El regreso de los contratenores: el declive de los estereotipos de g¨¦nero en la ¨®pera
En pleno renacimiento de las voces altas masculinas, el Teatro Real de Madrid re¨²ne a cuatro de sus mejores representantes en ¡®Part¨¦nope¡¯
Hubo un tiempo en la ¨®pera en que los papeles de macho alfa de las obras los interpretaban hombres de voces agud¨ªsimas que provocaban sofocos en las mujeres durante sus actuaciones. Era la ¨¦poca de los castrati, aquellos cantantes sobrenaturales a los que se les amputaban los test¨ªculos para que conservasen sus bellas voces infantiles, que causaron furor en el siglo XVII y sobre todo el XVIII, en el punto ¨¢lgido del periodo barroco. Pero como la castraci¨®n fue prohibida en el XIX, los compositores dejaron de escribir papeles estelares para ellos y aquella fluidez de g¨¦nero que imper¨® durante su reinado deriv¨® en r¨ªgidos estereotipos que aun hoy siguen imperando: lo que todav¨ªa se espera es que los personajes masculinos sean cantados por tenores o bar¨ªtonos y que los femeninos sean interpretados por sopranos o mezzosopranos.
Pero el mundo de la l¨ªrica, a pesar del peso de sus tradiciones y la solemnidad de sus reglas, nunca ha sido ajeno a las modas ni los cambios sociales. En las tres ¨²ltimas d¨¦cadas, impulsados por el resurgir del gusto por la m¨²sica antigua tanto en las salas de conciertos como en los coliseos de ¨®pera, han ido renaciendo tambi¨¦n los contratenores, es decir, los hombres que cantan en tonos altos como los castrati sin necesidad de someterse a la castraci¨®n, despu¨¦s de dos siglos durante los cuales estuvieron a punto de extinguirse porque no se compon¨ªan papeles nuevos para ellos y el repertorio barroco era escasamente interpretado. Hoy puede decirse no solo que no han desaparecido, sino que cada vez son m¨¢s demandados y eso ha propiciado el desarrollo de una nueva generaci¨®n de contratenores de variados registros que est¨¢n devolviendo a los escenarios aquella festiva diversidad vocal barroca.
Prueba de esa variedad es que mientras a principios del siglo XXI todav¨ªa los coliseos de ¨®pera ten¨ªan a veces dificultades para completar los repartos de obras con contratenores, esta temporada el Teatro Real de Madrid ha conseguido reunir no uno sino cuatro de los mejores en una misma producci¨®n, la Part¨¦nope de H?ndel, que se estrena este s¨¢bado: el brit¨¢nico Iestyn Davies (42 a?os), el argentino Franco Fagioli (40) y los estadounidenses Christopher Lowrey (37) y Anthony Roth Costanzo (39). Los dos primeros se alternar¨¢n en el papel de Arsace, el h¨¦roe masculino de la obra, mientras que los dos ¨²ltimos encarnar¨¢n el papel de Armindo, el t¨ªmido rival de Arsace, que al final se lleva a la chica, que en realidad es la verdadera protagonista de la trama, la poderosa Part¨¦nope, aparte de m¨¢s resuelta y constante que cualquiera de sus pretendientes. Guasas del barroco.
?C¨®mo se sienten cuatro contratenores trabajando juntos? ¡°?Raros, pero felices!¡±, responden al un¨ªsono en una elegante sala del Teatro Real antes de empezar un ensayo. Se les ve realmente contentos por la oportunidad de intercambiar experiencias entre ellos. ¡°Cuando yo empec¨¦ hab¨ªa muchos menos contratenores y adem¨¢s exist¨ªa la idea de que esa palabra defin¨ªa un sonido ¨²nico. Pero no es verdad, no hay un solo tipo de contratenor, hay muchos, lo que pasa es que entonces hab¨ªa muy pocas referencias y, en consecuencia, escasa variedad. Por suerte, en los ¨²ltimos treinta a?os hemos empezado a proliferar y ahora encontramos mucha m¨¢s diversidad¡±, explica Lowrey.
Son varias las razones que explican el nuevo auge de los contratenores. ¡°En el siglo XVIII encontramos que la relaci¨®n entre g¨¦nero y tono era muy abierta. Las voces de los hombres no ten¨ªan por qu¨¦ sonar graves ni las de las mujeres agudas. Y eso ten¨ªa que ver con el ¨¦xito que ten¨ªan entonces los contratenores y mucho m¨¢s los castrati, que causaban furor y que fueron los que en verdad popularizaron la ¨®pera. Digamos que ayudaron a que pasara de ser una manifestaci¨®n art¨ªstica de ¨¢mbito privado a convertirse en el Netflix de su tiempo. Por eso los compositores se volcaban en ellos y, por ejemplo, H?ndel compuso su Julio C¨¦sar para el famoso castrato Senesino. Pero aquello cambi¨® a partir del siglo XIX, hasta que ya a finales del XX la definici¨®n social de g¨¦nero empez¨® a volverse m¨¢s fluida y eso tambi¨¦n se ve reflejado en la ¨®pera y la m¨²sica en general. Pensemos, por ejemplo, en estrellas del pop o del rock como Justin Timberlake, Michael Jackson, Prince, que cantaban en registros altos. Cuando Michael Jackson hac¨ªa agud¨ªsimos las mujeres se desmayaban¡±, opina Costanzo.
