¡®Venom: habr¨¢ matanza¡¯: el universo cinematogr¨¢fico de Marvel (no) tiene fin

Las pel¨ªculas de la divisi¨®n cinematogr¨¢fica y del universo expandido de Marvel se suceden sumidas en una paradoja: por el lado creativo y art¨ªstico no dejan de mostrarse s¨ªntomas de agotamiento, de f¨®rmula rutinaria con personajes cada vez menos atractivos y sobre todo con muy poco cine con may¨²sculas en bastantes de ellas, mientras que desde la vertiente econ¨®mica y comercial sus productos no dejan de ganar dinero a espuertas. Venom: habr¨¢ matanza, la ¨²ltima en llegar, secuela de un t¨ªtulo menor con muy desiguales cr¨ªticas, Venom (2018), que algunos valoraron m¨¢s por su falta de pretensiones que por sus detalles de relumbr¨®n, y adem¨¢s protagonizada por un supervillano con toques de antih¨¦roe nacido a la sombra de la estrella Spiderman, ha batido el r¨¦cord de mejor estreno en tiempos de pandemia, en su primer fin de semana en Estados Unidos: 90 millones de d¨®lares, diez m¨¢s que la recaudaci¨®n de la primera entrega, cuando a¨²n no hab¨ªa llegado el virus.

Hace tiempo que las pel¨ªculas de superh¨¦roes en general y de Marvel en particular tienen pinta de burbuja a punto de estallar, de sistema de producci¨®n en serie infalible pero sin riesgo, de f¨¢brica de chicles de distintos sabores cada vez m¨¢s extra?os, a un paso del hartazgo. Pero habr¨¢ que convenir que esa sensaci¨®n debe ser la de unos pocos, porque otros muchos pasan por taquilla una y otra vez trag¨¢ndose las buenas, que tambi¨¦n las hay, las regulares y las malas. Venom: habr¨¢ matanza, perteneciente al llamado Universo Marvel de Sony, con pel¨ªculas asociadas a Spiderman (aunque aqu¨ª salga apenas unos segundos) y producidas por Columbia, est¨¢ en el grupo de cola.

Tras el relato de origen de la pel¨ªcula de 2017, dirigida por Ruben Fleischer, que pese a sus discret¨ªsimos efectos especiales y a su ap¨¢tica acci¨®n al menos ten¨ªa un conflicto interior en su protagonista ¡ªun periodista de investigaci¨®n que pierde su trabajo y a su novia por los efectos del mal¨¦fico poder de una prestigiosa fundaci¨®n m¨¦dica que experimenta con cobayas humanas¡ª, esta segunda pel¨ªcula de Marvel sobre el personaje se entrega a la ocurrencia, a la superficialidad y a cierto desvar¨ªo. Lo mejor que se puede decir de ella es que dura apenas hora y media, que no se complica con falsas complejidades y que apuesta por la acci¨®n desprejuiciada y por el humor. Pero, con el sosaina Andy Serkis al mando de la direcci¨®n, ni lo primero tiene garra, atrevimiento o imaginaci¨®n, ni lo segundo tiene demasiada gracia.

La huida total de cualquier forma de intelectualizaci¨®n, algo absolutamente respetable, presente en estupendas pel¨ªculas de Marvel como Thor: Ragnarok y Deadpool, no est¨¢ enfrentada con la dificultad para encontrar un plano, secuencia, l¨ªnea de di¨¢logo o situaci¨®n que se salga de lo convencional, que resulte recordable en alg¨²n sentido. Tom Hardy y Woody Harrelson, pasad¨ªsimos, pero en su terreno, pues ambos se sienten c¨®modos en la sobreactuaci¨®n, parecen pas¨¢rselo bien; Michelle Williams, en cambio, tiene gesto de estar pregunt¨¢ndose en cada frase qu¨¦ demonios hago yo aqu¨ª. Tres estrellas que ofrecen lustre a un producto que, en una paradoja m¨¢s sobre el fen¨®meno, prefiere apuntarse al esp¨ªritu de una serie B marginal y cachonda, aunque inocua, a una falsa apariencia de modestia, cuando en realidad tiene un presupuesto de 110 millones de d¨®lares. El universo de Marvel (no) tiene fin.