Seis ensayos para reconstruir el 11-S
Los atentados de 2001 desencadenaron un fen¨®meno editorial pr¨¢cticamente sin parang¨®n que a¨²n perdura dos d¨¦cadas despu¨¦s
El periodista estadounidense de The New Yorker Lawrence Wright escrib¨ªa esto en 2006: ¡°A iniciativa propia, [Jamal] al Fadl comenz¨® a hablar de una organizaci¨®n llamada Al Qaeda. Era la primera vez que los hombres presentes en la habitaci¨®n o¨ªan este t¨¦rmino. Describi¨® los campos de entrenamiento y las c¨¦lulas durmientes. Habl¨® del inter¨¦s de [Osama] Bin Laden en adquirir armas qu¨ªmicas y nucleares. Dijo que Al Qaeda hab¨ªa sido la responsable de un atentado con bomba en Yemen en 1992 y del entrenamiento de los insurgentes que derribaron helic¨®pteros estadounidenses ese mismo a?o en Somalia. Dio nombres y traz¨® el organigrama. Los investigadores se quedaron estupefactos con su historia. Durante dos semanas, seis o siete horas al d¨ªa, volvieron a los detalles para ver si era consistente. Nunca vari¨® [su testimonio]. Cuando [el agente Dan] Coleman regres¨® al bur¨® [el FBI], a nadie le pareci¨® interesante (...) Hab¨ªa otras investigaciones m¨¢s urgentes¡±.
Esto que relata Wright en el ensayo La torre elevada: Al Qaeda y los or¨ªgenes del 11-S (Debate), premio Pulitzer, ocurri¨® cinco a?os antes de los atentados del 11 de septiembre. Es el interrogatorio de agentes del FBI, entre ellos Coleman, destinado en la famosa Alec Station de Virginia (el puesto del bur¨® que inici¨® la investigaci¨®n sobre Bin Laden), a un sudan¨¦s vinculado a la red terrorista. La narraci¨®n de Wright, llevada a la pantalla en una serie de 10 episodios, es un ejercicio period¨ªstico y literario fundamental para entender las primeras pesquisas sobre Al Qaeda, los errores cometidos, el enfrentamiento entre la CIA y el FBI y, finalmente, los atentados del 11-S, que no se pudieron prever.
El impacto global de los atentados del 11-S ha ido de la mano en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas de una explosi¨®n de t¨ªtulos en el g¨¦nero del ensayo con quiz¨¢ poco parang¨®n salvo la producci¨®n acerca de las grandes guerras del siglo pasado. Un a?o antes de los ataques en Nueva York, Virginia (Pent¨¢gono) y Pensilvania, el veterano reportero paquistan¨ª Ahmed Rashid public¨® Los talibanes: islam, petr¨®leo y fundamentalismo en Asia Central (Ediciones Pen¨ªnsula). Tras los atentados, el libro se convirti¨®, sobra decir, en un superventas. Rashid sigue en sus p¨¢ginas la pista a los talibanes, pero tambi¨¦n a Bin Laden y a los intentos de Estados Unidos de darle caza en Afganist¨¢n. El ¨²ltimo que logra narrar antes de la publicaci¨®n del libro se produce en 1999. Los talibanes se niegan a entregarle y el saud¨ª desaparece del radar.
Poco antes de aquello, seg¨²n recoge Rashid, el 23 de febrero de 1998, ¡°todos los grupos asociados con Al Qaeda firmaron un manifiesto¡± contra ¡°jud¨ªos y cruzados¡±, con EE UU en la diana por su presencia en Arabia Saud¨ª. ¡°Bin Laden¡±, prosigue el reportero y hoy columnista paquistan¨ª, ¡°hab¨ªa formulado un plan de acci¨®n que no solo ten¨ªa puesta la mira en la familia real saud¨ª o los norteamericanos, sino que llamaba a la liberaci¨®n de todo el Oriente Medio musulm¨¢n¡±.
