Cuando Billy Wilder busc¨® a su madre en ¡®La lista de Schindler¡¯
El escritor brit¨¢nico Jonathan Coe traza un retrato del cineasta en su nueva novela, ¡®El se?or Wilder y yo¡¯, centrada en el rodaje de ¡®Fedora¡¯
El a?o 1977, en la paradisiaca isla de Corf¨², el director de cine Billy Wilder y su equipo, encabezado por su colega Iz Diamond, dieron comienzo al rodaje de Fedora, su ¨²ltima gran pel¨ªcula. Si no se la recuerda tanto como El apartamento o El crep¨²sculo de los dioses es porque en cierto sentido tiene condici¨®n de pieza de otra ¨¦poca. En un momento en el que los cines se llenaban de j¨®venes, y Tibur¨®n se convert¨ªa en el filme que m¨¢s dinero hab¨ªa recaudado en la historia de Hollywood, Wilder insist¨ªa en adaptar una nouvelle del escritor de terror Tom Tryon sobre una relaci¨®n maternal abusiva, que es a la vez la historia de una hija que suplanta a su madre para salvarla. Nadie entend¨ªa por qu¨¦ se hab¨ªa obsesionado con la historia y por qu¨¦ no quer¨ªa que hubiese ni una pizca de comedia en ella. Que la producci¨®n fuese alemana tampoco fue fruto del azar.
Cierto era que Hollywood y el sistema de estudios para el que tan rentable y a la vez tan brillantemente hab¨ªa trabajado ¡ªWilder llevaba en la cumbre 25 a?os¡ª no quer¨ªa saber nada de aquella historia, y mucho menos del formato: un cine cl¨¢sico que agonizaba sin remedio. Pero cierto es tambi¨¦n que el director necesitaba contar esa historia en homenaje a su madre, que muri¨® en Auschwitz y a la que busc¨® sin descanso en los innumerables v¨ªdeos de campos de concentraci¨®n que vision¨® para preparar Molinos de la muerte, el documental que dirigi¨® para el Departamento de Guerra de los Estados Unidos. Tal era su deseo de volver a verla, que no pudo evitar buscarla incluso en La lista de Schindler de Steven Spielberg, por m¨¢s que supiera que todo lo que se ve¨ªan all¨ª eran actores.
¡°Su sentimiento de culpa y todo su dolor por la p¨¦rdida de su madre est¨¢n, de alguna forma, en Fedora¡±, considera el escritor brit¨¢nico Jonathan Coe (Birmingham, 61 a?os), que traza un retrato profundo del director de El apartamento en su novela El se?or Wilder y yo, reci¨¦n publicada en espa?ol por Anagrama. Coe hab¨ªa inventariado antes en forma de ensayo otra vida, la del tambi¨¦n novelista ¡ªexperimental y maldito¡ª B. S. Johnson, pero sinti¨® que no le hab¨ªa hecho justicia. Que la no ficci¨®n enmascara la verdad bajo la peripecia, y que si alg¨²n d¨ªa volv¨ªa a contar la vida de un artista lo har¨ªa desde la novela, para poder centrarse en ¡°la verdad¡± de lo que esa persona hab¨ªa sentido. En este nuevo libro le basta con detenerse en el rodaje de Fedora para captar no solo a la persona que Wilder era en ese exacto momento, sino todas las que fue durante toda su vida.
Y poco importa que no fuera en una rueda de prensa sino a un par de periodistas cuando Wilder ¡ªnacido Samuel Wilder en Polonia, en 1906, y muerto en 2002¡ª dijo aquello de que si Fedora resultaba ser un ¨¦xito se estar¨ªa vengando de Hollywood por no haber apostado por ella, y si era un fracaso, se vengar¨ªa de Alemania por lo que hab¨ªa hecho en Auschwitz. ¡°Es curioso c¨®mo en Estados Unidos y en Gran Breta?a solo se le recuerda por cinco o seis pel¨ªculas y no se le toma en serio como artista con historia¡±, dice Coe, que ha vivido obsesionado con Fedora desde que la vio por primera vez en un cine de Birmingham cuando era adolescente. ¡°Era el d¨ªa de su estreno y ¨¦ramos cuatro en la sala. Me di cuenta de que asist¨ªa al fin de una era¡±, expone.
Centr¨¢ndose por completo en la relaci¨®n de Wilder con Europa, Coe expande el yo del artista y reflexiona, convencido de la ¡°inevitabilidad del Brexit¡± pese a su por completa disconformidad con ello, sobre lo que significa ¡°ser europeo¡± y ¡°lo que podemos aprender de nuestra historia personal y de nuestra historia en com¨²n¡±. ¡°Que el 90% de lo que se tuitea a d¨ªa de hoy sobre Billy Wilder provenga de Espa?a dice mucho de d¨®nde queda el resto con respecto a esa historia en concreto y a una forma de hacer y entender el cine¡±, sentencia el escritor. Opina que vivimos ¡°un momento confuso, en el que todo cambia todo el rato¡±, en el que no puede evitarse que incluso la ficci¨®n vuelva atr¨¢s en busca de referentes reales que le den una medida del mundo.
No es casualidad, considera Coe, que haya novelistas ampar¨¢ndose en grandes figuras del pasado. ¡°Buscamos historias centradas en momentos muy espec¨ªficos y temas muy claros porque el presente ha dejado de servirnos¡±, apunta el autor, que se?ala los casos de Maggie O¡¯Farrell con Hamnet o Rodrigo Fres¨¢n y su reciente Melvill como ejemplos de una tendencia que parece en expansi¨®n, aunque ha existido desde siempre. De hecho, en su caso, fue la lectura de Ravel, de Jean Echenoz, la que le incit¨® a alejarse de la no ficci¨®n para contar la historia de c¨®mo Billy Wilder empez¨® a alejarse para siempre de lo que hab¨ªa sido hasta entonces, sintiendo que hab¨ªa llegado el momento de hacerlo, liberado, en cierto sentido, de la presi¨®n de cualquier tipo de ¨¦xito. Porque s¨ª, la pel¨ªcula fue un fracaso y se veng¨® de Alemania, que le hab¨ªa quitado a su madre, y a toda su familia.
Babelia
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