Deborah Kerr, la estrella libre de Hollywood en cinco pel¨ªculas
Por el centenario del nacimiento de la actriz, presentamos una selecci¨®n de sus t¨ªtulos fundamentales
¡°El azul de los ojos de Deborah Kerr es el mismo que el de la Gran V¨ªa madrile?a de los cincuenta cuando anochec¨ªa y se encend¨ªan las fachadas de los cines¡±, escribe Jos¨¦ Luis Garci en el libro Deborah, reci¨¦n editado por Notorius: la entrevista ¨ªntegra que el director espa?ol hizo a la estrella de Hollywood en Marbella, en 1990. Kerr (Helensburgh, 1921-Suffolk, Reino Unido, 2007), rostro c¨¦lebre en el cine estadounidense de los a?os cincuenta tras haber forjado su val¨ªa en el brit¨¢nico de los cuarenta, represent¨® en sus pel¨ªculas un modelo de mujer caracter¨ªstico: de gran personalidad, a menudo de apariencia fr¨ªa dentro de un porte elegante, y en connivencia con la sociedad que le hab¨ªa tocado vivir, pero siempre con amplio margen de libertad y se?or¨ªo, de temperamento e independencia.
Y ahora que se acaban de cumplir 100 a?os de su nacimiento, el 30 de septiembre, proponemos una selecci¨®n con 5+1 de sus pel¨ªculas fundamentales. Una criba complicada porque en su carrera art¨ªstica se acumularon t¨ªtulos incuestionables, y no menos de una decena y media de ellos, fascinantes, en todos los g¨¦neros: la aventura, en Las minas del rey Salom¨®n; el p¨¦plum, en Quo Vadis; el melodrama, en T¨¦ y simpat¨ªa; y hasta el musical, en El rey y yo. Candidata en seis ocasiones al Oscar a la mejor actriz ¡ªpor Edward, mi hijo; De aqu¨ª a la eternidad; El rey y yo; Solo Dios lo sabe; Mesas separadas y Tres vidas errantes¡ª, nunca lo gan¨®, y tuvo que esperar al a?o 1994 para recibir uno de car¨¢cter honor¨ªfico. Kerr, la mujer de hielo que, llegado el momento preciso, quemaba.
¡®Vida y muerte del coronel Blimp¡¯ / ¡®Narciso negro¡¯ (Michael Powell, Emeric Pressburger, 1943 / 1947)
Pel¨ªcula b¨¦lica solo en apariencia, Vida y muerte del coronel Blimp es una maravilla extra?a e inclasificable comandada por una de las m¨¢s hermosas historias de siempre sobre la amistad: la de un militar brit¨¢nico y un oficial prusiano, y el amor de ambos hacia una misma mujer como s¨ªmbolo de la camarader¨ªa, la lealtad y la nobleza, y no como acicate para el duelo continuo. En un relato repleto de hombres, la decisi¨®n de los arqueros Powell y Pressburger de dar los tres papeles femeninos a una misma actriz envuelve a la pel¨ªcula con un aura casi m¨¢gica, y acent¨²a su visi¨®n fatalista de la existencia. Kerr, de apenas 22 a?os, se convierte as¨ª, a lo largo de las cuatro d¨¦cadas de la historia, en tres mujeres distintas que en la mente del protagonista son la misma: su amada. ¡°En dos a?os ser¨¢ una estrella¡±, dijo Powell de la actriz. A Winston Churchill, en cambio, la desmitificaci¨®n del ej¨¦rcito y de la pompa brit¨¢nica le espant¨®, y quiso prohibirla.
Narciso negro, ambientada en un convento cat¨®lico de monjas en el Himalaya, rompe con cualquier teor¨ªa de los g¨¦neros cinematogr¨¢ficos, pasando con una naturalidad pasmosa del drama religioso a la aventura colonial, del melodrama rom¨¢ntico a la cima del terror, con un desarrollo imprevisible. Jack Cardiff, su prestigioso fot¨®grafo, compone una sugestiva oda al rojo, al azul y al verde, fusionados muchas veces en un mismo plano como elemento emocional. Y Kerr, la madre superiora del convento, despliega ese toque tan suyo de aparente frialdad exterior que se desmanda por dentro. Cada ta?ido de la campana en el borde del precipicio es un coraz¨®n palpitante hacia la desesperaci¨®n sexual.