Unos meses despu¨¦s de aquello, el 7 de agosto de ese mismo a?o, un doble atentado contra las embajadas norteamericanas de Dar es Salam (Tanzania) y Nairobi (Kenia) caus¨® la muerte a m¨¢s de 200 personas. Ten¨ªan la firma de Al Qaeda. El corresponsal brit¨¢nico de The Guardian Jason Burke, destinado hoy en Johanesburgo (Sud¨¢frica), habla de estos ataques y de la red terrorista comandada por Bin Laden en el t¨ªtulo publicado en 2003 Al Qaeda: la verdadera historia del islamismo radical (RBA). ¡°Para los activistas islamistas de todo el mundo¡±, escribe Burke, ¡°los atentados demostraban que Bin Laden no era, como hab¨ªan cre¨ªdo muchos, solo un joven rico diletante y fanfarr¨®n que viv¨ªa seguro en Afganist¨¢n (...). Para los aspirantes a activistas de todo el mundo isl¨¢mico, Bin Laden, del que muchos de ellos no hab¨ªan o¨ªdo hablar antes, se convirti¨® en el foco de sus ambiciones¡±.
Pero rebobinemos un poco. El argumento tan popular de que a Bin Laden le arm¨® la CIA para echar a la URSS de Afganist¨¢n y eso acab¨® volvi¨¦ndose contra los propios norteamericanos tiene sin duda fundamento. Aunque no es tan sencillo. El periodista Max Blumenthal hace una de las mejores reconstrucciones de lo que precedi¨® a la guerra de los muyahidines contra los sovi¨¦ticos y la aparici¨®n en escena de Bin Laden. Lo llama ¡°la trampa afgana¡±, uno de los episodios de su libro La gesti¨®n de la brutalidad: c¨®mo el Estado de Seguridad Nacional de Estados Unidos impuls¨® el surgimiento de Al Qaeda, ISIS y Donald Trump (Verso), publicado en 2019. ¡°Gracias al apoyo saud¨ª¡±, recoge Blumenthal, ¡°a los muyahidines locales en Afganist¨¢n se unieron decenas de miles de combatientes extranjeros conocidos como los ¡®¨¢rabes afganos¡¯. Muchos de estos combatientes extranjeros enviados al campo de batalla eran atra¨ªdos por el serm¨®n del te¨®logo palestino Abdullah Azzam (...). En Yed¨¢ [Arabia Saud¨ª], Azzam instruy¨® a un joven Osama Bin Laden...¡±.
Cuenta el experto franc¨¦s Gilles Kepel en el libro La yihad. Expansi¨®n y declive del islamismo (Pen¨ªnsula Atalaya) que all¨¢ por el a?o 1990, Bin Laden propuso a Arabia Saud¨ª ¡°los servicios de sus yihadistas de ¡®la base¡¯ para defender la frontera [frente al Irak de Sadam Husein]¡±. ¡°En cuando el rey Fahd (...) pidi¨® ayuda a las tropas de la coalici¨®n internacional encabezada por EE UU¡±, prosigue Kepel en su ensayo, escrito como el de Rashid poco antes del 11-S, ¡°Bin Laden pas¨® a formar parte de los c¨ªrculos hostiles al rey (...). En esta ¨¦poca se produjo el gran giro en la vida del que iba a convertirse en el enemigo p¨²blico n¨²mero uno del gobierno de EE UU¡±.
Las v¨ªctimas
Una d¨¦cada despu¨¦s de aquello, el 11 de septiembre de 2001, el secuestro de cuatro aviones comerciales por un comando de Al Qaeda permiti¨® atentar contra los estadounidenses. Murieron m¨¢s de 3.000 personas. La reconstrucci¨®n de estos brutales atentados quedar¨ªa incompleta sin las v¨ªctimas. Mitchell Zuckoff trabajaba aquel 11S para el Boston Globe. Tras a?os de investigaci¨®n sobre las miles de familias afectadas por los ataques, Zuckoff public¨® en 2019 Fall and Rise: The Story of 9/11 (Harper Perennial).
Entre las historias, sirva de ejemplo, el periodista y profesor recupera la del capit¨¢n de American Airlines John Ogonowski, de Massachussets, un d¨ªa antes de ponerse a los mandos de uno de los aparatos que se estrell¨® contra las Torres Gemelas: ¡°Tras la cena, John fue a su ordenador de mesa en la habitaci¨®n de la televisi¨®n. Inici¨® sesi¨®n en el sistema de planificaci¨®n de American Airlines con el deseo de que alg¨²n otro piloto quisiera un viaje extra. Eso har¨ªa que el horario en pantalla de John se volviera verde, permiti¨¦ndole quedarse en la granja el 11 de septiembre¡±. No fue as¨ª y tuvo que pilotar el American Airlines Flight 11 una vez m¨¢s, la ¨²ltima.
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