La espartana historia de los hermanos De Castro, contra viento y marea al frente de Bar¨®n Rojo
Los dos m¨²sicos tuvieron que trabajar de comerciales y en el sector del taxi en los malos tiempos, pero nunca dejaron morir al considerado mejor grupo del rock duro en castellano. Hoy afrontan un concierto por sus 40 a?os de historia
En la alambicada, triunfante y, m¨¢s veces de las deseadas, amarga historia de Bar¨®n Rojo un asunto tan aleatorio como el juego del bingo resulta relevante. Porque este entretenimiento ha sido utilizado como arma arrojadiza para debilitar el ADN rockero del alma del grupo, los hermanos De Castro, Armando y Carlos. ¡°Mientras nosotros nos ¨ªbamos de juerga, los hermanos se iban al bingo¡± o ¡°no eran nada divertidos, si hasta les gustaba el bingo¡±, han dicho maliciosamente exmiembros de la banda o l¨ªderes de opini¨®n del pop espa?ol, respectivamente, para tacharlos de tener personalidades poco excitantes. Armando (Madrid, 66 a?os) y Carlos (Madrid, 67) sonr¨ªen al escucharlo. ¡°Hace mucho que no vamos al bingo. Era un entretenimiento. Y estaba bien, porque nunca nos reconoc¨ªan. Hubo una ¨¦poca, a principio de los ochenta, en la que era complicado salir a la calle y que no te parasen. Pero all¨ª nadie nos reconoc¨ªa¡±, se?ala Carlos (voz y guitarra) mientras su hermano Armando (guitarra y voz), a su derecha, asiente. Y uno no puede m¨¢s que sonre¨ªr al imaginar a aquellos dos melenudos con mu?equeras de pinchos sentados en una mesa de tapete verde y tachando n¨²meros en una cartulina.
No hay grupo m¨¢s grande del rock duro cantado en espa?ol. Tampoco existe una banda tan desaprovechada y con episodios tan desagradables. Este martes, 28 de diciembre, ofrecen uno de los conciertos m¨¢s especiales de su carrera en el WiZink Center de Madrid: la celebraci¨®n de sus 40 a?os, con invitados extranjeros y nacionales. Se anunci¨® como el ¨²ltimo recital de su carrera, pero no lo ser¨¢, en un nuevo giro de guion de una traves¨ªa repleta de tachuelas.
Los dos hermanos llevan cazadoras de cuero. Son las 20.00, noche cerrada, y el fr¨ªo invernal madrile?o convierte en un refrigerador el estrecho espacio en el que estamos, su local de ensayo, en una inh¨®spita zona industrial a las afueras de Madrid. Una estufa calienta levemente el ambiente. Los altavoces exhiben un sello en el que se lee: ¡°Bar¨®n Rojo¡±. ¡°Llevamos aqu¨ª ensayando desde que nos quedamos solos¡±, apunta Carlos. Eso fue en 1989, cuando Jos¨¦ Luis Campuzano, Sherpa (bajo), y Hermes Calabria (bater¨ªa) abandonaron el cuarteto. El grupo se hab¨ªa formado en 1980 y desde muy pronto (en la grabaci¨®n de su obra magna, Volumen brutal, 1982) surgieron las fricciones: en un bando, los dos hermanos y en el otro, Sherpa y Calabria. ?Las causas? Caracteres radicalmente diferentes y luchas por imponer el repertorio de cada cual. Cuando sub¨ªan al escenario surg¨ªa la magia, aparcaban sus desavenencias y emerg¨ªan cuatro tipos unidos con una sola misi¨®n: demostrar al mundo que eran una banda ¨²nica.
Los De Castro siempre fueron considerados bichos raros dentro del sector. Austeros, espartanos y poco amigos de intimar con colegas de profesi¨®n y medios. Hoy lo reconocen. ¡°Somos un poco decepcionantes para mucha gente. En Espa?a, cuanto m¨¢s drogadicto y bala perdida seas, m¨¢s posibilidades tienes de salir en prensa. Pero nosotros somos m¨²sicos de rock que intentamos hacer las cosas bien y practicar lo m¨¢ximo posible con el instrumento¡±, explica Armando. Y a?ade: ¡°Hemos tenido que soportar presiones muy fuertes porque no entr¨¢bamos en el circuito de la gente que se drogaba e iba de juerga. Nos han repetido mucho la frase: ¡®Los hermanos De Castro, 10 en conducta¡±. Todo lo que ganaban lo invert¨ªan en guitarras, amplificadores, pedales¡ Y en ejercitarse. Armando est¨¢ considerado como uno de los mejores guitarristas del rock espa?ol.
