Un expoliador arrepentido propicia el descubrimiento de un banco ¨ªbero al devolver parte de lo que saque¨®
Dos arque¨®logos reconstruyen las funciones militar, financiera y espiritual de una edificaci¨®n prerromana gracias a la entrega de 30 gramos de plata extra¨ªdos por el furtivo
El expoliador se arrepinti¨®, pero ya era tarde. Por eso, el yacimiento ¨ªbero que saque¨® con un detector de metales desde 1965 y hasta los a?os ochenta y que formaba parte de una de las ciudades fortificadas m¨¢s grandes de Andaluc¨ªa prerromana solo ofrece actualmente informaci¨®n fragmentada, tanto como las min¨²sculas piezas de plata que entreg¨® en 2018 al ...
El expoliador se arrepinti¨®, pero ya era tarde. Por eso, el yacimiento ¨ªbero que saque¨® con un detector de metales desde 1965 y hasta los a?os ochenta y que formaba parte de una de las ciudades fortificadas m¨¢s grandes de Andaluc¨ªa prerromana solo ofrece actualmente informaci¨®n fragmentada, tanto como las min¨²sculas piezas de plata que entreg¨® en 2018 al Museo Arqueol¨®gico de Murcia. No obstante, los arque¨®logos y numism¨¢ticos David Mart¨ªnez Chico y Rub¨¦n Fern¨¢ndez Tristante han conseguido reconstruir ahora, a partir de 30,69 gramos de plata devueltos por el saqueador, la historia del yacimiento bastetano de Los Asperones, en Molata de Casa Vieja (Granada), que en un tiempo fue un destacado santuario de la ciudad, donde coincid¨ªan comerciantes, peregrinos y soldados y que realizaba tambi¨¦n las funciones de banco.
El estudio Fragmentos de plata (hacksilber) en el santuario de Los Asperones explica que este centro de culto se alzaba a unos 500 metros de una gran ciudad ¨ªbera fortificada (oppidum). Es probable que se tratase de Arkilakis, un asentamiento de la Bastetania (actuales provincias de Almer¨ªa y Granada y parte de Ja¨¦n, Murcia y M¨¢laga) mencionado por el griego Ptolomeo. La ciudadela, seg¨²n las investigaciones que han realizado en los ¨²ltimos 30 a?os los arque¨®logos Jes¨²s Fern¨¢ndez Palmeiro y Andr¨¦s Adroher, de la Universidad de Granada, se extend¨ªa por unas 14 hect¨¢reas y estaba flanqueada por diversos poblados de tama?o medio. ¡°Todos formaban un complejo con murallas, necr¨®polis y santuarios propios, que creaban una red de protecci¨®n del oppidum nuclear¡±, se?ala el informe.
El santuario de Los Asperones, de donde proceden las min¨²sculas piezas de plata entregadas, se emplazaba sobre un peque?o promontorio rocoso de caliza. En ¨¦l se han hallado a lo largo de los a?os exvotos [ofrendas] de bronces zoomorfos y antropomorfos, falcatas votivas de hierro y bronce (espadas ¨ªberas), restos cer¨¢micos del siglo IV a. C y hasta un anillo de oro en el que se representaba a un jinete. Actualmente estos objetos, producto de hallazgos aislados o de donaciones de particulares, se encuentran repartidos en los museos de Galera (Granada), Arqueol¨®gico de Murcia y Arqueol¨®gico de Puebla de Don Fadrique (Granada).
Todo el entramado de oppida y santuarios de la supuesta Arkilakis se conoce desde el siglo XIX, cuando unas fuertes lluvias desenterraron ¡°una gran cantidad de perdigones y fragmentos de plomo, adem¨¢s de grandes cimientos e importantes tumbas y sepulcros antiguos, acompa?ados de ajuares¡±. Pero desde los sesenta y durante al menos dos d¨¦cadas, el santuario de Los Asperones fue saqueado por el furtivo con la ayuda de un detector de metales, lo que le permiti¨® extraer las monedas y los materiales met¨¢licos que mejor pod¨ªan introducirse en el mercado negro. Por tanto, los gramos de plata que ha entregado son ¡°un material poco representativo y parcial que carece de cualquier contexto arqueol¨®gico¡±. ¡°Deploramos el enorme da?o causado por el uso de detectores con fines il¨ªcitos, produciendo la completa desvirtuaci¨®n de materiales¡±, se quejan los investigadores.
Mart¨ªnez Chico y Fern¨¢ndez Tristante explican que durante la Segunda Guerra P¨²nica (218 a. C.?201 a. C.) lleg¨® a la Pen¨ªnsula gran cantidad de moneda de plata, de forma ¡°nunca antes vista¡±, un fen¨®meno que alcanz¨® tambi¨¦n a los santuarios. ¡°Se conoce la donaci¨®n de peque?as plaquitas de plata en este tipo de edificaciones en el Sureste peninsular durante el siglo III e, incluso, a finales del IV a. C¡±, indican. De hecho, durante la guerra entre cartagineses y romanos se produjeron muchos atesoramientos monetarios fruto del miedo o para pagar a los soldados, lo que indica que estas platas pudieron servir como moneda durante el conflicto. En el caso de Molata de Casa Vieja, todo parece indicar que estos fragmentos tan diminutos son fruto de donaciones o pagos¡±, afirman los expertos.
Aunque el expolio ha dejado sin contexto arqueol¨®gico el yacimiento, ¡°es probable que los fragmentos diminutos de plata estuvieran entremezclados con exvotos met¨¢licos, peque?as falcatas, cer¨¢micas y restos de plomo, formando parte de un lote mucho m¨¢s grande y con fragmentos m¨¢s destacables (monedas enteras)¡±. ¡°El grado de fraccionamiento de las piezas es incre¨ªble [hay algunas de hasta 5 mil¨ªmetros], hasta el punto, incluso, de ser infrecuente en numism¨¢tica¡±, por lo que los expertos creen que fueron ¡°destrozadas de manera intencionada y que es probable que nunca circularan realmente como monedas¡±.
Adem¨¢s de las piezas numism¨¢ticas fraccionadas, los especialistas tambi¨¦n han reconocido trozos de joyas, adornos y elementos votivos, como una c¨¢liga de plata, el famoso calzado romano con clavos bajo sus suelas. Se trata, dicen, de un fragmento de 25 mil¨ªmetros de longitud ¡°sin parang¨®n alguno entre los exvotos que debi¨® de pertenecer a una figurilla completa, trat¨¢ndose en este caso de un unicum [pieza ¨²nica] del que no se conocen paralelos en santuarios ib¨¦ricos o romanorrepublicanos¡±. La sandalia ha sido fechada en la primera mitad del siglo II a. C.
?Por qu¨¦ todo fue destrozado hasta su m¨ªnima expresi¨®n? La respuesta de los arque¨®logos es que los pedazos, as¨ª como las monedas expoliadas y desaparecidas que compon¨ªan el conjunto, son ¡°consecuencia de numerosas ofrendas continuadas, en el t¨ªpico santuario de control territorial, localizado al aire libre y de car¨¢cter comunitario¡±. ¡°Hoy podemos comprobar que tanto las monedas troceadas como los numerosos objetos de plata labrada fueron utilizados como una forma de repartir el bot¨ªn o un medio de pago a los soldados que lucharon en la guerra¡±. Los grandes oppida y sus santuarios pr¨®ximos funcionaron, por tanto, como lugar de control territorial y comercial, donde gentes de diferentes lugares intercambiaban bienes, incluso convirti¨¦ndose en aut¨¦nticos bancos.