Muere Bob Sands, saxofonista y maestro de m¨²sicos de jazz afincado en Espa?a, a los 55 a?os
El int¨¦rprete neoyorquino desarroll¨® su carrera en Madrid, donde fue un solista de altura, profesor y habitual de muchos clubes de m¨²sica en vivo
Bob Sands, saxofonista, clarinetista, flautista, compositor, profesor de jazz, ha muerto este martes a los 55 a?os. Poco m¨¢s de un mes antes, el 25 de mayo, recibi¨® un concierto homenaje en el Teatro Reina Victoria de Madrid. Aquel encuentro estaba cargado de emoci¨®n y sentimiento, porque el m¨²sico arrastraba un c¨¢ncer que ha tenido un desolador desenlace para la comunidad jazz¨ªstica de Espa?a. En aquella cita actuaron, junto a la big band que dirig¨ªa ¨Dprobablemente la mejor armada del pa¨ªs con sus ¡°innegociables¡± Francisco L¨®pez Loque al contrabajo y Dani Garc¨ªa Bruno a la bater¨ªa¨D, m¨²sicos como Jorge Pardo, Javier Colina, Quique G¨®mez, Marina Ferrer, Pablo Guti¨¦rrez o Israel Sandoval. Fue toda una muestra del respeto y cari?o que muchos ten¨ªan por ¨¦l.
Sands (Nueva York, 1966) lleg¨® a Madrid en 1992. En principio, su destino era ir a Par¨ªs para hacer fortuna un par de a?os, pero la suerte hizo que su ef¨ªmero paso por la capital espa?ola fuera definitivo. Sands, como otras grandes referencias del jazz estadounidense afincados en Espa?a ¨Dcomo los ya desaparecidos Jerry Gonz¨¢lez o Malik Yaqub¨D imprimi¨® a su m¨²sica un sonido netamente madrile?o, una capacidad al alcance de muy pocos m¨²sicos y que solo se logra con toneladas de personalidad dentro y fuera de los escenarios. Sands pate¨® calles y bares y en los ¨²ltimos a?os resid¨ªa en el popular barrio de Puerta del ?ngel. Su nombre estaba presente para otros int¨¦rpretes. Adem¨¢s de como m¨²sico de jazz, a los mandos de su saxof¨®n, Sands actu¨® tambi¨¦n para otras figuras de renombre en Espa?a: Miguel R¨ªos, Ana Bel¨¦n, Joan Manuel Serrat o Joaqu¨ªn Sabina lo tuvieron destacado en sus agendas como m¨²sico fiable y extremadamente profesional.
El trombonista Steve Armour ten¨ªa anotadas desde hace alg¨²n tiempo algunas de las mejores historias que le hab¨ªan ocurrido en compa?¨ªa de Sands. La idea es que esas notas fueran un recuerdo divertido de su amigo, que permanecieran en la memoria de los que le trataron y muy especialmente de su familia. Una de esas historias ten¨ªa como protagonista a una de las grandes referencias jazz¨ªsticas de todos los tiempos: Dizzy Gillespie. Armour contaba c¨®mo en una noche que apuntaba como tumultuosa y parrandera con su amigo en Florida, se cruzaron con un solitario piano. Mientras Bob Sands trataba de sacarle jugo al instrumento apareci¨® en la escena el mism¨ªsimo Gillespie. ¡°Yo me qued¨¦ mudo, pero Bob le pidi¨® a Dizzy que le explicara la estructura arm¨®nica de Dolphin Dance de Herbie Hancock¡±. A partir de ah¨ª, el encuentro deriv¨® en una conversaci¨®n apasionada sobre m¨²sica y m¨¢s tarde en varias colaboraciones juntos.
Bob Sands fue un solista de altura, poco conocido para el gran p¨²blico, pero habitual de muchos clubes de m¨²sica en vivo y festivales. Una de esas rara avis for¨¢neas que pueblan la geograf¨ªa espa?ola y se sienten c¨®modas en la atm¨®sfera de un pa¨ªs r¨¢cano con los reconocimientos culturales. Sands vivi¨® en primera persona la evoluci¨®n del jazz en Espa?a, y el desarrollo mete¨®rico de muchos m¨²sicos que vio crecer y a los que ayud¨® a progresar. En los ¨²ltimos a?os, desde su puesto como profesor en el Centro Superior de M¨²sica del Pa¨ªs Vasco (Musikene).
Dick Angstadt, due?o del m¨ªtico club de jazz Bogui que funcion¨® en la madrile?a calle Barquillo entre 2005 y 2019 y donde Sands era un habitual, adem¨¢s de ser uno de los epicentros de su big band, recuerda c¨®mo de los cientos de nuevas propuestas que llegaban hasta su sala, muchos m¨²sicos reflejaban en lugar destacado el haber sido alumnos de Bob Sands. Una aut¨¦ntica se?al de garant¨ªa: ¡°De cada cinco m¨²sicos j¨®venes que escrib¨ªan o llamaban pidiendo una oportunidad, cuatro hab¨ªan sido alumnos suyos. Bob fue un maestro para much¨ªsima gente que ahora tiene nombre en el jazz¡±.
En el tanatorio de San Isidro de Madrid, donde fue llevado su cuerpo y se procedi¨® a las despedidas, alumnos de diferentes ¨¦pocas, m¨²sicos, due?os de salas y programadores cruzaban alabanzas a su calidad, recuerdos de momentos ¨¦picos y divertidas an¨¦cdotas, aunque como recuerda un amigo cercano desde la completa admiraci¨®n: ¡°Cuando llegaba el momento de la m¨²sica, era sumamente cabr¨®n¡±.
Babelia
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