Elena Gasc¨®n Vera, medievalista ind¨®mita
De car¨¢cter contestatario, afianz¨® el prestigio del departamento de espa?ol del Wellesley College, en Massachusetts
El pasado d¨ªa 12 muri¨® en Madrid Elena Gasc¨®n Vera, a los dos a?os de que le fuera diagnosticado un c¨¢ncer de pulm¨®n. Ten¨ªa 77 a?os. Elena, o Piti, como tambi¨¦n la llamaban muchos, fue profesora de filolog¨ªa, cine y feminismo en el Wellesley College, en Massachusetts (EE UU), entre 1973 y 2017. Mujer imponente por su tama?o y por su talla intelectual, se hab¨ªa educado en el colegio Santa Mar¨ªa de Madrid, donde se sent¨ªa el aliento de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza.
Estudi¨® Filosof¨ªa y Letras y comenz¨® su carrera como medievalista, pero al observar las limitaciones de la academia espa?ola de aquel entonces se march¨® a Estados Unidos y se doctor¨® en la Universidad de Yale con una tesis sobre don Pedro, condestable de Portugal. Escribi¨® decenas de obras entre art¨ªculos, ensayos y libros, con aportaciones que le valieron el reconocimiento y la admiraci¨®n de colegas por la agudeza de sus intuiciones, como al se?alar, por ejemplo, la presencia de la Dama Filosof¨ªa de Boecio en La Celestina.
A Wellesley lleg¨® de la mano de la exiliada republicana Justina Ruiz de Conde, la misma mujer que hab¨ªa llevado a la selecta universidad de mujeres a Pedro Salinas y Jorge Guill¨¦n. La energ¨ªa de Elena en seguida destac¨® en el peque?o college de Massachusetts, cuyo Departamento de Espa?ol vio afianzado su ya notable prestigio bajo su direcci¨®n. Su car¨¢cter ind¨®mito y contestatario, modulado por una ternura maravillosamente extravagante, sirvi¨® de modelo a varias generaciones de estudiantes, que percib¨ªan en ella el mejor ejemplo posible de curiosidad cr¨ªtica, rigor filol¨®gico, y provocaci¨®n incisiva y feminista.
Gracias a ella pasaron por Wellesley escritores y periodistas como Javier Mar¨ªas o Rosa Montero, por citar algunos, y tambi¨¦n durante sus a?os en el college firm¨® Rafael Moneo el flamante Davis Museum de la universidad, su primera obra en Estados Unidos. Los que la conocimos y la quisimos nos lamentamos ahora de su ausencia, sobre todo Kaaren, su viuda, y Paloma, su hermana gemela. A ellas y a los dem¨¢s ¨Dsomos legi¨®n¨D su muerte nos deja tristes y, al mismo tiempo, con la certeza de haber gozado del raro privilegio que ha sido vernos en su compa?¨ªa. Dec¨ªa el Bembo que la Naturaleza temi¨® morir cuando lo hizo Rafael; la Vitalidad lo teme ahora con tu partida.
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