Morir bajo la riqueza
En su ¨²ltimo libro traducido al castellano, ¡®La sabidur¨ªa del jardinero¡¯, Gilles Cl¨¦ment extiende su cruzada por dejar en paz a los jardines para dejarnos en paz a nosotros mismos
Uno de los grandes maestros de Gilles Cl¨¦ment fue Jean-Baptiste Lamark, que adelant¨® a Darwin en la idea de la evoluci¨®n con el transformismo que constat¨® observando la vida de los ¨¢rboles y las plantas. Ya en 1820 escribi¨® que ¡°el ser humano parece empe?ado en la destrucci¨®n de sus medios de conservaci¨®n e incluso de su propia especie. Es como si estuviera destinado a exterminarse despu¨¦s de hacer inhabitable el globo¡±. El paisajista, jardinero, profesor y ensayista Gilles Cl¨¦ment recuerda ese aviso y resume as¨ª el proyecto humano (consciente o inconscientemente): morir bajo las riquezas.
La manera de Cl¨¦ment de relacionarse con la naturaleza busca escapar a esa deriva. En La sabidur¨ªa del jardinero (Gustavo Gili), anota claves para cambiar lo que ya no es suficiente hacer en un jard¨ªn.
No existe mejor forma para definir el jard¨ªn que indagar en su origen: recinto destinado a proteger lo mejor. Lo mejor de las frutas y las hortalizas, la flora nutritiva y la diversidad, lo mejor de los ¨¢rboles y las flores es el arte de colocarlos. Precisamente esa colocaci¨®n ha adquirido importancia con el paso del tiempo hasta convertirse en un arte. El arte de los jardines ha manifestado su excelencia tradicionalmente a trav¨¦s de la arquitectura, la planificaci¨®n, el paisajismo y el ornamento. Pero para Cl¨¦ment, estos criterios ya no bastan. He aqu¨ª algunas de las propuestas que incluye su nuevo libro para retomar el cuidado y el dise?o del jard¨ªn y, con ello, el cuidado de nuestra vida y de la de quienes llegar¨¢n despu¨¦s.
¡ªEn adelante hay que ocuparse de lo vivo. Considerarlo, conocerlo. Hacerse su amigo. Por eso mirar podr¨ªa ser perfectamente la forma m¨¢s justa de hacer jardiner¨ªa en el futuro.
¡ªLa vida que se desarrolla en los jardines, al estar amenazada, se convierte en el argumento principal de las disposiciones cuya carga borra sin prohibir las prioridades de anta?o: manipular la perspectiva, disponer los paisajes como cuadros, componer los macizos, organizar fiestas y pasatiempos.
¡ªEn un jard¨ªn, en ning¨²n momento es posible describir una situaci¨®n como algo estable o definitivo. Las ense?anzas borran las certezas y cuando la arquitectura se expresa f¨ªsicamente como algo fijo resulta un estorbo para el jard¨ªn. En cambio, cuando la arquitectura representa una idea hace del jard¨ªn un lugar sublime.
¡ªEn un jard¨ªn corriente, digamos hort¨ªcola, la suma de los estorbos no alcanza la d¨¦cima parte del territorio. Los estorbos de la vegetaci¨®n son una caba?a de aperos, las herramientas, emparrados, bordillos, enrejados, un invernadero o un semillero en el jard¨ªn.
¡ªEl porvenir de la humanidad est¨¢ directamente validado por nuestra manera de vivir. Se puede trabajar en el jard¨ªn respetando las tradiciones. Tambi¨¦n de manera distinta.
¡ªEs importante descubrir la naturaleza antes de esclavizarla.
¡ªAs¨ª las cosas: ?c¨®mo encontrar una soluci¨®n para hacer compatibles el hecho biol¨®gico y la escenograf¨ªa? A un animal no se le ocurrir¨ªa agotar para siempre el alimento que necesita todos los d¨ªas. Su vida depende de ¨¦l. ¡°Cada edificio lleva consigo su propia ruina, incluso cada persona; nunca la naturaleza¡±.
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