Fagioli, por su parte, apunta que tambi¨¦n es una cuesti¨®n de modas: ¡°Primero hubo una moda con los castrati y despu¨¦s, tambi¨¦n por una cuesti¨®n de moda y educaci¨®n, se dej¨® de asociar la voz aguda con la masculinidad. Y ahora estamos de vuelta a la moda anterior y resurgen los contratenores¡±. Pero cuidado, a?ade Fagioli acompa?ado en su advertencia por Davies: ¡°Hay que subrayar que no cantamos exactamente como los castrati. En la propia ¨¦poca en la que conviv¨ªan contratenores y castrati se consideraban escuelas diferentes. Lo que ocurre es que al desaparecer estos ¨²ltimos, sus papeles pasaron a ser interpretados por mujeres o por contratenores. Y luego est¨¢ la simplificaci¨®n de pensar que un contratenor es simplemente un hombre que canta en tono alto. No es cierto: tienes el contratenor soprano, el medio y el alto¡±.
Al renacimiento de estas voces contribuye tambi¨¦n el hecho de que hay m¨¢s compositores contempor¨¢neos que escriben papeles para ellos. No obstante, lamentan que esos nuevos caracteres no suelan ser los h¨¦roes de la trama, sino con bastante frecuencia todav¨ªa los personajes raros. ¡°?ngeles, esp¨ªritus¡ quedan prejuicios y t¨®picos¡±, recalca Lowrey. ?Quiz¨¢ porque sus voces parecen de otro mundo? ¡°Tal vez¡±, r¨ªen todos. ¡°Es cierto que muchos m¨²sicos est¨¢n empezando a romper estereotipos, pero falta a¨²n que alguno componga un papel de padre, por ejemplo, para un contratenor. En ese momento podremos hablar de normalizaci¨®n¡±, coincide Costanzo.
No obstante, Costanzo confiesa que en realidad no aspira a la normalizaci¨®n. ¡°No tengo el deseo de ser normal en ning¨²n aspecto de mi vida. Es excitante y maravilloso ser ex¨®tico, asombrar y provocar emociones en otras personas. Por ejemplo, recuerdo que en un taller para ni?os de unos 12 a?os que impart¨ª en Nueva York, su primera reacci¨®n cuando empec¨¦ a cantar fue re¨ªrse. Pero segu¨ª cantando y poco a poco ellos se olvidaron de re¨ªr porque realmente empezaban a dejarse llevar por la m¨²sica. Algunos lloraron¡±, recuerda Costanzo. Una sensaci¨®n que tambi¨¦n sinti¨® Davies en otro taller similar para ni?os un poco m¨¢s peque?os, en torno a los seis a?os, lo que introdujo adem¨¢s una variante en la historia: ¡°A esas edades todav¨ªa est¨¢n libres de prejuicios de g¨¦nero, por lo que ni siquiera se rieron. Simplemente, se sorprendieron y disfrutaron¡±.
Quiz¨¢ no haya mejor obra que Part¨¦nope, estrenada por primera vez en Londres en 1730, para dejarse llevar por la subversi¨®n de los g¨¦neros que flu¨ªa en el barroco. Hay enredos amorosos, travestismo, libertad sexual. ¡°H?ndel propone, al mismo tiempo, una ¡®opera seria¡¯, que se ajusta a todas las expectativas del g¨¦nero, con su reina y pr¨ªncipes de la Antig¨¹edad cl¨¢sica, pero tambi¨¦n una parodia de las convenciones de la ¡®opera seria¡¯. Y, de todos los ¡®grandes sentimientos¡¯ que padecen los personajes, ninguno sale tan mal parado como el ¡®hero¨ªsmo¡¯, que en cualquier ¡®¨®pera seria¡¯ convencional no pod¨ªa menos que ser motivo de culto y de exaltaci¨®n. En Part¨¦nope, en cambio, el hero¨ªsmo es una cualidad rid¨ªcula, risible, que revela falta de madurez y de capacidad de reflexi¨®n¡±, escribe en el programa de mano Joan Matabosch, director art¨ªstico del Teatro Real.
La puesta en escena que se presenta en el Real es una producci¨®n ic¨®nica de la English National Opera en colaboraci¨®n con la San Francisco Opera y la Opera Australi, estrenada en 2008 y dirigida por el estadounidense Christoper Alden, que sit¨²a la trama en un decadente sal¨®n parisino de los a?os 20 cuya protagonista, Part¨¦nope, se inspira en un personaje real de la ¨¦poca, Nancy Cunard, musa de los principales artistas de las vanguardias europeas. Con el maestro Ivor Bolton al frente de la orquesta, completan el reparto las sopranos Brenda Rae y Sabina Pu¨¦rtolas (Part¨¦nope); las mezzosopranos Teresa Iervolino y Daniela Mack (Rosmira); los tenores Jeremy Ovenden y Juan Sancho (Emilio), y los bar¨ªtonos Nikolay Borchev y Gabriel Berm¨²dez (Ormonte).
Part¨¦nope
Música de Georg Friedrich Händel. Libreto anónimo, adaptado del de Silvio Stampiglia para la ópera homónima de Leonardo Vinci. Coproducción de la English National Opera, la San Francisco Opera y la Opera Australia. Teatro Real. Madrid. Nueve funciones del 13 al 23 de noviembre. DE lunes a sábados a las 19.30 horas, domingos a las 18 horas.
Babelia
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