Ellos y nosotros: nueva entrega de las cr¨®nicas de Emmanuel Carr¨¨re desde el juicio por los atentados de Par¨ªs
Esta semana, lucha de clases y orgullo yihadista
Cap¨ªtulo 13
1. El punto de vista del gendarme
Entrar en el Palacio de Justicia durante el juicio del Viernes 13 es como embarcar en un avi¨®n: en dos controles sucesivos muestras tu acreditaci¨®n y tus documentos, pasas por debajo de unos p¨®rticos, vac¨ªas tu bolsa y los bolsillos, y si adem¨¢s tienes una botella de agua bebes un trago para demostrar que no es TAPT, ese l¨ªquido explosivo que los yihadistas llaman ¡°la madre de Sat¨¢n¡±. Los gendarmes que ejecutan esos controles son escrupulosos y al mismo tiempo, sin excepci¨®n, sumamente amables. Toman todas las precauciones que les han dicho que adopten, pero manifiestan, con una cordialidad risue?a, que nosotros no somos su objetivo.
?Qui¨¦nes somos nosotros? Los abogados, los periodistas, las partes civiles a los que, asimismo sin excepci¨®n, nadie nos tomar¨ªa por terroristas. Por adiestrados que est¨¦n para la sospecha, los gendarmes no asumen visiblemente un estado de vigilancia m¨¢xima cuando ven acercarse, con su credencial colgada del cuello, a un tipo como yo: sexagenario y blanco, distendido, aire de buen ciudadano, que no tiene nada que reprocharse y teme tan poco que lo controlen en el metro que, de hecho, no hay ninguna posibilidad de que lo hagan. ?Qui¨¦n ser¨ªa entonces sospechoso para los gendarmes? ?Qui¨¦n les pondr¨ªa de inmediato en alerta? La respuesta es inconfesable, pero cierta: un individuo ¡°de tipo magreb¨ª¡±, como dicen los informes de la polic¨ªa, vestido con un ch¨¢ndal o una sudadera con capucha. Pues bien, entre nosotros no hay ning¨²n individuo as¨ª. En dos meses no me he cruzado con ninguno en las galer¨ªas del juzgado. Los ¨²nicos que se ven en el juicio est¨¢n en el banquillo.
2. El punto de vista del experto
Es la l¨®gica de ¡°ellos y nosotros¡± en estado puro. Nosotros, dem¨®cratas apacibles, personas honradas sobre las cuales el Viernes 13 act¨²a como una poderosa m¨¢quina de fabricar comunidad, lazos, identificaci¨®n. Nos parecemos, nos comprendemos, nos reconocemos. Enfrente, ellos. Ellos, que no se nos parecen, a los que no conocemos, a los que no comprendemos. Todo lo que creemos saber, vagamente, de esos j¨®venes opacos, ¡°esos sujetos venidos de ninguna parte que emiten se?ales d¨¦biles¡±, como los defin¨ªa el fiscal Fran?ois Molins, es que quieren nuestra muerte y que, incluso para s¨ª mismos, prefieren la muerte a la vida.
As¨ª que nos alegramos de que unos expertos, unos investigadores, vengan a la barra para decirnos qui¨¦nes son y qu¨¦ tienen en la cabeza. El primero de esos estudiosos se llama Hugo Micheron. Es un arabista, profesor en Princeton a los 33 a?os, agraciado de cara, elegante de traje y tan evidentemente en el buen lado de la sociedad que te preguntas c¨®mo ha podido granjearse la confianza de unos 100 yihadistas a los que lleva entrevistando cinco a?os, en los barrios de donde proceden, en Siria, adonde fueron, y en las c¨¢rceles donde est¨¢n ahora. Pero se ha ganado esa confianza y a m¨ª lo que cuenta me parece apasionante. El miembro de mi equipo del Obs (Le Nouvel Observateur), Mathieu Delahousse, que ya me hab¨ªa recomendado su libro, Le jihadisme fran?ais (1), ha dicho rotundamente al final de la audiencia que este chico ¡°nos hab¨ªa iluminado¡±.
Una de las numerosas ideas que me han impresionado de su exposici¨®n: nosotros consideramos un enigma, un peligro a un yihadista, pero tambi¨¦n una v¨ªctima, el producto enfermo y cruel de una sociedad cruel y enferma. Para llegar a ese punto, pensamos, tiene que haberle rechazado, humillado, marginado un sistema socioecon¨®mico implacable que no le deja otra salida que la delincuencia o una religi¨®n que ha enloquecido. Micheron no niega que todo esto es verdad y que muchos de los yihadistas que ha conocido pueden ser considerados v¨ªctimas seg¨²n esta acepci¨®n: la que enfatiza la lucha de clases. Pero dice que nunca hay que olvidar que ellos mismos no se consideran v¨ªctimas. En absoluto. Por el contrario, se sienten h¨¦roes, en la vanguardia de un gran e irresistible movimiento de conquista planetaria.