El cuarteto original aguant¨® mientras el ¨¦xito permaneci¨® estable. Cuando se frustr¨® su fichaje por una multinacional que quer¨ªa apostar fuerte y cuando el rock duro fue ignorado, a mediados de los ochenta, primero por los contratantes p¨²blicos y luego por el p¨²blico, todo estall¨®. Los De Castro siguen manteniendo que Sherpa y Calabria se fueron ¡°por una cuesti¨®n econ¨®mica, cuando el dinero empez¨® a escasear¡±. Comenzaba la d¨¦cada de los noventa y todos pensaron que Bar¨®n Rojo desaparecer¨ªa. De hecho, lo pareci¨®. ¡°Tuvimos que retomarlo Armando y yo absolutamente de cero, como si no hubiera existido nada de lo anterior¡±, cuenta Carlos. ¡°Fichamos a m¨²sicos para sustituir a los ausentes y afrontamos una ¨¦poca dificil¨ªsima. Nos quitamos esa aura de grupo grande y tocamos desde abajo¡±. En salas ante 100 personas, por ejemplo. Y recibiendo fuego de varios flancos: de sus dos excompa?eros, que no estaban de acuerdo en que siguieran con la marca Bar¨®n Rojo; de parte de la prensa especializada, que vio en aquella etapa ¡°a la leyenda del rock espa?ol arrastr¨¢ndose ante audiencias ¨ªnfimas¡±; o del p¨²blico, que prefiri¨® propuestas m¨¢s pop.
¡°Nuestros dos antiguos compa?eros, sobre todo uno [se refiere a Sherpa], hicieron todo lo posible para que no sigui¨¦semos como Bar¨®n Rojo. ?l ha tenido m¨¢s facilidad que nosotros para salir en los medios de comunicaci¨®n. Siempre hemos sido ignorados. Debe ser que somos menos comunicativos¡±, se?ala Carlos. Pasaron ¨¦pocas duras. Carlos trabaj¨® de comercial en una empresa de equipos de sonido durante casi 20 a?os. ¡°Lo necesitaba para vivir. Uno tiene familia y obligaciones, y cuando se acab¨® lo que daba el Bar¨®n, hubo que buscarse la vida¡±. Armando estuvo en el negocio del taxi. ¡°Tuve uno que lo conduc¨ªa gente que contrataba. Luego estuve vendiendo sonido profesional, como Carlos¡±, se?ala. Pero nunca dejaron de actuar como Bar¨®n Rojo, aunque fueran unos pocos conciertos al a?o. Armando: ¡°Del 90 al 95 fue una traves¨ªa del desierto, donde toc¨¢bamos en locales para muy pocas personas. Si llegamos a tirar la toalla en ese momento Bar¨®n Rojo hubiese ca¨ªdo en el olvido m¨¢s absoluto. Pero seguimos y volvimos a recuperar la leyenda¡±.
Durante dos d¨¦cadas los dos bandos fundadores del grupo se cruzaron reproches, hasta que sorprendentemente decidieron reunirse en 2010 para la gira del 30? aniversario. ¡°No nos juntamos por el dinero y sin dinero no nos habr¨ªamos juntado¡±, declararon a este diario antes de aquellos conciertos. A los pocos d¨ªas de comenzar la gira resucitaron los viejos conflictos. Ofrecieron buenos conciertos, pero no fue tan ambicioso como se plane¨®. Volvieron a acabar mal. Sherpa y Calabria se marcharon y los De Castro otra vez tuvieron que rearmarse con otros m¨²sicos.
