Cuando Valle-Incl¨¢n amaba el jazz
Germ¨¢n P¨¦rez fue uno de los grandes programadores musicales de Madrid y agitador cultural con aire legendario en la noche madrile?a
A principios de siglo XX, Ram¨®n del Valle-Incl¨¢n se describi¨® a s¨ª mismo como un hombre ¡°de rostro espa?ol y quevedesco, de negra guedeja y luenga barba¡± dentro de una vida llena ¡°de riesgos y azares¡±. Alimentando la leyenda sobre el personaje literario que ¨¦l mismo se hab¨ªa creado, Valle-Incl¨¢n, un gallego llegado a la gran ciudad, recorr¨ªa las calles de Madrid con su madrile?ismo achulapado y hermoso, atrayendo la atenci¨®n de todos. Un siglo despu¨¦s, esta descripci¨®n podr¨ªa haberse aplicado a Germ¨¢n P¨¦rez, uno de los grandes programadores musicales de Madrid, fallecido el pasado lunes, un hiperb¨®lico leon¨¦s como peregrinado de alguno de los cap¨ªtulos de Luces de Bohemia, foco de atenci¨®n de conocidos y extra?os y todo un personaje casi reflejo del propio Valle-Incl¨¢n.
Erudito y de trato exquisito, Germ¨¢n P¨¦rez era tambi¨¦n portador de un rostro quevedesco que se mov¨ªa en la existencia de riesgos y azares de la m¨²sica en directo. Una existencia dif¨ªcil, pero gratificante, que en la capital se identific¨® con dos peque?os templos de los conciertos: Clamores y Galileo Galilei. ?l y su socio ?ngel Viejo abrieron Clamores en 1981 hasta que trasladaron el local a otros due?os hace cuatro a?os. Mientras tanto, la sala Galileo Galilei se inaugur¨® en 1986 y ambos todav¨ªa segu¨ªan al frente hasta que el coraz¨®n de Germ¨¢n dijo basta, dando una estocada m¨¢s a la dram¨¢tica situaci¨®n de un lugar cerrado desde el estallido de la pandemia, incapaz de ver la luz de un t¨²nel demasiado largo.
Clamores y Galileo Galilei han ayudado a definir la gran oferta de m¨²sica en directo de Madrid, su car¨¢cter ecl¨¦ctico y su identidad ¨²nica llena de iniciativas consolidadas y emergentes. ¡°Germ¨¢n era un gran maestro¡±, confiesa Armando Ruah, coordinador de la Asociaci¨®n Estatal de Salas de Conciertos (ACCES). Ruah fue socio fundador de Surist¨¢n, c¨¦lebre club del barrio de las Letras que program¨® m¨²sicas del mundo entre 1994 y 2003. ¡°Fue un gran apoyo para mi equipo y para m¨ª. ?ramos unos pardillos y no ten¨ªamos ni idea de lo que era una sala de conciertos y ¨¦l nos lo ense?¨®¡±, explica. Al igual que comparti¨® conocimiento, Germ¨¢n supo liderar a los suyos cuando foment¨® todos los procesos asociativos de las salas madrile?as y ¡°estuvo en primera l¨ªnea de batalla¡± contra ?ngel Matanzo, el concejal del PP que hizo de sheriff en los noventa como presidente del distrito Centro, cerrando locales emblem¨¢ticos y haciendo redadas constantes.
Siempre con un comentario adecuado y positivo y un tono relajado, Germ¨¢n, de humor inteligente y amante de la filosof¨ªa y la literatura, supo lo que era el trato personalizado. No solo porque en su casa, es decir, Clamores y Galileo, invitaba a una cerveza, sino porque sab¨ªa, mejor que el resto, estrechar manos y dar besos de cortes¨ªa. Era el ¡°hombre de la pajarita eterna¡±, como ha escrito el compa?ero Fernando I?iguez en su obituario. O tambi¨¦n ¡°un gentleman de la noche¡±, en palabras del periodista musical Santiago Alcanda, quien cubr¨ªa conciertos para este peri¨®dico en aquellos a?os ochenta en los que este personaje valleinclanesco impuls¨® el jazz en Madrid, sacudiendo a toda la escena espa?ola. ¡°Amaba el jazz especialmente¡±, asegura Alcanda, y reafirman todos los que conocieron a este hombre delgado y de una elegancia decimon¨®nica, que se fascin¨® por la m¨²sica de Miles Davis y Charlie Parker durante una larga estancia en Nueva York.
Clamores continu¨® la senda de programaci¨®n del jazz iniciada en la capital por clubes ya m¨ªticos como el Whisky & Jazz, abierto por Juan Pedro Bourbon en la calle de Villamagna, y el Balboa, local min¨²sculo en la primera manzana de N¨²?ez de Balboa saliendo de Goya. De esta forma, bajo el impulso de Germ¨¢n, en la sala de la calle Alburquerque 14, repleta de columnas, mesitas y un escenario diminuto, tocaron los m¨¢s grandes jazzmen espa?oles y extranjeros. Algo que, acabada su etapa en Clamores, tambi¨¦n quiso trasladar a Galileo con propuestas tan atrevidas como Madridmorenajazz y mucho mazz, un ciclo de jazz en local interior en pleno agosto madrile?o.
Dicen que siempre hay una parte de leyenda sobre las figuras que transitan la noche como si les perteneciese. Figuras que, pululando libres y gr¨¢ciles, fomentan el encuentro de otras personas, el abrazo inesperado o el revuelo humano y fraternal. Son gentes muy dif¨ªciles de ver en los rigores de la vida cotidiana y siempre parecen como sacadas de otra ¨¦poca y lugar. Figuras como Germ¨¢n, un incansable agitador de la noche madrile?a desde cuando la noche madrile?a, siempre tan canalla, ca¨®tica y magn¨¦tica, ya ten¨ªa su propia mitolog¨ªa, una capaz de reinventarse, de adaptarse a otros tiempos. Con la muerte de este Valle-Incl¨¢n apasionado del jazz, la pregunta es saber si habr¨¢ gente que pueda seguir su legado mientras que, con el cierre de Casa Patas, Caf¨¦ de Chinitas, Marula y la agon¨ªa extrema de Galileo Galilei, Clamores y el resto de las cerca de 50 salas madrile?as, el miedo es pensar que la realidad puede acabar convirti¨¦ndose en un verdadero esperpento.
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