Treinta toros celtas escondidos en rotondas, iglesias, islotes, murallas o escombreras
La Universidad Aut¨®noma de Madrid muestra los verracos vetones hallados en edificaciones o fincas del centro peninsular en cinco a?os
Los vetones conformaban un pueblo c¨¦ltico que habit¨® entre los r¨ªos Duero y Tajo a partir del siglo V a. C. Sus asentamientos se extend¨ªan por lo que hoy es el oeste de Portugal y aproximadamente las provincias de ?vila, C¨¢ceres y Salamanca, incluyendo las tierras de Talavera de la Reina, en Toledo. Adoraban a dioses y diosas como Ataecina, Cosus o Vaelico, pero se sent¨ªan protegidos por unas grandes esculturas, principalmente de granito, que representaban toros, cerdos o jabal¨ªes a tama?o natural, y que son conocidas gen¨¦ricamente como verracos. Las colocaban en los l¨ªmites de sus tierras, de sus poblaciones fortificadas o junto a las puertas principales de sus murallas. Los vetones desaparecieron disueltos en las marejadas de pueblos que durante siglos confluyeron en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, pero los verracos, no. Estos decidieron esconderse en los m¨¢s insospechados lugares. Actualmente hay localizados unos 450. La publicaci¨®n Sobre verracos vettones. Nuevas esculturas zoomorfas de la Edad del Hierro en la meseta occidental, de Gregorio R. Manglano Valc¨¢rcel, Rosario Garc¨ªa-Gim¨¦nez, Luc¨ªa Ruano y Luis Berrocal-Rangel, de los departamentos de Prehistoria y Arqueolog¨ªa y de Geolog¨ªa y Geoqu¨ªmica de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, da cuenta de los ¨²ltimos 30 hallados en rotondas de carreteras, catedrales, escombreras, fincas, fondo de pantanos, espada?as de iglesias o palacios.
Los especialistas dividen estas esculturas en tres tipos. La llamada serie A ¡ªque surge a partir del siglo IV a. C.¡ª es la de figuras m¨¢s realistas. Sus ejemplares pueden alcanzar un tama?o descomunal, a menudo mayor que el natural. Se colocaban, principalmente, en los prados con un fin protector de divinidades ganaderas y agr¨ªcolas. Los de tipo B (siglos II al I a. C) se ubicaban a las puertas de los oppida (ciudades fortificadas) y proteg¨ªan en los tiempos ¡°de inestabilidad b¨¦lica¡±. La clase C, a partir del siglo I d. C y ya en periodo de dominaci¨®n romana, eran por lo general los m¨¢s peque?os. Sus formas se volvieron, adem¨¢s, ¡°m¨¢s geom¨¦tricas, prism¨¢ticas y cil¨ªndricas¡±, dice el historiador Berrocal-Rangel. En este ¨²ltimo periodo, los verracos se utilizaron como elementos funerarios. ¡°Es decir¡±, a?ade Manglano Varc¨¢rcel, ¡°los verracos habr¨ªan pasado de ser custodios de castros, oppida u otros poblamientos a protectores o guardianes de almas de difuntos. Adem¨¢s, el pragmatismo de Roma iba a simplificar las esculturas, tanto en su tama?o como en sus formas. A partir de entonces, ser¨ªan m¨¢s reducidos, menos naturalistas y m¨¢s esquem¨¢ticos¡±.
De los ejemplares publicados, la mayor¨ªa in¨¦ditos, 20 se han hallado en la provincia de ?vila, seis en C¨¢ceres, tres en Salamanca y uno en Toledo. ¡°La mayor¨ªa son toros situados en el valle Ambl¨¦s [?vila], centro de la cultura que los produjo, mientras que el resto, cerdos o jabal¨ªes, se localizan principalmente en la cuenca del r¨ªo Tajo¡±, a?ade Berrocal-Rangel.
¡°Los verracos han sido, con justicia, interpretados como las manufacturas m¨¢s caracter¨ªsticas de los pueblos vettones¡±, se lee en el estudio. ¡°Estas poblaciones de la Edad del Hierro peninsular desarrollaron un fen¨®meno ¨²nico en la Hispania c¨¦ltica, un proceso de talla complejo en bulto redondo, sobre una tem¨¢tica muy representativa: cerdos y toros a tama?o natural. Lo sorprendente del proceso es que la escultura en bulto redondo carec¨ªa de precedentes en todo el oeste y noroeste de la Pen¨ªnsula, donde, adem¨¢s, el jabal¨ª o el cerdo macho en actitud de ataque adquieren un protagonismo especial¡±.
