Roc¨ªo Molina juega con el color y las golosinas en el Festival de Jerez

El espacio esc¨¦nico aparece anchuroso en su aparente desnudez. Una multitud de focos lo circundan y terminar¨¢n llenando, pero antes de ello los dos ¨²nicos protagonistas del espect¨¢culo comienzan a construir una obra casi desde el silencio. Hasta que los pies de Roc¨ªo Molina aparecen, Yerai Cort¨¦s arranca con la m¨²sica y ella hace cabriolas con su toque contrapunteado, como si estuviera en casa. Hay un gracejo antiguo en ese inicio a golpes de arzap¨²as de aire moronero. Le baila muy cerquita, se contonea, zapatea y deconstruye las formas sin perder la compostura. El aire de las alegr¨ªas marca el tono l¨²dico que impregna una obra que se adornar¨¢ con colores y golosinas a lo largo de un discurso que resulta musicalmente incesante y con una danza inagotable: la creaci¨®n de un universo particular.

La bailaora present¨® el viernes en el Festival de Jerez el cierre de su trilog¨ªa sobre la guitarra, Vuelta a Uno, en el teatro Villamarta. Por momentos, la naturalidad puede dar espacio a una improvisaci¨®n que quiz¨¢s sea enga?osa, porque, conociendo a Molina, sabemos que todo est¨¢ estudiado, aunque nunca milimetrado. Y del toque de Cort¨¦s se podr¨ªa decir lo mismo: ha compuesto una banda sonora en la que la bailaora se mueve con soltura y a su antojo, pero en la que ¨¦l tambi¨¦n parece expresarse como si jugase, libremente. Impresiones quiz¨¢s equ¨ªvocas: el trabajo se antoja inconmensurable y proyecta el crecimiento experimentado por este joven m¨²sico.

En la infatigable sucesi¨®n de bailes puede haber tambi¨¦n espacio para la introspecci¨®n, para un leve descenso del tono o un tiempo para tomar aire. Yerai lo llena con su constante toque, que adquiere nuevas sonoridades con efectos que lo prolongan y colorean. Roc¨ªo, en tanto, supera los desaf¨ªos de las muchas exigencias que se propone. Cambia y evoluciona, pero a la postre, entre el juego y el azar, busca la esencialidad de bailarle a la m¨²sica de cada momento con su particular componente emocional. En el ¨²ltimo tramo, la bailaora hace uso de la comicidad, en un di¨¢logo verbal que se a?ade al musical y danc¨ªstico que los dos han protagonizado. Ella se adorna con abanicos y lentejuelas para avanzar hacia un final en el que, con aires atl¨¢nticos, la luz y el color adquieren su mayor dimensi¨®n.

Una trilog¨ªa perpet¨²a

Hace ya tres a?os que la bailaora malague?a, premio Nacional de Danza en 2010 y recientemente distinguida con el Le¨®n de Plata de la Bienal de Venecia 2022, la artista, ante la que un d¨ªa el bailar¨ªn ruso Mija¨ªl Baryshnikov se arrodill¨®, inici¨® este proyecto de trilog¨ªa sobre la guitarra, que ella matiza al afirmar que se trata m¨¢s bien de di¨¢logos con guitarristas. El trayecto arranc¨® con el maestro Rafael Riqueni en Inicio (Uno), una obra de sorprendente lirismo y delicadeza, y lo continu¨® con Al fondo riela (Lo otro de Uno), una creaci¨®n de tintes m¨¢s intensos y dif¨ªciles, en la que cont¨® con su guitarrista m¨¢s habitual, Eduardo Trassierra, e incorpor¨® al joven Yerai Cort¨¦s.

Ella reconoce que nunca supo a d¨®nde le iba a llevar el recorrido, e incluso ten¨ªa pensado otro itinerario (cante, palmas¡­) para cerrarlo, pero en el camino descubri¨® a Yerai Cort¨¦s, y con ¨¦l decidi¨® concluir la experiencia: ¡°?l me canta con la guitarra, tiene el comp¨¢s y hasta la percusi¨®n¡±, ha afirmado. En lo que parece el final del trayecto, aunque nunca se sabe en ella, advierte que la aventura corr¨ªa el riesgo de convertirse en ¡°una trilog¨ªa perpetua¡±. Subraya, asimismo, que cada etapa ha ido reflejando su momento personal, danc¨ªstico y creativo, y esta ¨²ltima parada constituye el resultado del viaje realizado junto estos guitarristas. Para concluirlo, ha optado por el color, la luz y un goloseo, ?un exceso de placer que, como todos los excesos, llega a doler?. Un exceso, un m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa, podr¨ªa ser la presentaci¨®n de la trilog¨ªa completa en un solo d¨ªa. La artista lo har¨¢ pr¨®ximamente en el Teatro Central de Sevilla.