Charlie Watts, el hombre tranquilo que consagr¨® a The Rolling Stones
Sin el baterista no hubiera habido banda ya no solo en sus 60 a?os de vida, sino en sus primeros d¨ªas de triunfo aplastante
Dec¨ªa Charlie Watts que ¡°siempre hay un momento oportuno para realizar las cosas¡±. Bien lo sab¨ªa desde su entrada en The Rolling Stones. Charlie, el hombre tranquilo, esper¨® su momento y tuvo la osad¨ªa de decirle en m¨¢s de una ocasi¨®n ¡°no¡± a los Stones. Corr¨ªa 1962 y aquellos chavales amantes del rhythm and blues, que estaban empezando a causar sensaci¨®n en el club Marquee de Londres, buscaban desesperadamente un bater¨ªa. Tony Chapman no daba la talla. Watts formaba parte de los interesant¨ªsimos Blues Incorporated y Brian Jones, entonces l¨ªder de la banda por encima de Mick Jagger y Keith Richards, se lo pidi¨® un par de veces. No hubo manera. Ese a?o, el de la eclosi¨®n de los Stones en la escena alternativa londinense, fue el a?o en el que tanto Brian, Mick, Keith y el resto de esos desarrapados que acabar¨ªan comi¨¦ndose el mundo esperaron a Charlie Watts.
Ahora, con m¨¢s de medio siglo de historia encima y tras su fallecimiento, este martes, conviene remarcarlo: The Rolling Stones nunca fueron The Rolling Stones hasta que Charlie Watts les dio el ¡°s¨ª¡±. Hasta enero de 1963, el grupo busc¨® con fervor jesu¨ªtico a un baterista que estuviese a la altura de lo que ya se antojaba como un sonido fiero, r¨ªtmicamente contagioso y novedoso. No lo ten¨ªan. Estaban desesperados. Tanto que fue as¨ª que todos convinieron en ahorrar dinero suficiente para poder ofrecer a Watts la cantidad que ped¨ªa para su incorporaci¨®n. Aquel tipo delgado y de rostro p¨¦treo reconoc¨ªa p¨²blicamente que no le gustaba la m¨²sica que hac¨ªan los reci¨¦n creados The Rolling Stones. Aborrec¨ªa el blues y el rock¡¯n¡¯roll y estaba mucho m¨¢s interesado en el jazz, pero no negaba que esos balas perdidas ten¨ªan un carisma inigualable, una virtud que le faltaba al resto de bandas de los garitos de la ciudad.
Con su exquisita elegancia, Watts fue el ¨²ltimo en llegar a la formaci¨®n original, la que grab¨® las primeras canciones y dio comienzo a la leyenda de The Rolling Stones, pero sin ¨¦l no se explicar¨ªa la grandeza de todo. Bast¨® su primer concierto con los Stones en el Flamingo de Picadilly en enero de 1963 para que todos alucinasen con sus dotes. Marc¨® el ritmo y aquello en los primeros compases sonaba a locomotora. Como dijo despu¨¦s de aquella actuaci¨®n el teclista Ian Stewart, m¨¢s conocido como Stu, hab¨ªan contratado al mejor baterista de Inglaterra.
No solo era el mejor, o de los mejores, sino que supo entender a la perfecci¨®n lo que necesitaba la banda. Pas¨® horas y horas con Keith y Brian y, como reconoci¨® m¨¢s tarde, aprendi¨® a adorar la m¨²sica de Chuck Berry o Little Walter. Se empap¨® de aquellos ritmos primitivos y les aport¨® sofisticaci¨®n. Desde su visi¨®n m¨¢s jazz¨ªstica, Watts marc¨® un toque distintivo a The Rolling Stones, derivando ese blues el¨¦ctrico en contrapuntos de shuffle, rebozando pasajes con toques absolutamente personales. Ese fue el gran salto de los Stones, ¨Dy d¨ªgase claramente¨D que se puede llamar el salto Charlie Watts, un hito que siempre qued¨® a la sombra de los invencibles riffs de Keith Richards, la penetrante voz chulesca, acompa?ada de morritos, de Mick Jagger o la personalidad de Brian Jones. Pero sin Charlie Watts no hubiera habido The Rolling Stones ya no solo en sus 60 a?os de vida, sino en sus primeros d¨ªas de triunfo aplastante.
Watts consagr¨® a The Rolling Stones a ser lo que fueron desde sus comienzos. Cog¨ªa los ritmos de Bo Diddley y les sacaba un partido nuevo, el partido que nadie pod¨ªa sacar para que eso no fuera una copia m¨¢s de otro conjunto. Tanto era as¨ª que Brian Jones, que ejerci¨® tambi¨¦n de primer manager del grupo, se recorri¨® Londres entero para decir que The Rolling Stones, su banda, eran imparables. Lo eran porque ya ten¨ªan a Charlie Watts, el bater¨ªa deseado, y solo con ¨¦l todos supieron que pod¨ªan ya competir con The Beatles, la m¨¢xima atracci¨®n del momento.
No solo compitieron en aquel a?o y aquella d¨¦cada, sino que todav¨ªa hoy, lo siguen haciendo. Porque, con Watts, The Rolling Stones empezaron a escribir su gloriosa e irrepetible p¨¢gina en la historia cultural de la humanidad. Llegaron al siglo XXI con las botas puestas, subidos a un escenario como si la banda fuera uno de los pocos monumentos originales y a¨²n en pie del patrimonio mundial del rock and roll, esa m¨²sica que alegr¨® locamente el disparate del siglo XX. En una existencia con tan pocas certezas, la muerte de Charlie Watts es como ver caerse uno de los rostros de granito de ese Monte Rushmore llamado The Rolling Stones. Cuando se derrumben los que quedan, habr¨¢ que empezar simplemente a recordarlos. Quiz¨¢ sea mejor. O quiz¨¢, ahora s¨ª, sin Charlie, ya es hora.
Babelia
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