Con Sufjan Stevens puedes creer en los unicornios

Sufjan Stevens ha vuelto a conseguirlo. Ha vuelto a crear un ¨¢lbum de esos que se cuelan en el cuerpo hasta removerlo en una especie de torbellino m¨¢gico. Cierto que esta vez no est¨¢ solo. Stevens se ha aliado con Angelo De Augustine, experto en fr¨¢giles ambientes lo-fi de folk, para componer A Beginner¡¯s Mind, pero es indudable que su sello marca de principio a fin una obra llamada a ser uno de los grandes discos del a?o.

A Beginner¡¯s Mind suena tan profundo que es dif¨ªcil salirse de ¨¦l una vez que se escucha. Hay algo poderosamente bien trazado en este trabajo que agarra enred¨¢ndose en el esp¨ªritu durante su viaje id¨ªlico. Un viaje que comenz¨® con un punto de partida ya especial: Stevens y De Augustine decidieron refugiarse en una caba?a en el bosque para llevarlo a cabo. Se fueron hasta el norte del estado de Nueva York y se dedicaron a ver pel¨ªculas antes de ponerse a escribir. Algunas de estos filmes fueron cintas de culto, con la muerte y el asesinato como hilo conductor, como El silencio de los corderos, Point Break o Hellraiser III: Infierno en la Tierra. Bajo el concepto budista zen shoshin (mente del principiante), sin ideas preconcebidas y con entusiasmo por el asombro de lo que percib¨ªan sus ojos y o¨ªdos, compon¨ªan canciones que buscaban ser como una redenci¨®n hacia el contraste de las im¨¢genes.

El resultado han sido canciones de una delicadeza m¨¢xima, enlazadas en una atm¨®sfera buc¨®lica, ligeramente psicod¨¦lica, que por momentos recuerda al mejor Elliott Smith, pero que tiene sello de una alianza excelente. De alguna forma, el conjunto tan bien equilibrado y con un alma tan definida, recuerda a Carrie & Lowell, el ¨²ltimo gran ¨¢lbum de Stevens, uno de los compositores m¨¢s interesantes que ha dado el siglo XXI en la m¨²sica norteamericana. Fuera de las orquestaciones o las incursiones electr¨®nicas de trabajos anteriores, destacando sus sobresalientes Greetings from Michigan: The Great Lake State, Ilinois o The Age of Adz, se vuelve a los instrumentos ac¨²sticos y el hipn¨®tico susurro. Una sencillez a conciencia elaborada a cuatro manos. Empastan voces, se turnan en coros, rasguean con suavidad las cuerdas y consiguen que la armon¨ªa guarde una reverberaci¨®n t¨ªmida, sugerente.

Belleza et¨¦rea, que requiere de un oyente dispuesto a dejarse llevar. Cuando Sufjan Stevens, encuentra su mejor inspiraci¨®n, es como si el oyente pudiese creer en los unicornios. El mundo al que nos transporta es pura imaginaci¨®n creativa.