La risa y el humor marcan nuevas p¨¢ginas
Las novelas de Daniel Gasc¨®n y Joaqu¨ªn Reyes, el ensayo de Andr¨¦s Barba o el festival Ja! en Bilbao reivindican el arte de la s¨¢tira y la carcajada


En 1985, con motivo del centenario del nacimiento de Wenceslao Fern¨¢ndez Fl¨®rez, Rafael Conte escrib¨ªa en EL PA?S que el autor de El bosque animado ¡°cometi¨® el profundo error de ser un humorista en un pa¨ªs que suele rechazar el humor, en beneficio del chiste y el sarcasmo¡±. Aunque como advert¨ªa el cr¨ªtico literario Conte, en una sentencia que el tiempo ha corroborado, ¡°el humorista debe hacerse perdonar, por encima de todo¡±, y a pesar de su entrecortada historia, la literatura sat¨ªrica y de humor en Espa?a parece atravesar ahora un cierto auge pospand¨¦mico con t¨ªtulos de Joaqu¨ªn Reyes, Daniel Gasc¨®n y Andr¨¦s Barba, y festivales como Ja!, en Bilbao del 1 al 10 de octubre, dedicado a este tema .
En La muerte del hipster (Literatura Random House), de Daniel Gasc¨®n, la pandemia llega a un pueblo turolense y pone patas arriba la vida cotidiana de sus habitantes. El protagonista, un exurbanita convertido en alcalde, se ve envuelto en debates sobre medidas preventivas, ¨¦pica oratoria, teor¨ªas de la conspiraci¨®n, art¨ªculos cient¨ªficos con revisi¨®n por pares y debates sobre gesti¨®n sanitaria. Pero, reducido a los confines de una localidad donde la cobertura de la red m¨®vil va por calles, la ¨¦pica pand¨¦mica se topa con un discurso inesperado: el de lo c¨®mico. ¡°A veces el humor nos ayuda a desdramatizar¡±, explica Daniel Gasc¨®n, que en esta novela ha retomado los personajes y el escenario de Un hipster en la Espa?a vac¨ªa (Literatura Random House, 2020). ¡°El humor consiste en ver una misma cosa desde dos puntos diferentes para apreciar mejor su forma. Ese descuadre muestra algo que no se puede ver desde un solo registro. Y tambi¨¦n hay algo liberador en emplear la imaginaci¨®n humor¨ªstica para darle una vuelta a lo que te preocupa¡±.
El humor entendido como vuelta de tuerca necesaria tambi¨¦n est¨¢ en los cimientos de Subid¨®n (Blackie Books), el t¨ªtulo con que el humorista, actor y guionista Joaqu¨ªn Reyes ¡ªparte del equipo fundacional de los espacios de culto Muchachada Nui y La Hora Chanante¡ª se estrena en la narrativa de largo recorrido tras incursiones en el columnismo, el relato corto o el guion. ¡°Necesitamos humor porque nos ayuda a evadirnos¡±, explica Reyes. ¡°En situaciones de crisis, la gente demanda humor. Estamos viviendo una muy buena ¨¦poca para la comedia¡±.
En Subid¨®n, Reyes imagina la historia de un c¨®mico que oscila entre el ¨¦xito profesional y la crisis existencial. Hay chistes y afilad¨ªsimos dardos, pero no es una recopilaci¨®n de ocurrencias. ¡°Utilizar el humor es algo que casi me viene dado, es mi forma de contar la historia, pero creo que etiquetar este libro como una novela de humor es reducirlo, porque todav¨ªa hay ciertos prejuicios, como si con el humor no se pudieran contar cosas importantes¡±, desarrolla. ¡°Hay muchas novelas, hasta el Quijote, que utilizan el humor, y no las clasificamos como tales. El humor es la manera de contar una historia, pero lo que importa es la historia¡±.
Reyes confiesa que, para llegar al texto final, ha tenido que renunciar a la acumulaci¨®n de chistes. Puede sonar parad¨®jico, pero re¨ªr con una novela a veces exige no re¨ªr m¨¢s de la cuenta. ¡°Tuve que rebajar el tono, porque no quer¨ªa una astracanada que impusiera distancia al lector¡±, apunta. El universo del humorista est¨¢ ah¨ª: los gui?os generacionales, el lenguaje surrealista, el costumbrismo rural, incluso algunas de las coletillas que remiten a sus personajes m¨¢s c¨¦lebres. Pero, a diferencia de un sketch televisivo, la novela retira un poco la m¨¢scara y cuenta, parad¨®jicamente, lo poco c¨®mica que puede resultar la vida diaria de un c¨®mico.
