos femeninos contorsionados y desnudos, Mar¨ªa L¨®pez explica que en esta exposici¨®n ha querido ahondar en el significado de la odalisca como asunto pict¨®rico vinculado a los desnudos que ya est¨¢n en los or¨ªgenes del arte. ¡°Es uno de los temas m¨ªticos de la modernidad, cuya multiplicidad de significados resulta casi abrumadora. Es un g¨¦nero que participa del orientalismo, encarna la misoginia decimon¨®nica y conecta con el desnudo tradicional de los viejos maestros¡±. Y ha querido tambi¨¦n dar una lectura sobre la deconstrucci¨®n de un mito que en el siglo XX ha sido contestado por artistas feministas como Guerrilla Girls, quienes a finales de los ochenta colgaron frente al Museo Metropolitan de Nueva York uno de sus carteles m¨¢s famosos. En ¨¦l se ve¨ªa a La gran odalisca de Ingres representada con una m¨¢scara de gorila y acompa?ada de una frase que dec¨ªa: ¡°?Tienen las mujeres que estar desnudas para entrar en el Met?¡±.
En la segunda sala, un estudio de Delacroix para Las mujeres de Argel sirve para mostrar c¨®mo el motivo de la odalisca y su entorno oriental sirvi¨® para la experimentaci¨®n crom¨¢tica. ¡°Todos los artistas aqu¨ª representados, salvo Ingres, viajaron por Oriente y llevaron a sus lienzos el colorido que no conoc¨ªan en Europa¡±, dice la comisaria. ¡°Estamos hablando de un movimiento b¨¢sicamente parisino que surge en un tiempo de transformaciones pol¨ªticas a las que estos artistas prefieren no prestar atenci¨®n en sus pinturas. Frente a la realidad de las calles, optan por la fantas¨ªa procedente de regiones lejanas¡±. As¨ª se ve en los cuadros de Constant, G¨¦r?me o Seel, cuyas odaliscas abundan en las fantas¨ªas, t¨®picos y prejuicios mis¨®ginos en torno al har¨¦n. Por contra, Emile Bernard o Fernand Lantoine recrean mujeres ataviadas con vestidos corrientes, a veces cerrados hasta el cuello, que pudieron tener mucho que ver con la figura real de las mujeres orientales de finales del XIX y comienzos del XX, como es el caso de Joven de El Cairo (hacia 1882), de Jean-L¨¦on G¨¦r?me, donde una joven morena posa vestida de la cabeza a los pies con una pandereta en las manos.
La ¨²ltima sala contiene una transformaci¨®n del g¨¦nero a manos de Pablo Picasso y Henri Matisse. De las odaliscas de Matisse se pudo ver una exposici¨®n en este mismo palacio en octubre de 2010 con siete de las 100 telas que el artista dedic¨® al tema a lo largo de su vida. La sala ofrece solo una tela, prestada por un coleccionista privado estadounidense, frente a un despliegue de obras de Picasso entre las que se encuentran La femme au tambourin, del Mus¨¦e de l¡¯Orangerie, Femme couch¨¦ o Femme au bonnet turc, procedentes del Pompidou, junto con varios estudios para Femme d¡¯Alger, del Museo Picasso de Par¨ªs. No ha podido venir La siesta, del Picasso de M¨¢laga, por el alto coste del seguro, 60 millones de euros, en una exposici¨®n cuyo coste ha sido de 400.000 euros.
En medio del recorrido que atraviesa las salas se exhibe una colecci¨®n de objetos y muebles procedentes del Museo de la Alhambra que se supone que adornaban los harenes: puertas de alacenas, arquetas, braseros de piedra caliza, cortinas de seda con hilos plateados, perfumeros o silbatos con los que se entreten¨ªan y jugaban los ni?os del har¨¦n. O as¨ª se cree que fue porque Antonio Peral, arquitecto conservador de la Alhambra, explica durante una visita nocturna a los palacios que, a ciencia cierta, no se sabe d¨®nde se encontraba el har¨¦n de la Alhambra por m¨¢s que uno de los principales salones lleve su nombre. ¡°Hay mucha fantas¨ªa. No hay planos de lo que estos palacios fueron en origen ni sabemos qui¨¦nes fueron sus dise?adores porque entonces no exist¨ªa la figura del arquitecto. Parece l¨®gico pensar que el har¨¦n estuviera en las partes altas. Es f¨¢cil imaginar montones de ojos fisgando a trav¨¦s de las celos¨ªas lo que ocurr¨ªa en los salones principales. Tambi¨¦n pod¨ªa estar en los s¨®tanos. A saber¡±.
Nuevos itinerarios y 18 euros la entrada
En las v¨ªsperas de la inauguraci¨®n de la exposici¨®n, Roc¨ªo D¨ªaz, directora general de la Alhambra, manifiesta su deseo de que esta exposici¨®n sea un aliciente m¨¢s para que el p¨²blico vuelva a convertir la Alhambra en el conjunto muse¨ªstico m¨¢s visitado de Espa?a. Los dos cierres totales que ha sufrido Granada durante la pandemia parecen hacerle creer que est¨¢ muy lejos el peligro de que las masas acaben con lo que se considera una visita de calidad. No obstante, D¨ªaz explica que durante todo este largo a?o han estado trabajando en la mejora de la experiencia y como ejemplo adelanta que habr¨¢ nuevos itinerarios que se sumar¨¢n a los hasta ahora conocidos. La mala noticia para el bolsillo del visitante, reci¨¦n aprobada por el patronato, pero a¨²n sin aplicar, es que la entrada normal pasar¨¢ de los 14 a los 18 euros.
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