Rebeldes en la tierra del sol naciente
Un libro del cantante Julian Cope expone las peculiares metamorfosis del rock en Jap¨®n
Ya lo habr¨¢n escuchado: seg¨²n algunos, la cr¨ªtica est¨¢ llena de m¨²sicos frustrados. No es cierto, aunque haya casos de periodistas que dieron el salto a la primera oportunidad. Resulta m¨¢s raro el recorrido contrario. Por cuestiones econ¨®micas y por exigencias del trabajo, no abundan los m¨²sicos de ¨¦xito que practiquen la cr¨ªtica especializada. Por eso resulta extraordinaria la actividad de Julian Cope (Gales, 63 a?os).
Cope, ya saben, pilot¨® The Teardrop Explodes, una de las bandas m¨¢s elegantes del segundo boom de Liverpool. A partir de 1983 desarroll¨® una carrera en solitario que le llev¨® inevitablemente a autoeditarse, tras demasiados choques con discogr¨¢ficas. En los noventa, comenz¨® a publicar sus irreverentes escritos. Ha sacado dos autobiograf¨ªas pero tambi¨¦n tomos muy populares sobre las huellas del paganismo en Europa. En lo musical, ha explorado los sonidos de la Rep¨²blica Federal de Alemania (Krautrocksampler, 1995) y el Jap¨®n de posguerra (Japrocksampler, 2007). Este ¨²ltimo acaba de ser traducido al espa?ol por Contraediciones y merece atenci¨®n.
De partida, una tarea complicada. La escritura japonesa dificulta el acceso a las fuentes primarias; Cope alardea de que ha girado por all¨ª en varias ocasiones, pero eso no significa tiempo para investigaciones. Y no son unas pocas referencias: hablamos del rock nip¨®n de los a?os sesenta y setenta, una m¨²sica destinada al consumo interno, dentro de uno de los mercados discogr¨¢ficos m¨¢s potentes del planeta. Con matices particulares: tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial, Jap¨®n abraz¨® la democracia sin liberarse totalmente de las estructuras jer¨¢rquicas o el poder de las grandes corporaciones.
Eso ayuda a explicar la popularidad de g¨¦neros como el eleki o los group sounds. El primero era esencialmente el rock instrumental de finales de los cincuenta, con los Ventures estadounidenses como principal modelo, una tendencia que evitaba el trance de cantar. Las dificultades para pronunciar determinados fonemas explican que se cambiara lo de rock & roll por group sounds para denominar a la avalancha de conjuntos que surgieron en la estela de los Beatles. Aviso que los investigadores en ese universo tienden l¨®gicamente a centrarse en lo m¨¢s salvable ¨Cla querencia garajera, por ejemplo- obviando la realidad de que se trataba de un producto industrial, donde reinaban unas pr¨¢cticas tan siniestras como las del actual k-pop.
Felizmente, Julian Cope amplia el foco para incluir la m¨²sica contempor¨¢nea, descubriendo a personajes como el cosmopolita Toshi Ichiyanagi (para entendernos: el primer esposo de Yoko Ono) y revelando inesperadas afinidades: asombra saber que el ilustre compositor Toru Takemitsu recomend¨® a Polydor Records que fichara al rockero Magical Power Mako. Intenten imaginar algo parecido en Espa?a: imposible ?verdad? Tambi¨¦n se acerca al jazz: seg¨²n Cope, el free jazz no prosper¨® en Jap¨®n debido a la adoraci¨®n general por Miles Davis, un dandi testarudo que prefiri¨® derivar lentamente hacia los instrumentos el¨¦ctricos.
A Cope lo que le interesa realmente es el new rock, la m¨²sica insurgente hecha bajo la influencia de las drogas. Reales o imaginadas: circulaban pocos estupefacientes por Jap¨®n, con lo que los m¨¢s audaces se colocaban con disolvente de pintura y pegamento industrial, algo reconocido en el nombre del tr¨ªo Speed, Glue & Shinki. No importa, explica Cope: los protagonistas ten¨ªan vidas francamente psicod¨¦licas. Los miembros de Flower Travellin¡¯ Band tend¨ªan a aparecer desnudos en sus portadas, algo delicado dado el tab¨² japon¨¦s sobre vello p¨²bico.
J. A. Caesar era un yakuza reconvertido en proveedor de m¨²sica para teatro experimental. Los Taj Mahal Travellers recorr¨ªan el mundo buscando lugares adecuados para realizar sus improvisaciones. Les Rallizes Denud¨¦s llevaban su radicalismo hasta la negativa a entrar en estudios; su discograf¨ªa consiste en conciertos grabados (y editados) por fans.
Y solo son la punta del iceberg: tras las restricciones de los sesenta, el rock japon¨¦s vivi¨® a?os de expansi¨®n creativa. El misterio, cuando sali¨® inicialmente Japrocksampler, era saber c¨®mo sonaba aquello, m¨¢s all¨¢ de lo sugerido por las frondosas met¨¢foras del autor; aparte de Stomu Yamashita, poco se hab¨ªa publicado fuera del archipi¨¦lago.
Felizmente, ahora se multiplican las reediciones del rock made in Japan, tanto en la onda planeadora como en las aleaciones de metales pesados; incluso, hay playlists de Spotify que desbrozan el camino al curioso. Para el contexto, eso s¨ª, resulta indispensable el libro de Julian Cope o los foros y blogs que discuten o ampl¨ªan sus percepciones de gaijin que ¨Ccomo le recuerdan constantemente¨C ni habla ni lee el idioma.
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