Muere Mario Camus a los 86 a?os, el maestro del cine sobrio
El director levant¨® acta de la vida en Espa?a a trav¨¦s de cl¨¢sicos como ¡®La colmena¡¯ y ¡®Los santos inocentes¡¯ o series de televisi¨®n como ¡®La forja de un rebelde¡¯ y ¡®Fortunata y Jacinta¡¯
El director de cine Mario Camus ha fallecido este s¨¢bado a los 86 a?os en Santander. Con su muerte, se va un maestro del cine espa?ol, un creador que supo ¡ªsin imponer jam¨¢s su estilo, sin alardear de autor¨ªas¡ª contar historias desde la sequedad del norte, una sobriedad a trav¨¦s de la cual narraba los sentimientos m¨¢s profundos. Sin alharacas, probablemente en comuni¨®n en su fondo con la literatura espa?ola de sus contempor¨¢neos, una inspiraci¨®n que para un devorador de libros como fue Camus supuso un motor narrativo. Esa pulsi¨®n por desaparecer tras su obra devino en realidad en su marca. Y, a la vez, con su filmograf¨ªa levant¨® testimonio de un lugar, Espa?a, a lo largo de distintas ¨¦pocas. En eso coincidi¨® con sus compa?eros en la Escuela Oficial de Cine de Madrid: Carlos Saura, Basilio Mart¨ªn Patino, Jos¨¦ Luis Borau, y un m¨¢s joven Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n.
Nacido en la capital c¨¢ntabra en 1935, estudi¨® Derecho antes de inscribirse en la Escuela Oficial de Cine, donde se convirti¨® en parte del grupo del Nuevo cine espa?ol, en el que adem¨¢s de los mencionados estaban Miguel Picazo, Julio Diamante o Manuel Summers. Sus primeros guiones los coescribi¨® con Saura: Los golfos o Llanto por un bandido le abrieron la puerta a que ¨¦l mismo debutara en la direcci¨®n con Los farsantes (1963), al que le sigui¨® el primer gran trabajo de su carrera, Young S¨¢nchez (1964), una pel¨ªcula sobre boxeo, una de sus pasiones, en la que adapt¨® a un escritor clave en su manera de hacer cine: Ignacio Aldecoa. Con otro relato de Aldecoa, Con el viento solano (1967), sufri¨® una debacle comercial y por eso acab¨® dirigiendo a finales de los sesenta a Raphael en t¨ªtulos mucho m¨¢s comerciales (Cuando t¨² no est¨¢s, Digan lo que digan, Al ponerse el sol), a Sara Montiel en Esa mujer, y a Terence Hill en el w¨¦stern La c¨®lera del viento. Y sin ninguna queja, al servicio siempre del guion, haciendo su trabajo a la espera de tiempos mejores para sus propias historias. Las que llegaron en los setenta con La leyenda del alcalde de Zalamea (1973) ¡ªusando como cimiento para su libreto un cl¨¢sico de la literatura¡ª, y su retorno a Aldecoa con Los p¨¢jaros de Baden-Baden (1975).
Es al final de esa d¨¦cada cuando Camus entra tambi¨¦n en las series de televisi¨®n. Sancho Gracia, actor al que hab¨ªa dirigido en una serie precedente, Los camioneros, le reclama para Curro Jim¨¦nez (1977-1978), que revolucion¨® la televisi¨®n espa?ola de la ¨¦poca, gracias al plantel de directores: los Romero Marchent, Antonio Drove, Camus, Pilar Mir¨®, Fernando Merino y Francisco Rovira Beleta. Y as¨ª, sin abandonar el medio, Camus tambi¨¦n adapt¨® a Benito P¨¦rez Gald¨®s en Fortunata y Jacinta.
¡°Milana bonita¡±
Con su vuelta al cine, La colmena, su versi¨®n del libro de Camilo Jos¨¦ Cela, gan¨® el Oso de Oro del Festival de Cine de Berl¨ªn, en 1982. Y dos a?os despu¨¦s, Los santos inocentes provoc¨® un terremoto en el alma espa?ola, al contar la novela de Miguel Delibes como espejo de una casta que a¨²n hoy se mantiene, ejerciendo su poder, a trav¨¦s de otros pliegues en la sociedad. Aquella historia de caciques y campesinos supuso para Alfredo Landa y Paco Rabal el premio ex aequo a la mejor interpretaci¨®n masculina en el festival de Cannes de 1984. ¡°Milana bonita¡±. Dos palabras que anidan en la idiosincrasia espa?ola. ¡°El ¨¦xito en Cannes fue impresionante, hasta me da verg¨¹enza recordarlo¡±, contaba d¨¦cadas despu¨¦s el cineasta.
Camus acept¨® muchos encargos alimenticios, sin perder jam¨¢s su punto de vista. Y sigui¨® batallando por un audiovisual con alma, con apuntes de un romanticismo que tambi¨¦n ti?¨® su vida. Si en La vieja m¨²sica (1987) usaba como excusa el baloncesto para hablar de recuperar un amor, en su adaptaci¨®n ejemplar del esp¨ªritu lorquiano de La casa de Bernarda Alba (1987) y en su versi¨®n en serie de televisi¨®n de la novela de Arturo Barea La forja de un rebelde (1990) ahond¨® en las heridas morales innatas de este pa¨ªs. Camus jam¨¢s rehuy¨® el compromiso moral en su obra, que incluso le llev¨® a tocar el terrorismo en Sombras en una batalla (1993) y en La playa de los galgos (2002). Adem¨¢s, hizo alguna incursi¨®n en el teatro, como director de la obra de Antonio Gala ?Por qu¨¦ corres, Ulises? (1975), y escribi¨® libros de relatos como Un fuego oculto (2003) y Apuntes del natural (2007).
Premio Nacional de Cinematograf¨ªa en 1985, Goya al mejor guion original por Sombras en una batalla, en 1993, y Goya de Honor en 2011, en las entrevistas ante estos galardones que homenajeaban su labor nunca se sinti¨® c¨®modo. ¡°Ser¨ªa un pedante enorme si me pusiera a formular teor¨ªas; lo que s¨ª recuerdo son las dificultades de cada rodaje¡¡±, le dec¨ªa a Diego Gal¨¢n en este diario en 2015. ?Era un cineasta autor? ¡°Las pel¨ªculas se adjudican a un autor, pero hay medio centenar de personas trabajando en ellas¡±. Y s¨ª, echaba de menos dirigir: ¡°Pero el problema es el de siempre: es m¨¢s dif¨ªcil montar la financiaci¨®n que rodarla, es decir, tener que ir a ver a menganito o a fulanito, y que te vayan mandando de uno a otro¡ ?ramos como pordioseros y lo seguimos siendo¡±.
Babelia
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