Los 200 espa?oles que murieron en las bodegas de un barco ingl¨¦s por defender la independencia de EE UU
El Queen Sofia Spanish Institute restituye la placa que recordaba en Nueva York a los presos espa?oles de la batalla de Brooklyn de 1776
El 27 de agosto de 1776, en lo que ahora es el distrito neoyorquino de Brooklyn, se desarroll¨® la primera gran batalla de la Guerra de la Independencia de Estados Unidos. Unos 9.000 hombres comandados por el general George Washington se enfrentaron al Ej¨¦rcito brit¨¢nico de William Howe, con 20.000 soldados. El combate se sald¨® con la derrota de los rebeldes, con 300 muertos, miles de heridos y 1.000 prisio...
El 27 de agosto de 1776, en lo que ahora es el distrito neoyorquino de Brooklyn, se desarroll¨® la primera gran batalla de la Guerra de la Independencia de Estados Unidos. Unos 9.000 hombres comandados por el general George Washington se enfrentaron al Ej¨¦rcito brit¨¢nico de William Howe, con 20.000 soldados. El combate se sald¨® con la derrota de los rebeldes, con 300 muertos, miles de heridos y 1.000 prisioneros, que fueron encerrados en buques en unas condiciones miserables, junto con otros 10.000 desventurados atrapados en cualquier lugar a lo largo de la guerra (1775-1783). Entre ellos, hab¨ªa dos centenares de espa?oles ¨Dde los que solo se conocen 126 nombres¨D que murieron de hambre, sed y enfermedades en las zah¨²rdas flotantes donde fueron encarcelados.
En 1976, Juan Carlos I coloc¨® una placa en su recuerdo en el parque de Fort Greene de Nueva York, muy pr¨®ximo al lugar donde estaban las destartaladas naves fondeadas. Pero el vandalismo urbano hizo desaparecer la placa, que este martes ser¨¢ repuesta por embajador espa?ol Santiago Cabanas. El acto ha sido organizado por la asociaci¨®n cultural hispano-norteamericana Queen Sof¨ªa Spanish Institute, la ciudad de Nueva York, Iberdrola, el consulado y la asociaci¨®n Hijas de la Revoluci¨®n Americana.
La l¨¢mina met¨¢lica que se va a reponer relata que ¡°en la Guerra de la Independencia americana, Espa?a provey¨® de dinero y soldados a Estados Unidos y dirigi¨® operaciones militares y navales en Florida, Luisiana, el Caribe, el Atl¨¢ntico y Europa. Un n¨²mero desconocido de espa?oles fueron apresados en la guerra y murieron aqu¨ª junto con los m¨¢rtires americanos¡±.
Espa?a, al igual que Francia, se puso del lado de los insurrectos, ya que la presi¨®n inglesa sobre los territorios hispanos en Norteam¨¦rica no cesaba. La batalla de Brooklyn, tambi¨¦n conocida como de Long Island, fue el primer episodio b¨¦lico de importancia tras la declaraci¨®n de independencia unilateral un mes antes, el 4 de julio de 1776. Los analistas coinciden en que si los ingleses hubiesen capturado a George Washington ¨Dque tuvo que huir r¨ªo arriba con las fuerzas que le quedaban, el 80%¨D, el resultado final de la contienda habr¨ªa cambiado y acelerado.
De los 1.000 hombres apresados en el enfrentamiento, una peque?a parte fue encarcelada en iglesias y escuelas, mientras que el resto pas¨® directamente a los barcos-prisi¨®n. Martin Maher, responsable de los parques de Brooklyn, recuerda en un v¨ªdeo del Queen Sof¨ªa Spanish Institute que los arrestados por los ingleses ¡°no pudieron ser tratados como soldados, porque eso significar¨ªa reconocer a Estados Unidos como pa¨ªs, por lo que se les declar¨® traidores y se les encarcel¨® en 16 barcos sin m¨¢stil en la bah¨ªa Wallabout¡±, hoy zona portuaria de Nueva York.
Los prisioneros de la batalla fueron acumulados as¨ª con otros miles de detenidos, fundamentalmente marineros, soldados, colonos que apoyaban la independencia, holandeses, franceses y espa?oles, incluso alg¨²n religioso. Se calcula que por estas naves pasaron m¨¢s de 20.000 personas, de las que 11.500 fallecieron en su interior.
Las condiciones de vida dentro de los buques eran terribles. El m¨¢s conocido de los 16 nav¨ªos recib¨ªa el nombre de HMS Jersey y fue construido para alojar a 400 marineros, aunque serv¨ªa de mazmorra para 1.500 malaventurados al tiempo, 8.000 a lo largo de la guerra. La altura de las bodegas donde sobreviv¨ªan los reos era de solo 1,82 metros y contaban con unos tragaluces de 50 por 50 cent¨ªmetros. Estas personas eran alimentadas por un hombre llamado Loring, que les prove¨ªa de comida podrida, cocida con agua de mar en un caldero de cobre con el fin de aumentar la contaminaci¨®n alimentaria. ¡°Hubo m¨¢s muertos en estos barcos que en cualquier batalla de la guerra¡±, calcula Maher.
El historiador estadounidense Laurie D. Ferreiro, autor de libros como The American Revolution: A World War, asevera que no se sabe mucho de los encarcelados, ¡°ni su origen ni sus circunstancias, ya que los brit¨¢nicos solo apuntaban ¨Cy mal, por cuestiones de transcripci¨®n fon¨¦tica¨D el nombre de los prisioneros¡± de otras naciones. En el listado que se conserva se distinguen nombres como Pedro Azaola, Manuel de Artol, Ignacio Echeverr¨ªa, Antonio Olive, Juan ignacio Alcorta, Manuel Sagasta o Francisco Rodrigo. A todos se les ofreci¨® pasarse al bando brit¨¢nico para evitar este inhumano suplicio, pero muy pocos accedieron, a¨²n sabiendo que hab¨ªa un 50% de posibilidades de morir en las tripas de un barco enemigo.