Tradici¨®n literaria humor¨ªstica
Reyes se sit¨²a en una tradici¨®n literaria que el sector editorial espa?ol no ha explotado en exceso en los ¨²ltimos a?os. ¡°Nosotros tenemos m¨¢s prejuicios que los anglosajones¡±, explica aludiendo a figuras como el brit¨¢nico P. G. Wodehouse o Eduardo Mendoza, autores que han elevado el humor a los umbrales del prestigio literario, un camino que no siempre resulta sencillo. En la literatura escrita en Espa?a, el humor permea desde la picaresca ¨¢urea hasta la narrativa did¨¢ctica dieciochesca, y de ah¨ª a la novela popular y galante que, como recuerda la exposici¨®n Cuesti¨®n de ambiente (CentroCentro, Madrid), conviv¨ªa en las librer¨ªas de los a?os veinte con los experimentos de la vanguardia. Hay humor en Paisajes despu¨¦s de la batalla (1982), de Juan Goytisolo, en la trilog¨ªa sat¨ªrica (1991-1999) de Terenci Moix, en las memorias del c¨®mico Ignatius Farray ¡ªsu segunda entrega, El bicho que se devora a s¨ª mismo, se publica el pr¨®ximo octubre¡ª y en los cuentos de Quim Monz¨® que se estudian a diario en las escuelas de escritura creativa.
Tambi¨¦n la obra de Jardiel Poncela sigue siendo objeto de una recuperaci¨®n cr¨ªtica que, como sucede en el g¨¦nero, se enfrenta a un doble escollo. Por un lado, las asperezas ideol¨®gicas. Por otro, el t¨®pico que asocia el humor a las compilaciones apresuradas de chistes y ocurrencias condenadas a caducar cuando la fama (televisiva, teatral) de sus autores decae. Pero eso, subrayan los interpelados, es otra cosa. ¡°Como lector, siempre he disfrutado mucho de las novelas de humor¡±, a?ade Gasc¨®n, que incorpora al listado los nombres de Tom Sharpe, Woody Allen o el David Trueba de Abierto toda la noche. ¡°Lo importante es que haya un esfuerzo literario, aunque sea en el g¨¦nero de la risa¡±.
Gasc¨®n menciona, como ventajas del registro c¨®mico, la polifon¨ªa de voces que enriquece la narraci¨®n, o el concepto de micromundo que le llev¨® a continuar la saga inaugurada en su anterior novela. ¡°Un d¨ªa pens¨¦ que este pueblo de Teruel, La Ca?ada, era como la aldea gala de Ast¨¦rix: un lugar invariable donde todo pod¨ªa suceder¡±. Cuando la pandemia irrumpi¨® en la actualidad, tambi¨¦n lo hizo en el escenario que hab¨ªa querido mantener alejado del mundo. El resultado es una novela donde la s¨¢tira fluye con elegancia y, como explica el autor, conforma ¡°un espejo expresionista que deforma la cultura y la pol¨ªtica espa?ola de ahora¡±. De nuevo, el cambio de perspectiva que permite entender todo mejor.
Al novelista y ensayista Andr¨¦s Barba, 2021 le ha tra¨ªdo la reedici¨®n de La risa can¨ªbal. Humor, pensamiento c¨ªnico y poder (Alpha Decay), el ensayo que public¨® por primera vez en 2016 y que ahora llega en una edici¨®n revisada y ampliada. Al fin y al cabo, en la ¨²ltima d¨¦cada el humor, adem¨¢s de como lenguaje para abordar la realidad, se ha consolidado como un tema en s¨ª mismo.
Barba ha centrado sus nuevas aportaciones en dos cuestiones candentes. Por un lado, ¡°la irrupci¨®n del humor feminista de forma global¡±, apunta. Por otro, ¡°la judicializaci¨®n del humor, con la aparici¨®n de la posverdad como concepto dial¨¦ctico¡±. Barba advierte, entre otros fen¨®menos, lo que denomina como ¡°una transferencia del mundo de lo humor¨ªstico a la pol¨ªtica. Ahora los pol¨ªticos adoptan poses y actitudes dial¨¦cticas propias de un humorista,lo que les permite decir cosas que no piensan o confrontar hechos obvios con sus propias afirmaciones¡±, a?ade.

El libro de Barba se abre con la escena de Charles Chaplin riendo a carcajada limpia en una proyecci¨®n de El triunfo de la voluntad, la pel¨ªcula pretendidamente heroica que Leni Riefenstahl produjo a instancias de Adolf Hitler, y que ser¨ªa el germen de El gran dictador. A partir de ah¨ª, las reflexiones sobre la ¨¦tica y la est¨¦tica del chiste, el lenguaje corporal de los grandes de la comedia, la perturbadora magia de la ventriloquia o la relaci¨®n entre humor y religi¨®n van desgranando una serie de lecciones que permiten entender el humor como un fen¨®meno cultural y social complejo que, parad¨®jicamente, no se puede despachar de un plumazo (ni de un chiste).
El humor hoy y siempre sigue siendo asunto de debate. ¡°Antes nos pregunt¨¢bamos mucho por los l¨ªmites del humor, que es un tema del que ya no se habla. Hemos dado esa pregunta por respondida, ya que es irresoluble: el humor est¨¢ en el l¨ªmite¡±, explica el autor. Ahora que abundan las causas judiciales, las acusaciones de ofensa y los humoristas en el banquillo, Barba apunta una clave de interpretaci¨®n: ¡°Cuanto m¨¢s descontextualizado es el ataque a un humorista, m¨¢s politizado est¨¢. El humor es puro contexto, y hemos tardado en comprenderlo. El mismo chiste es legitimador u ofensivo en funci¨®n de qui¨¦n lo cuente. Un chiste machista contado por una feminista es subversivo. La ¨²nica manera de juzgar el humor no es por su contenido, sino por su lugar social¡±.
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