Disponible en las plataformas: Vida y muerte del coronel Blimp en Filmin y HBO. Narciso negro en Movistar, Filmin y Amazon.
¡®De aqu¨ª a la eternidad¡¯ (Fred Zinnemann, 1953)
Pocas veces una pel¨ªcula estuvo tan dominada por un papel principal con tan poco tiempo en pantalla como el de Kerr. Su primera aparici¨®n, de hecho, es en una foto enmarcada sobre la mesa del despacho del capit¨¢n de la base militar en Haw¨¢i donde se ambienta. De un modo sutil, Zinnemann nos est¨¢ diciendo que ella, la esposa, va a ser el centro de la acci¨®n a¨²n por venir: una historia de deseos ocultos, infidelidades varias, desasosiego moral y claustrofobia f¨ªsica en el asfixiante microcosmos de machismo y testosterona en que se desenvuelve.
En el momento en que por fin sale Kerr, falda de tubo y un simple su¨¦ter, despierta la lujuria: ¡°?Qu¨¦ jersey lleva!¡±, dice uno de los soldados. ¡°Debe ser fr¨ªa como un t¨¦mpano¡±, contesta el personaje de Burt Lancaster. ¡°No es de esas, sabe lo que quiere. Te lo digo yo¡±. La fama la precede. Pero, desgracia de los tiempos y del entorno, solo le afecta a ella, con imagen de ¡°extra?a¡± y de ¡°hermosura malograda¡± cuando solo es una mujer libre. Mientras, su rematadamente infiel marido permanece impoluto. Pel¨ªcula de tipos duros con el orgullo resentido, de celos y delirios de posesi¨®n, de prostituci¨®n y desesperanza, con el ataque a Pearl Harbor y la guerra casi encima, De aqu¨ª a la eternidad es tambi¨¦n la obra con uno de los besos m¨¢s famosos de la historia del cine. Una secuencia en la playa, filmada a lo largo de tres d¨ªas, que durante un tiempo provoc¨® que numerosas parejas de turistas acudieran a esa esquina del archipi¨¦lago para fotografiarse con el estilo de Kerr y Lancaster sobre la arena, y las olas rompiendo contra sus cuerpos. Imposible, claro.
Disponible en las plataformas: Movistar y Rakuten.
¡®T¨² y yo¡¯ (Leo McCarey, 1957)
Una pel¨ªcula de cuando no se le ten¨ªa miedo al melodrama arrebatado, y a su fusi¨®n con la alta comedia recubierta de toques de screwball. Una obra con una influencia fundamental en t¨ªtulos posteriores de todo tipo y condici¨®n, desde el cine de autor en Antes de amanecer y su cita en Viena para el a?o siguiente, hasta la comedia rom¨¢ntica de los noventa en Algo para recordar, con un doble homenaje al m¨ªtico t¨ªtulo de McCarey: un encuentro en el Empire State entre Meg Ryan y Tom Hanks, a la manera del de Kerr y Cary Grant en T¨² y yo; y una secuencia expl¨ªcita de di¨¢logo, en la que se subrayaba su arquetipo ¡ªcada vez m¨¢s desterrado, por suerte¡ª de historia que hace llorar a las mujeres, pero que los hombres desde?an.
La actriz escocesa es aqu¨ª una mujer de enorme personalidad, la ¨²nica que no se traga las falsas galanter¨ªas y los irresistibles flirteos del playboy profesional que interpreta Grant, al que encuentra en un crucero en el que ambos viajan solos: ella, sin su pareja; ¨¦l, sin su millonaria prometida. McCarey, que empez¨® componiendo gags para el cine mudo y descubriendo la gracia conjunta de Stan Laurel y Oliver Hardy, se luce con la comicidad gestual de ambos y con el fuera de campo, y la pel¨ªcula va derivando poco a poco hacia el melodrama rom¨¢ntico por una simple raz¨®n: se est¨¢n enamorando. ¡°Vamos camino de un viaje sin retorno¡±, augura ella. No hay mejor definici¨®n de la infidelidad. Con la lluvia como presagio de la tragedia y una manta en las piernas de la mujer como s¨ªmbolo, T¨² y yo a¨²n provoca l¨¢grimas. En las mujeres y en los hombres.