Las verdaderas v¨ªctimas, a su modo de ver, son los lastimosos musulmanes ¡°moderados¡±, alienados, colaboracionistas, que quieren creer que el islam es compatible con los valores de la sociedad corrompida en la que viven. Son los infieles que se pretenden ¡ªcomo yo y, me figuro, como ustedes¡ª abiertos y tolerantes, mientras que los ¨²nicos respetables entre esos infieles son los identitarios de extrema derecha, plenamente de acuerdo con los yihadistas en reconocer la incompatibilidad radical de sus respectivas civilizaciones.
Hay un orgullo yihadista, una confianza yihadista, que explica por qu¨¦ los programas de desradicalizaci¨®n dan tan mal resultado. No habr¨ªa dado uno mejor si el imperio romano hubiera organizado en el primer siglo programas de descristianizaci¨®n: solo habr¨ªan servido para exaltar a¨²n m¨¢s a los candidatos al martirio. Cuando consagras tu vida a un combate justo y glorioso que templar¨¢ tu ¨¢nimo y cuya victoria est¨¢ garantizada tanto en la tierra como en el cielo, ?por qu¨¦ dejarte convencer de que te unas al bando de los perdedores? ?Por qu¨¦ los perdedores tienen el poder ¡ªprovisional, irrisorio¡ª de encarcelarte?
3. El punto de vista de la c¨¢rcel
Me parece que esto no lo he le¨ªdo en otra parte: en adelante, todo se fragua en la c¨¢rcel, dice Micheron. En 2017 Europa sali¨® de un periodo parox¨ªstico de atentados tan s¨²bitamente como hab¨ªa entrado en 2015. El califato se ha desplomado, el Daesh est¨¢ hecho jirones, quisi¨¦ramos creer que esta amenaza ha quedado relegada al mundo de antes. Pero hay en la historia del yihadismo periodos de repliegue y periodos de expansi¨®n, s¨ªstole y di¨¢stole, como en toda historia, empezando por la del Profeta que predic¨® en la Meca, en la sombra y el secreto, para algunos compa?eros, antes de comenzar en Medina su carrera p¨²blica y la portentosa serie de sus conquistas militares. Lo que perdi¨® al Daesh, analizan los pensadores de la yihad ¡ªlos hay¡ª, fue la precipitaci¨®n. Fue haber cre¨ªdo que hab¨ªa llegado la etapa medinista cuando estaban todav¨ªa en la etapa mezquitista. Estaba preparada una peque?a vanguardia heroica, no la masa de los creyentes, ni siquiera el 10% de esa masa que habr¨ªa dado un vuelco a las cosas. Se impone un repliegue t¨¢ctico, hace falta una base y esa base es la c¨¢rcel.
Es el laboratorio del yihadismo de los a?os 2020. La llegada de un centenar de ¡°retornados¡±, investidos del prestigio de la aventura siria, tuvo un efecto devastador sobre una poblaci¨®n carcelaria cuya mitad era musulmana. Empezaron disemin¨¢ndolos por diversos presidios donde ejercieron tal influencia que todos los presos de derecho com¨²n en Fleury-M¨¦rogis aullaron de alegr¨ªa durante horas cuando anunciaron la matanza de Niza, en julio de 2016.
Intentaron entonces otra pol¨ªtica: el reagrupamiento, y crearon las Upra ¡ªunidades de prevenci¨®n de la radicalizaci¨®n¡ª, cuyo nombre da que pensar: ?qui¨¦n espera prevenir que se radicalice gente que ha sido aleccionada en los batallones del Daesh en Siria? Dilema del sistema penitenciario: ?c¨®mo separar a los yihadistas del resto de los presos a los que podr¨ªan contaminar, sin generar nuevas sinergias en esas ENA (?cole National d?Administration) del terrorismo que son las unidades espec¨ªficas?
Palabras de retornados, recogidas por Micheron: ¡°Nosotros, en cuanto somos m¨¢s de tres, nombramos un emir¡±. ¡°Atenci¨®n, nosotros, los yihadistas, acabamos de entrar en la c¨¢rcel: lo que sucede es in¨¦dito para Europa. En la historia de las organizaciones islamistas, ?d¨®nde se han reconstruido? ?Siempre en la c¨¢rcel!¡±. ¡°La cuesti¨®n es c¨®mo va a evolucionar el yihadista en los 10 a?os siguientes. Para m¨ª lo que es seguro es que el pr¨®ximo Adnani (Adnani, muerto en agosto de 2016, era el portavoz y el ide¨®logo del Daesh) est¨¢ en una prisi¨®n francesa y es europeo y muy probablemente franc¨¦s. ?Hay que saber que aqu¨ª, en el trullo, hay gente que curra!¡±.
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