¡®A 1.000 kil¨®metros de la Navidad¡¯: el Grinch en los Pirineos

Fue Cuento de Navidad, de Charles Dickens, la obra que de alguna manera prefigur¨® al Grinch, ese duende malhumorado y gru?¨®n que naci¨® a finales de los a?os cincuenta y que detesta la Navidad y toda su parafernalia. El dickensiano se?or Scrooge sent¨® las bases de un personaje ego¨ªsta y mis¨¢ntropo incapaz de conectar con el esp¨ªritu navide?o. Un antih¨¦roe que lleva tiempo alimentando ese lugar com¨²n que considera estas fiestas una espantosa pesadilla.

A 1.000 kil¨®metros de la Navidad parodia en clave de comedia rom¨¢ntica ese sentimiento hura?o, antifestivo y, sobre todo muy cenizo, a trav¨¦s de un personaje que lo tiene todo para caer mal: un auditor antip¨¢tico, sieso y, para colmo, con un vetusto bigotillo. Ra¨²l es un treinta?ero interpretado por Tamar Novas que reniega de cualquier ilusi¨®n y asocia la Navidad con todas las desgracias de su vida. Siempre huye de las dichosas fiestas, pero este a?o su jefe le encarga auditar una peque?a empresa familiar situada en un pueblo nevado de los Pirineos. ?A qu¨¦ se dedica la empresa? A los turrones, peladillas, mazapanes y polvorones.

Con sobrado oficio, demostrado en comedias como Las ovejas no pierden el tren, donde ya mezclaba la vida urbana con la rural, o la serie Verg¨¹enza, codirigida junto a Juan Cavestany, ?lvaro Fern¨¢ndez Armero saca adelante una pel¨ªcula con encanto, ritmo y un buen coro de secundarios, entre los que est¨¢ en uno de sus ¨²ltimos trabajos la reci¨¦n fallecida Ver¨®nica Forqu¨¦, a quien est¨¢ dedicada in memoriam la pel¨ªcula.

Uno de los principales aciertos del filme es esa especie de horror vacui, tan caracter¨ªstico de estas fiestas, que persigue al protagonista y que aqu¨ª extrae todo tipo de gags visuales sobre adornos, clich¨¦s y deseos de felicidad. Por no faltar, no faltan los jers¨¦is con renos ni los cojines con guirnaldas bordadas. A 1.000 kil¨®metros de Navidad juega a la pesadilla navide?a cruzando tradiciones y comedias populares, pero lo hace sin perder el horizonte local gracias a una historia amable cuyo arraigo pasa por un bel¨¦n viviente y una triste realidad: siempre hay alguien dispuesto a sacar tajada de los mejores deseos.