En los ¨²ltimos tiempos las simpat¨ªas de Sherpa por Vox (actu¨® recientemente en el congreso del partido de ultraderecha) han creado un desafecto de algunos seguidores rockeros por el bajista y una reivindicaci¨®n de los De Castro. Aunque tambi¨¦n les ha salpicado la pol¨¦mica. Armando recuerda: ¡°Hemos tenido que mandar un mont¨®n de comunicados diciendo que ¨¦l [Sherpa] no es el cantante de Bar¨®n Rojo. Porque sacan titulares sobre pol¨¦micas declaraciones pol¨ªticas suyas poniendo que es ¡°el cantante de Bar¨®n Rojo¡±. Y eso es totalmente falso. El cantante de Bar¨®n Rojo es Carlos de Castro¡±. Este a?ade: ¡°Vox es un partido legal en Espa?a. Por ese lado puede hacer lo que le d¨¦ la gana. Yo no le voy a criticar por eso. Le critico por todo lo dem¨¢s, por todo lo que se ha metido con nosotros a nivel personal¡±.
Lo que parece claro es que Sherpa y Calabria no van a subir al escenario del WiZink Center en el concierto de 40? aniversario. ?O hay alguna posibilidad? ¡°Nosotros no queremos, porque despu¨¦s del mal ambiente en aquella gira de 2010 existe una enemistad¡±, apunta Carlos, que camina con cierto cuidado despu¨¦s de una operaci¨®n de cadera y otra de tobillo, a la que se ha sometido aprovechando el par¨®n por la pandemia. Armando irradia vitalidad, seguramente por la euforia de su paternidad reciente. A sus 66 a?os ha tenido su quinto hijo, una ni?a llamada Libertad, que acaba de cumplir tres meses. Conoci¨® a su pareja despu¨¦s de participar en el programa televisivo de citas First Dates. ¡°No con la pareja que me toc¨®. Otra persona me vio y me escribi¨®. Ahora estamos juntos y tenemos una ni?a maravillosa¡±, apunta. Sus otros hijos, con otras parejas, tienen 35, 33, 31 y 18 a?os. Carlos es padre de dos, de 36 y 34. ¡°Uno de ellos se casa pasado ma?ana¡±, anuncia. Ninguno de los dos es abuelo.
A los De Castro no les interesa la m¨²sica actual. Siguen disfrutando de los cl¨¢sicos con los que se formaron: Cream, Jimi Hendrix, Led Zeppelin, Deep Purple, Rainbow, Whitesnake, AC/DC, Dio¡ ¡°Me gusta buscar conciertos en YouTube de los setenta y ochenta. ?Bandas de rock m¨¢s actuales como Foo Fighters? No, prefiero a los de antes¡±, explica Armando. Sobre los rumores de que los dos hermanos no se llevan muy bien, Armando se?ala: ¡°Ya se sabe que cuando hay hermanos trabajando juntos en un grupo se pasan situaciones diversas. Te conoces tan bien que a veces te tratas un poco bruscamente y se tienen roces. Pero tambi¨¦n de esos roces pueden salir cosas positivas, como que se vigile un poco m¨¢s todo lo que tiene que ver con el grupo. Nos soportamos, pero la cosa tiene sus fricciones¡±. Carlos es m¨¢s lac¨®nico: ¡°Bueno, coexistimos¡±.
Asistimos a una de esas discrepancias mientras les entrevistamos. Carlos cita a algunos de los invitados que asistir¨¢n al concierto del WiZinz Center: el ingl¨¦s Graham Bonnet, la alemana Doro Pesch, los espa?oles Aurora Beltr¨¢n, Miguel O?ate, Jos¨¦ Luis Jim¨¦nez¡ Cita a otro, pero enseguida salta su hermano Armando: ¡°Ese no tiene mi permiso para venir, porque se puso a decir imbecilidades en su libro¡±. Se hace un silencio que se rompe con la ¨²ltima pregunta: ¡°Entonces, ?no va a ser el ¨²ltimo concierto?¡±. ¡°Ahora estamos replanteando la despedida definitiva. De momento, a corto plazo no va a ser. Ya tenemos conciertos para 2022. A ver cu¨¢nto podemos aguantar, cu¨¢nto nos apetece aguantar y cu¨¢nto la gente nos quiere aguantar¡±. Y se van los dos, por separado, engullidos por la noche y un fr¨ªo m¨¢s heavy incluso que ellos.
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