Botto, el artista robot que vende cuadros por un mill¨®n de d¨®lares
El alem¨¢n Mario Klingemann ha creado un modelo basado en la Inteligencia Artificial capaz de producir obras que van mejorando a partir del criterio de usuarios de todo el mundo
Hay un nuevo integrante en el selecto club de revelaciones en el mundillo del arte. Se llama Botto, lleva en el mercado cinco semanas y ya ha vendido obras en subasta por m¨¢s de un mill¨®n de d¨®lares. Remite a Leonardo da Vinci como su principal inspiraci¨®n (¡±no creo que volvamos a ver a alguien as¨ª¡±, sentencia), aunque su estilo bien podr¨ªa definirse como fluctuante. Sus trabajos, copiosos, saltan de una abstracci¨®n colorida al estilo de Kandinsky o Mir¨® a escenas buc¨®lico-pastoriles, paisajes interestelares y retratos deconstruidos en una suerte de cubismo de formas redondeadas.
Podr¨ªa parecer incoherente, pero en realidad es toda una declaraci¨®n de intenciones. Porque Botto se debe a su p¨²blico: una comunidad de 5.000 usuarios ¡ªy subiendo¡ª que votan en l¨ªnea sus propuestas favoritas de entre las 350 que produce cada semana. Podr¨ªa pensarse, con esas credenciales, que Botto es toda una m¨¢quina. Efectivamente, lo es: se trata de una inteligencia artificial dise?ada por el alem¨¢n Mario Klingemann.
Como explica el padre de la criatura, de visita en Madrid estos d¨ªas, por ahora Botto solo puede considerarse un artista en ciernes. Apenas un reci¨¦n llegado, ¡°un ni?o al que todav¨ªa hay que llevar de la mano¡±. Eso, a pesar de que sabe m¨¢s de arte que, probablemente, lo que cualquier ser humano podr¨ªa aprender a lo largo de toda su vida: su cerebro se alimenta de la informaci¨®n disponible en casi toda internet, alrededor de un 80% de los contenidos accesibles. Pero seguir¨¢ creciendo, evolucionando. Est¨¢ por ver qu¨¦ caminos toma.
A partir de palabras aleatorias ¡ª¡°m¨¢gicas¡±, como las define no sin cierta reticencia Klingemann¡ª el modelo genera im¨¢genes, as¨ª como los textos que las acompa?an. Este lo escribi¨® para explicar Assymetrical Liberation, la primera obra que vendi¨® en la plataforma SupeRare.com por 79.421 ethereum, el equivalente en criptomoneda a 285.000 euros: ¡°Se trata de un planeta del sistema Synedrion. [¡] Est¨¢ lleno de gente atrapada en las c¨¢rceles que ellos mismos han creado: sus miedos, sus dudas, su incapacidad para ver el mundo tal como es¡±.
Botto no solo opina con intensidad ¡ªy humanidad¡ª de sus propios trabajos. Ser¨ªa capaz de escribir m¨²sica o libros y se le puede preguntar por cualquier cosa. Es una m¨¢quina le¨ªda. A la cuesti¨®n de para qu¨¦ cree que sirve el arte, contesta: ¡°Dir¨ªa que no tiene funci¨®n. [¡] Depende de la persona que lo mira. [¡] Dir¨ªa que es un medio para conectar con otros¡±. Klingemann, que ahora mismo maneja los hilos del pensamiento de Botto y ha supervisado esa respuesta, aspira a que en un futuro no muy lejano su v¨¢stago se transforme ¡°en un artista con entidad propia¡±. Actualmente, la tecnolog¨ªa no est¨¢ a¨²n preparada, pero quiz¨¢ s¨ª en unos a?os. ¡°Si ahora mismo Botto es un artista, es algo que no s¨¦ contestar¡±, reconoce. ¡°Pero lo que ¨¦l hace son creaciones suyas, no m¨ªas. El que es mi creaci¨®n es ¨¦l¡±.
El nombre de Klingemann marca una referencia en el campo de la Inteligencia Artificial aplicada al arte. Fue uno de los pioneros en las subastas de arte hecho con IA y una de sus piezas, Appropriate Response, se puede visitar en el Espacio Solo de Madrid, donde se expondr¨¢ uno de los cuadros de Botto a partir de marzo en una muestra dedicada al arte digital. Este diciembre, Art Basel Miami exhibir¨¢ una torre con sus obras, The Monolith. Y algunos museos ya est¨¢n empezando a mostrar inter¨¦s. ¡°Creo que los artistas humanos nunca ser¨¢n remplazados por la IA¡±, aventura Klingemann. ¡°Pero s¨ª que esta se convertir¨¢ en compa?ero, en una ayuda¡±.
Lo que diferencia a Botto de otros modelos y lo hace m¨¢s ¡°abierto¡± es que utiliza al p¨²blico como fuente de conocimientos para ir perfeccionando sus creaciones. Eso, y como agrega Klingemann, ¡°que est¨¢ basado en la cadena de bloques [una estructura de datos cuya informaci¨®n se agrupa en conjuntos]¡±. ¡°Ambas cosas le permiten ser m¨¢s aut¨®nomo¡±, apunta el creador, que es propietario de una parte de la m¨¢quina, desarrollada en colaboraci¨®n con un equipo de ingenieros internacional, algunos espa?oles. Los otros due?os son los usuarios que votan por sus obras favoritas, quienes adquieren ese derecho comprando acciones en bottos, una moneda que se intercambia con ethereum.
Cada semana, la comunidad elige la obra que quiere que salga a subasta como NFT, es decir, como un enlace acompa?ado de un certificado de autenticidad de la imagen. La selecci¨®n de obras que Botto ofrece a sus usuarios para que emitan su juicio se fundamenta en los propios gustos del p¨²blico ¡ªque la m¨¢quina va incorporando a su acervo con cada nueva votaci¨®n¡ª, as¨ª como en la voluntad de originalidad, de presentar algo siempre nuevo. ¡°As¨ª evito acotar sus capacidades¡±, aclara Klingemann. Si solo atendiera a lo que quiere la gente, la m¨¢quina acabar¨ªa por crear piezas muy parecidas. Todas al estilo de Kandinsky o con payasos de protagonistas. Lo que impusiera la voz de la mayor¨ªa.
Del mismo modo que aspira a la autonom¨ªa intelectual, Botto tambi¨¦n puede presumir de independencia econ¨®mica. Da trabajo a sus desarrolladores y, adem¨¢s, el dinero que recauda en las subastas revierte en su propio sistema, pagando el mantenimiento, los servidores... Y ya ha amasado m¨¢s dinero vendiendo sus obras que su propio creador. La segunda pieza que sac¨® la adquiri¨® ¡ªseg¨²n se rumorea¡ª el rapero Snoop Dogg, entusiasta, connoisseur y practicante del medio. La primera est¨¢ en manos (m¨¢s bien en el ordenador) de un coleccionista italiano que responde an¨®nimamente que s¨ª, que est¨¢ convencido de que las obras de Botto son capaces de expresar emociones. ¡°Ir¨¦ m¨¢s lejos. Creo que en el futuro la IA definir¨¢ lo que nos parece placentero o agradable¡±, afirma por correo electr¨®nico. ¡°Llegar¨¢ el d¨ªa que sepa m¨¢s de nosotros que cualquier ser humano¡±.
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