En DVD editado por Fox.
¡®Suspense¡¯ (Jack Clayton, 1961)
La mejor adaptaci¨®n que se haya hecho de la novela Otra vuelta de tuerca. Adem¨¢s del de Henry James, los grandes nombres se acumulan: Kerr, protagonista absoluta; Truman Capote, autor de la ¨²ltima versi¨®n del guion tras pasar antes por varias manos; Michael Redgrave, en un papel breve, pero particularmente odioso en su frialdad; Freddie Francis, al frente de una sublime fotograf¨ªa en blanco y negro; y, por supuesto, Jack Clayton, director a rescatar de un cierto olvido, autor de las prodigiosas Siempre estoy sola y A las nueve cada noche.
Cari?o, firmeza, inquietud, delicadeza, remilgo, aturdimiento, congoja, dolor y delirio. Son algunos de los matices presentes en la formidable interpretaci¨®n de la actriz, tan influyente como la propia pel¨ªcula en t¨ªtulos del terror g¨®tico espa?ol como Los otros y El orfanato. Los oscuros bosques del deseo y la depravaci¨®n, presentes en un relato sobre la indecencia y el amor como enfermedad, llevan a las apariciones de los fantasmas ¡ª¡°abominaciones¡±, en t¨¦rmino preciso de la pel¨ªcula¡ª, sutiles y brev¨ªsimas, pero sobrecogedoras gracias a las tomas de Francis, con una profundidad de campo tan enorme que casi parecen tener dos enfoques simult¨¢neos. Aunque lo mejor quiz¨¢ sea que, trascendiendo los tiempos, Suspense (o The Innocents, en su t¨ªtulo original) pueda verse al mismo tiempo como un terror¨ªfico relato de espectros, o como un cat¨¢logo del envilecimiento que provoca en los ni?os la violencia de g¨¦nero y la mala educaci¨®n.
Disponible en la plataforma Filmin.
¡®Los temerarios del aire¡¯ (John Frankenheimer, 1969)
Ganarse la vida lanz¨¢ndose en paraca¨ªdas al vac¨ªo desde las alturas, pero no abrirlo hasta el ¨²ltimo momento, mejor cuanto m¨¢s cerca del suelo. Medir el tiempo y el espacio, los latidos del coraz¨®n y la adrenalina con la exactitud suficiente como para provocar la ovaci¨®n boquiabierta de los espectadores de su atracci¨®n de feria, sin tener que acabar estampado. Los temerarios del aire es puro crep¨²sculo existencial. Tiempo que se agota, seres humanos gastados. Una forma de vivir, una forma de morir. Y, como dicen en uno de sus di¨¢logos, ¡°pocas cosas a¨²nan ambas vertientes¡±.
Diecis¨¦is a?os despu¨¦s de De aqu¨ª a la eternidad, Kerr y Lancaster rememoran su pasi¨®n en la pantalla. Lancaster es el m¨¢s arriesgado de los tres integrantes del singular espect¨¢culo de riesgo, de pueblo en pueblo a un paso de la colisi¨®n por apenas un pu?ado de d¨®lares. Kerr es la due?a de la casa donde se alojan, en uno de esos lugares en ninguna parte. ?l es consciente de que lo poco de bueno que tuvo su vida ya pas¨®. Ella, se?ora bien de provincias, casada, con clase, perlas, alto peinado de peluquer¨ªa, maneras exquisitas y un aburrimiento descomunal. Ambos desolados, listos para un ¨²ltimo frenes¨ª. Pieles ajadas, bellezas extremas. Kerr, de natural¨ªsimos 48 a?os y en su ¨²ltimo papel importante para el cine junto con El compromiso, estrenada el mismo a?o, apareci¨® completamente desnuda. En Espa?a se estren¨® en 1970 con una versi¨®n aligerada en 15 minutos.
En DVD editado por Sony.
Babelia
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