Los lugares donde se han localizado son de lo m¨¢s variado. As¨ª, reutilizados posteriormente como material de construcci¨®n en las murallas de la ciudad de ?vila se detectaron durante excavaciones arqueol¨®gicas realizadas entre 2018 y 2020 cinco ejemplares, y otro m¨¢s en un patio interior de la catedral abulense. En la localidad de Vicolozano, a cinco kil¨®metros de la capital, se descubrieron tres esculturas m¨¢s: una en una rotonda de la carretera que une ?vila con Villacast¨ªn, otra en el jard¨ªn de una venta y una tercera, que iba a ser tirada a una escombrera, y que ahora adorna un restaurante.
En Ojos Albos, tambi¨¦n en ?vila, se han encontrado tres figuras m¨¢s en el palacio y sitio de Tabladillo que conforman un ¨²nico conjunto escult¨®rico. En Aldea del Rey Ni?o, se han descubierto otras tres, una de ellas en un pajar. En el municipio de Papatrigo, a 37 kil¨®metros de ?vila, se ha hallado dos verracos empotrados en la espada?a de la ermita del Santo Tom¨¢s Ap¨®stol y otro m¨¢s en un chal¨¦, cuyo propietario lo descubri¨® en una escombrera. Lo ha entregado al Ayuntamiento. En San Miguel de Corneja, a 60 kil¨®metros de la capital, el derrumbe de un pajar tambi¨¦n dej¨® al descubierto un nuevo animal. En Peraleda de la Mata, C¨¢ceres, donde comienza el embalse de Valdeca?as, que ahog¨® varios ejemplares de verracos en los a?os sesenta del siglo pasado, se ha hallado uno junto al arroyo del Hocico, afluente del Tajo. La escultura ha sido recientemente recuperada y extra¨ªda de las aguas. Se est¨¢ restaurando.
En Peraleda de San Rom¨¢n (C¨¢ceres), parte de cuyo t¨¦rmino municipal tambi¨¦n est¨¢ bajo las aguas del pantano de Valdeca?as, se han hallado dos verracos m¨¢s: uno sumergido en la presa y otro que sobrevivi¨® en un islote. Pero al subir el nivel del agua con las ¨²ltimas lluvias, ha vuelto a quedar sumergido. En Jarandilla de la Vera, el suido estaba empotrado en el interior de la iglesia fortaleza de Santa Mar¨ªa de la Torre, en la escalinata que conduce al campanario.
¡°La suma de 30 nuevos ejemplares a un elenco de poco m¨¢s de 450 esculturas conocidas entre Espa?a y Portugal significa una importante aportaci¨®n para la comprensi¨®n de los valores que jugaron estas famosas manifestaciones, tan conocidas tradicionalmente como desconocidas en ciertos aspectos cient¨ªficos. Desgraciadamente, como es habitual en la gran mayor¨ªa de estos verracos, el contexto original se ha perdido, o no se tiene constancia de que su lugar de aparici¨®n actual sea aquel para el que fueron tallados inicialmente¡±, dice el trabajo.
Los redactores del estudio reclaman la ayuda de las administraciones competentes. ¡°Somos conscientes de la dificultad de coordinaci¨®n, pero algunas [administraciones] ya se han puesto en marcha y llevado a buen t¨¦rmino, como es el caso del rescate del ejemplar geminado [una pareja de cerdos unida por un costado] de Peraleda de la Mata, pero todo esfuerzo que suponga su mejora y optimizaci¨®n bien habr¨¢ valido la pena¡±.
Y concluyen haciendo una menci¨®n a las piezas sumergidas bajo el embalse de Valdeca?as desde 1963. ¡°Llevan m¨¢s de medio siglo expuestas a la acci¨®n de las aguas de un r¨ªo como es el Tajo, al borde del colapso ambiental por vertidos residuales, industriales, urbanos o agroganaderos, entre muchos otros. Esto supone la absorci¨®n de elementos contaminantes que afectan a las piezas, atentando gravemente contra su integridad. Debe imponerse una serie de medidas de urgencia tendentes a preservar y rescatar los bienes arqueol¨®gicos sumergidos para frenar su m¨¢s que probable deterioro¡±.
Babelia
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