¡®El club del paro¡¯, risas y muecas con nuestro feliz 2019

No es raro que expresiones y refranes espa?oles como ¡°mal de muchos, consuelo de tontos¡± y ¡°en el pa¨ªs de los ciegos el tuerto es el rey¡± aniden en la mente del cr¨ªtico con la ¨²ltima acumulaci¨®n de estrenos de comedias comerciales espa?olas. As¨ª, lo reflexionado hace un mes respecto de algunas de ellas casi parece una injusta exageraci¨®n en comparaci¨®n con lo que ha venido despu¨¦s. Y aunque en el an¨¢lisis la ponderaci¨®n individual siempre resulte mucho m¨¢s obligada que la conjunta, los estrenos sucesivos de t¨ªtulos como Garc¨ªa y Garc¨ªa, Con qui¨¦n viajas y El club del paro, sexto largometraje de David Marqu¨¦s, convierten en un producto cercano a lo potente en materia c¨®mica a la discret¨ªsima Descarrilados.

De primeras, en materia visual, tiene El club del paro algo que la distingue para bien de sus antecesoras: una fotograf¨ªa de Guillem Oliver de colores y textura mucho m¨¢s atractivos que esos habituales ejercicios atiborrados de luz, al estilo de demasiadas series televisivas. Y, continuando con lo positivo, como ya ocurr¨ªa en Descarrilados y Con qui¨¦n viajas, la labor de los cuatro int¨¦rpretes principales est¨¢ muy por encima de los textos y situaciones con los que tienen que bregar para provocar la risa.

Sin embargo, el guion de Marqu¨¦s, ambientado en el a?o 2019, cuando ¨¦ramos relativamente felices y a¨²n no lo sab¨ªamos, no puede ser m¨¢s ventajista y facil¨®n. Hacer chistes ahora, en retrospectiva, sobre contrabando de animalejos con Wuhan y sobre las posibilidades de invertir en empresas de mascarillas suena a costumbrismo asequible y rampl¨®n. Y en esa reuni¨®n de ga?anes tomando ca?as en un bar de toda la vida hay demasiados nombres de actualidad que, en el cine, durar¨¢n apenas cinco minutos (de Eduardo Inda a los youtubers y a los concursantes de Gran Hermano), adem¨¢s de tesituras que se alargan sin provocar ni una mediana sonrisa.

En lo narrativo, las continuas repeticiones de frases y repreguntas suenan casi siempre impostadas, a seguidor amateur de David Mamet, as¨ª como la reiterada f¨®rmula c¨®mica de recuperar una respuesta a una cuesti¨®n anterior y no a la ¨²ltima planteada. No obstante, en esa l¨ªnea, puede que despunten un par de di¨¢logos en los que el absurdo toma el (des)control. Algo, de todos modos, puntual y excepcional dentro de un ejercicio de comedia social de muy exiguo recorrido.